Acciones de una coalición cristiana en contra de la guerra Ecumenismo al servicio de la paz en Colombia

Coalición cristiana al servicio de la paz en Colombia
Coalición cristiana al servicio de la paz en Colombia

Ante el continuo asesinato de líderes sociales en Colombia, la persistencia de grupos guerrilleros, la irrupción de carteles mexicanos de la droga, el ascenso de la ultraderecha, el deterioro de las condiciones de vida y el despojo de territorios en zonas rurales múltiples sectores de la sociedad colombiana han manifestado su rechazo a la violencia, incluidos los integrantes de una coalición cristiana por la paz

La Coalición Cristiana por la Paz se ha propuesto pasar a la acción en tres líneas: foros públicos, visitar los espacios de integración como muestra de solidaridad con los que depusieron las armas y vigilias de encuentro y reflexión para estimular la esperanza sobre alcanzar la paz

Continúa el asesinato de líderes sociales en Colombia. Cientos de defensores de derechos humanos, en gran medida reclamantes de tierra, han muerto en el país después del 26 de septiembre de 2016. Si bien ese día el entonces presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC firmaron un acuerdo orientado a poner fin a un conflicto armado de más de 50 años, la sangre sigue clamando desde la tierra.

Múltiples sectores de la sociedad colombiana han manifestado su rechazo a la violencia, incluidos los integrantes de una coalición cristiana por la paz.

El 14 de agosto tuvo lugar en la sede bogotana de World Vision una nueva reunión de esta iniciativa ecuménica. Los objetivos de la actividad fueron analizar la coyuntura y definir líneas de acción encaminadas a incidir en el escenario público como parte del movimiento nacional en contra de la reproducción de las dinámicas de guerra.

Omar Fernández, laico franciscano, expuso cuatro tendencias que, a su parecer, determinan la situación de Colombia y desafían la búsqueda de la paz.

La primera refiere a un nuevo y más complejo momento de la historia del conflicto armado. Persiste la acción de disidencias de las FARC y de otros grupos de origen guerrillero, como el ELN y el EPL, a cuya presencia en el territorio nacional se suma la de agrupaciones paramilitares también vinculadas al negocio del narcotráfico. Este ha cobrado nuevas dimensiones con la irrupción en Colombia de carteles mexicanos de la droga, pero sigue vinculado a economías de enclave que con la agudización del extractivismo atentan en la periferia contra la naturaleza y la calidad de vida de las poblaciones rurales dando pie a altos niveles de conflictividad. Es a escenarios de esta clase a los que se integran en muchos casos migrantes provenientes de Venezuela que en sitios de frontera se encuentran con verdaderas zonas de guerra.

Una segunda tendencia descrita por Fernández implica el deterioro de las condiciones de vida de la gran mayoría de los ciudadanos; fenómeno cuyas causas propone buscar en la crisis global del capitalismo y en reformas adelantadas por los últimos gobiernos de Colombia que han supuesto obstáculos para el goce de garantías en materia de seguridad social.

La tercera tendencia consiste en un ajuste del modelo del régimen político: el ascenso de la ultraderecha — con equivalencias, entre otros, en el caso brasilero—, que alienta la xenofobia y niega espacio de participación política a sectores sociales históricamente estigmatizados en Colombia.

Por último, la cuarta tendencia es la importancia de lo territorial. A partir de lo local se comprueban las formas del despojo, de la expulsión y del control por parte de grupos ilegales, tanto en zonas rurales como urbanas; pero también, las iniciativas de resistencia y construcción cotidiana de paz. Por ejemplo, el norte del departamento del Cauca, territorio ancestral de pueblos indígenas y afrodescendientes acaparado en algunas zonas por propietarios de enormes latifundios y por promotores de minería ilegal, es en la actualidad escenario de un plan de exterminio contra líderes de organizaciones sociales y, a la vez, lugar de iniciativas de no violencia activa adelantadas por parte de estos últimos: verdadero testimonio de alternativas de buen vivir y de rechazo a la guerra.

Líneas de acción, no solo discursos

La Coalición Cristiana por la Paz se ha propuesto desarrollar tres líneas de acción.

La primera, la realización de foros públicos para reflexionar sobre la relación fe y política, religión en el espacio público y el cristianismo como aporte a la transformación social. En vísperas de la Semana por la paz, que cada año desde 1987 se lleva a cabo en Colombia, la articulación ecuménica se plantea involucrar en sus actividades la metodología de diálogos de improbables propuesta por el menonita Jean Paul Lederach, quien afirma que la construcción de paz exige trascender los propios puntos de vista; sumar miradas de futuro para imaginar posibilidades de presente.

La Iglesia Luterana acompaña los procesos de tránsito a la vida civil de un grupo de excombatientes de las FARC en Urabá, una región al norte del país, también sometida al recrudecimiento de la violencia política. La segunda línea de acción de la Coalición Cristiana por la Paz involucra visitar uno de los espacios de reintegración en aquella zona, como expresión de solidaridad hacia quienes depusieron las armas. Según lo previsto, la actividad será complementada con la tercera línea de acción: llevar a cabo vigilias de encuentro y de reflexión para estimular la esperanza sobre la posibilidad de la paz.

La reunión del pasado 14 de agosto, que terminó con acuerdos sobre acciones en común, había iniciado bajo el signo de un relato bíblico comentado por la pastora Stella Colmenares, de la iglesia Diálogos y Fe: la historia del samaritano cuya prioridad fue la misericordia por encima de discursos y preceptos legales; derrotero que guía los esfuerzos ecuménicos de esta articulación cristiana contra la guerra.

Omar Fernández_Uno de los animadores de la Coalición Cristiana por la Paz
Omar Fernández_Uno de los animadores de la Coalición Cristiana por la Paz

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