Pedro Trigo: “Francisco es un profeta y una bendición para la Iglesia y para el mundo, a los que ha logrado remecer” Antonio Almeida: “Sin las mujeres, laicas o religiosas, las comunidades morirían y la Iglesia tiene con ellas una deuda civilizatoria”

Sandra Arenas, durante su intervención
Sandra Arenas, durante su intervención

“La denominación de Dios Omnipotente es de la liturgia romana pagana y hay que quitarlo y cambiarlo. Dios es sólo amor y no se puede imponer a las malas”

Peter Hünermann: “En muchos círculos de la Iglesia todavía no se ha plasmado el cambio que inició el Vaticano II”

La tercera sesión del Congreso sobre las reformas del Papa se celebró en el aula magna de la Universidad Andres Bellos (UCAB) de los jesuitas de Caracas, una de las universidades más prestigiosas del país. Con tres ponentes: el jesuita venezolano Pedro Trigo, el alemán Peter Hünermann y el brasileño Antonio Almeida.

Antes de la intervención de los ponentes, el Rector de la UCAB, el padre José Virtuoso, saludó a los presentes y mostró su “satisfacción por contribuir como universidad católica a este evento, que tiene una importancia fundamental en el momento que está viviendo el país”.

Porque es “un momento en el que el país reclama, necesita y exige un testimonio muy vivo y un compromiso muy autentico de la Iglesia. Y esta participación tan activa en el Congreso indica que deseamos fortalecernos como Iglesia”.

"Jesús ha venido a reunir a los hijos de Dios dispersos"

El primer ponente, el teólogo venezolano, Pedro Trigo, autor de más de treinta libros y animador de comunidades de base comenzó su intervención con una fundamentación teológica: “Jesús ha venido a reunir a los hijos de Dios dispersos. Dios quiere que la humanidad sea una comunidad de los hijos e hijas de Dios. Es decir, que sea embrión e instrumento de la fraternidad. Para ser embrión, hay que cultivarlo. Y como instrumento, debemos propagarlo”.

Y para concretar su pensamiento añadió:

“En el cielo no habrá Papas, obispos, curas, teólogos, ni madres ni padres de familia, sino sólo hijos e hijas de Dios. Todo lo demás vale en cuanto ayude a vivir esa fraternidad, pero no es eterno. Eso se queda aquí”.

Más aún: “Los servicios son ejercicio primario de fraternidad. Es decir, el ejercicio sí contiene eternidad. Para ello hemos recibido el Espíritu. Jesús es el Servidor por antonomasia. Nosotros, tanto cuanto. Estar arriba señoreando es lo típico del neolítico. Jesús dice: ustedes nada de eso...”

Para el teólogo, “Jesús les pide a los discípulos en el Evangelio que cambien de chip y no quieran ser señores y, por eso, Jesús se pone a lavarles los pies a todos. Ustedes tienen que lavarse los pies unos a otros. El mayor es el que más sirve, el que sirve a todos. Uno sube en el ranking de humanidad conforme sirve a más gente gratuitamente”.

Jesús está en el medio

Y trigo concluye esta parte de su intervención diciendo: “Si se sirven unos a otros, Él está en medio de ellos. El medio no es un lugar, no es el centro. Jesús está en el medio, en lo que nos media. Está entre nosotros. Si entre nosotros no hay nada, no está. Ésa no es la cena del Señor”.

¿Por qué servir es tan decisivo?, se pregunta a continuación el teólogo. Y contesta con el Capítulo 46 de Isaías.

“El profeta, que es un poeta, está viendo que los dioses son una carga insoportable. Dios se diferencia de los ídolos en que como éstos no tienen identidad propia resultan una carga insoportable para sus adoradores. Dios, en cambio, es el que carga con nosotros. Aquel que está a hombro de todos y no lleva a nadie, no se parece a Dios”.

Por eso, “la denominación de Dios Omnipotente es de la liturgia romana pagana y hay que quitarlo y cambiarlo. Dios es sólo amor y no se puede imponer a las malas”.

De ahí que, para Trigo, “la primera eclesialidad es llevarse mutuamente en la fe, en el amor fraterno y en la vida concreta, como dice San Agustín”. Y “cuando lo que da el tono es el presidir o el magisterio, esa Iglesia adquiere un cariz corporativo y se absolutiza la institución. En esas iglesias está desterrada oficialmente la profecía. Puede asistirse a pobres y enfermos, peor no se hace como un servicio fraterno”.

En la Iglesia sigue sin aceptarse el concilio

Y es que, según Trigo, “en la Iglesia sigue sin aceptarse el Concilio Vaticano II en buena medida”, aunque, a su juicio, la tendencia está cambiando, porque “el Papa Francisco es un profeta y una bendición para la Iglesia y para el mundo, que ha logrado remecer a la Iglesia desde el Dios de Jesús y con su Espíritu, que se empeña en discernir”

Por eso, “lo más importante es la primera eclesialidad: llevarnos todos en la fe, en el amor fraterno y en la vida cristiana. Eso seis oficios con importantísimos para que se dé esto según Jesús. Cuando la Iglesia funciona así (la de Medellín y Puebla), es una tremenda bendición para los cristianos y para sus pueblos. Y la prueba de la autenticidad evangélica fue la persecución. Y hubo más mártires que nunca. Y, además, los que martirizaban también se llamaban cristianos”

Para el teólogo venezolano, “la Iglesia se convierte en una corporación y hay curas que, si no existieran, sería mucho mejor para todos. Y eso, a mí, me causa mucha tristeza. Al igual que el derecho canónico, que sigue avalando cosas que no son cristianas, porque, en gran parte, ese Derecho no es cristiano, sigue siendo romano”. Y el teólogo arrancó una sonora ovación de los presentes.

