Fe, unidad de la iglesia y moral con Francisco

En su exhortación apostólica Gaudete et exsultate (GE), "Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual", el papa Francisco nos advierte de antiguos errores de la fe, como el gnosticismo y pelagianismo, que se actualizan en nuevas ideologías e ideologizaciones de la fe. Por un lado, el gnosticismo presente con su conservadurismo e integrismo religioso, que con su monopolio de la verdad desprecia lo bueno, verdadero y bello de los otros. Lo gnóstico olvida el principio de la encarnación de la fe en el mundo e historia, errando con ese dualismo de una supuesta ortodoxia que rechaza la ortopraxis coherente en la constitutiva opción por la justicia con los pobres de la tierra, la paz y la ecología integral.  Y por otro, tenemos ese pelagianismo con un pretendido “progresismo” que no acepta o no tiene en cuenta la tradición bíblica y de la iglesia, con su enseñanza de las verdades de la fe y la moral, una adecuada ortodoxia. Tal como nos ha legado el bimelenario deposito eclesial católico, ejercitando el “sentir con la iglesia” (San Ignacio de Loyola).

El fundador de los jesuitas en sus EE, junto a tantos testigos y santos de la iglesia como por ejemplo Francisco de Asís o Mons. Romero, nos deja claro como esta fidelidad a la iglesia con los sucesores de los apóstoles (los obispos) y de Pedro, los papas: es condición esencial para la vida espiritual de la fe e iglesia en su camino, reformas, etc. Una vida y reforma fiel a toda esta tradición, la sagrada escritura transmitida y vivida en la iglesia católica, que conforma la revelación de Dios en Cristo, con sus papas, obispos, santos y dicho legado eclesial. Es la vida de santidad y amor fraterno en la verdad, al servicio del bien más universal y la justicia con los pobres.

Esta continua tradición, enseñanza y magisterio de la iglesia con los papas y la santidad en este amor (caridad) y justicia con los pobres, que nos regala la Gracia de Dios, es el camino y criterio para la fe católica, la vida eclesial y moral. Y así nos lo está mostrando Francisco con su magisterio, sustentando en esta tradición y enseñanza de la iglesia con sus papas como S. Juan Pablo II o Benedicto XVI, papas que junto a San Pablo VI y San Juan XXIII, en el camino del Vaticano II, son referencia permanente de Francisco y su enseñanza. De esta forma, el papa Francisco muestra la continuidad, actualización y profundización de la enseñanza de la fe y moral de la iglesia, que es conformada por el magisterio de los sucesores de Pedro como los ya mencionados.

De esta forma, en EG siguiendo los grandes documentos misioneros de la iglesia (EN de S. Pablo VI o RM de S. Juan Pablo II), Francisco nos llama a la apremiante y urgente misión evangelizadora de la iglesia, esa conversión misionera y pastoral, concentrada en el kerygma de la fe. Esto es, el anuncio y predicación por todo el mundo de la alegría del Evangelio de Jesús, ser humano y Dios verdadero, el Hijo Eterno del Padre que se encarna en Jesús, Dios encarnado que, con su vida y pascua, nos trae la salvación liberadora. Jesús Crucificado-Resucitado, con su vida y entrega al servicio del Reino de Dios, nos regala la salvación en el amor, perdón, reconciliación, paz, justicia con los pobres y vida (digna, plena y eterna) que nos libera integralmente de todo mal, pecado, esclavitud e injusticia.

Reconociendo las semillas de verdad y bien en las otras culturas o religiones e iglesias, que nos lleva al necesario ecumenismo y dialogo inter-religioso con una inculturación de la fe, al mismo tiempo, la iglesia sigue anunciado y proclamando a Cristo como camino verdadero y seguro de la salvación liberadora, en la vida de Gracia y con la fe en el seguimiento de Jesús, nuestro salvador y liberador. En Jesús se nos revela el Dios verdadero, Uno y Trino, El Dios Padre, Hijo y Espíritu revelador de esa comunidad divina del amor, que funda a la iglesia católica como sacramento universal de comunión y salvación. La iglesia católica es fundada por este designio del amor trinitario, llamada por Jesús en su realización del Reino y su Pascua salvadora. La iglesia es carisma del Espíritu, que la habita y anima hacia la misión. A la vez que institución, constituida por los diversos ministerios ordenados (obispos junto a los presbíteros y diáconos en comunión con el sucesor de Pedro, obispo de Roma que es la iglesia-vinculo de comunión), carismas y vocaciones del pueblo de Dios como el laicado y la vida religiosa en sus distintas ordenes o congregaciones.

Y como nos pone de manifiesto Francisco en GE siguiendo de nuevo al Vaticano II, en esta iglesia comunidad con su diversidad de ministerios y carismas, todos cristiano-católico (el pueblo de Dios) está llamado a la santidad con el seguimiento de Jesús en el Espíritu. Continuando así el camino de las bienaventuranzas y el “protocolo” de la opción por los pobres (Mt 25, 31-46). Frente a dichas ideologías, es una vida de santidad integral en la inter-relación inseparable y fecunda de la contemplación con la acción por la justicia con los pobres, la espiritualidad y el compromiso moral por el bien común más universal. La mística con la liturgia y los sacramentos, armónicamente, se enlazan con la caridad política en la promoción del bien común, de la civilización del amor y la defensa de la vida en todas sus fases, dimensiones y aspectos. En oposición a todo mal, pecado, desigualdad e injusticia que no respeta la vida, que causa víctimas y va en contra de los pobres.  

Es la existencia de la santidad en este amor fraterno con la pobreza evangélica, una vida austera y sobria, en comunión solidaria de vida, bienes y acción por la justicia con los pobres en contra del pecado del egoísmo y sus ídolos de la riqueza-ser rico, del poder y la violencia. En la línea del Concilio (GS) con Pablo VI (PP y HV) y San Juan Pablo II (DM, SRS, VS y EV) o Benedicto XVI (CV), Francisco nos llama a toda esta vida espiritual y moral. La vida de misericordia ante todo sufrimiento, de caridad fraterna y lucha por la justicia que, en la pobreza solidaria con la opción por los pobres, se compromete por la transformación de las relaciones y estructuras de pecado, deshumanizadoras e injustas. Y libera de estas idolatrías del poseer, poder y tener que se ponen por encima del ser persona solidaria y de la vida.

Siguiendo toda esta doctrina moral y social de la iglesia (DSI) con dichos Papas, Francisco (LS y AL) nos muestra esta ecología integral con una bioética global del cuidado de toda la vida. La defensa de la vida humana desde el inicio ya en la concepción-fecundación, en todas sus fases y dimensiones con el amor del matrimonio y la familia. Frente a ideologías y colonizaciones, Francisco nos transmite la alegría de la sexualidad-afectividad, ese amor fiel y fecundo con la entrega, diversidad y complementariedad del hombre con la mujer que conforman el matrimonio, la familia e hijos. Un matrimonio y familia, iglesia doméstica, al servicio de la misión, de toda esta vida solidaria, del bien común y compromiso por la justicia con los pobres frente a la familia burguesa, individualista e insolidaria como mostraba asimismo S. Juan Pablo II (FC).

Esta bioética global en la ecología integral une inseparablemente: el cuidado de la vida del ser humano en todas sus fases, de la familia y la mujer respetando la ley natural, la naturaleza humana y ambiental; la justicia social-global, que reclama el grito de los pobres, con la justicia ecológica ante el clamor de esa casa común que es nuestro planeta tierra. Tal como se observa, si uno practica la honradez y honestidad intelectual, estudiando e investigando las fuentes con los textos del magisterio de los Papas e iglesia, tendremos que rechazar dichas ideologías u polarizaciones parciales. Todos estos sesgos e intereses mundanos, que no presentan la globalidad e integralidad de la fe y enseñanza de la iglesia, con su magisterio doctrinal y moral. Tal como es transmitida en continuidad (continuamente) por la Palabra de Dios en la Tradición de la iglesia en unidad con los santos padres, doctores y papas. Gracias a Dios y a ellos

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