Sínodo amazónico y nuevos ministerios

El segundo panelista, Peter Hünermann, habla de la renovación del ministerio pastoral a la luz del paradigma teológico de la Amazonía y la visión del Papa Francisco. Con su acento alemán tan marcado, en la sala parece estar resonando la voz del Papa Ratzinger.

El célebre teólogo alemán recordó que “el Sínodo Amazónico habló de nuevos ministerios y el Papa pidió creatividad en este ámbito de los nuevos ministerios”, porque “el Papa se pone en línea del Vaticano II y de sus innovaciones, que corrigen los pronunciamientos de Trento”, cuando “en muchos círculos de la Iglesia todavía no se ha plasmado el cambio que inició el Vaticano II”.

Hünermann pidió “apertura real a los ministerios que se necesitan hoy en día. Después del Vaticano II, en todos los continentes, hubo un proceso de crear nuevos servicios, como los cooperadores pastorales, y nuevas congregaciones con nuevas vocaciones dedicadas a nuevos servicios. Por ejemplo, en África”.

Y añadió: “Sin el servicio de los catequistas, la Iglesia en África no podría existir, pero aún así siguen sin estar integrados en el orden sacerdotal”.

Para concluir, Hünermann aseguró que “el resultado del Sínodo Amazónico es una gran ejemplo para toda la Iglesia. Ahora, hay que reflexionar cómo poner sus conclusiones en práctica. Y la invitación del Papa a la Iglesia de articular una Iglesia misionera en la Amazonía tiene un carácter de modelo para toda la Iglesia. Y eso me hace muy feliz”.

Repensar los ministerios

A continuación, intervino el brasileño Antonio Almeida, doctor en Teología por la Gregoriana de Roma, que disertó sobre 'Repensar los ministerios en la Iglesia después del Sínodo para la Amazonía'

A su juicio, tanto la preparación con el desarrollo del Sínodo de la Amazonía fue absolutamente innovador. Quizás porque “el elemento central del Sínodo fue la vida” y “la conversión pastoral la clave de lectura del documento final”.

“En cuando a los nuevos ministerios, son un hecho en la región amazónica. Estamos asistiendo a una explosión ministerial por la concepción del Vaticano II, por el deseo de participación de la gente y por las múltiples necesidades que surgían en las comunidades, para que la Iglesia diera respuesta”

A su juicio, “en la Amazonía ya están presentes los nuevos ministerios. La novedad es la creación de ministerios propios para la Amazonía. Por ejemplo, el ministerio de la acogida de los emigrantes o el ministerio para el cuidado de la casa común o el ministerio para la promoción de la ecología integral”

Como en la Iglesia antigua

Según Almeida, “los ministerios surgen en las comunidades, para que éstas tengan vida y presten su servicio a la sociedad. Así era en la Iglesia antigua, con una estrecha relación entre comunidad y ministerios. Ministerios que no eran un honor ni un premio, sino un servicio a una comunidad concreta, para su vida y para su misión”.

“El Sínodo propone que laicos y laicas puedan asumir la conducción pastoral de la comunidad. Y otro texto propone que las mujeres asuman la animación pastoral de la comunidad. ¿Por qué la insistencia en las mujeres? Porque son las mujeres las que llevan las comunidades. Sin las mujeres, laicas o religiosas, las comunidades morirían”.

En un excursus, Antonio Almeida, abordó el tema de los 'viri probati' o presbíteros comunitarios para comunidades sin eucaristía, siguiendo la propuesta de monseñor Lobinger”.

Para Almeida, “el argumento principal a favor de la ordenación de hombres casados no es la escasez del clero, no es la ley del celibato, ni incluso el celibato, sino la centralidad de la celebración de la Eucaristía, que presupone la existencia del presbítero/obispo para presidirla. Por algo se dice en la Iglesia antigua: 'Ninguna comunidad sin Eucaristía'”.

Y para concluir, Almeida aseguro: “Aunque el Sínodo no hay aprobado el diaconado de las mujeres dio nueva vida a la comisión sobre el tema creada por el Papa. Y, por supuesto, el Sínodo va a impactar también el debate sobre la ordenación sacerdotal de mujeres, porque la Iglesia tiene con las mujeres una deuda civilizatoria”.

Poder y liderazgo eclesial

Por último, cerró la sesión de la mañana, Sandra Arenas, profesora de la Universidad Católica de Chile, con una ponencia sobre 'Poder y liderazgo eclesial”.

“En este campo del poder y del liderazgo, la Iglesia ha seguido funcionando con las mismas coordenadas de siempre”, comenzó señalando. A su juicio, “el problema no es caminar juntos en la Iglesia, sino decidir juntos”.

La autoridad en la Iglesia se gana en confianza y aceptando las relaciones inclusivas, propias de una comunidad adulta”, añadió la teóloga.

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