El prelado chileno dice: "Tenemos que dialogar sobre el país que queremos" Santiago Silva: "El reconocido y creciente bienestar en Chile es sólo para algunos y no para todos, y los pobres no pueden seguir esperando"

Obispo Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
Obispo Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

El obispo y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile condena la violencia y considera que la actual crisis es expresión de un profundo malestar social debido a las desigualdades sociales no consideradas y que se venían manifestando desde hace tiempo

"Existen grupos que, por su posición social y su dinero, ejercen un poder real defendiendo sus intereses, a veces abusivamente vulnerando la ética"

"Debemos buscar las raíces de esa violencia para prevenirla, detenerla y generar formas cívicas y humanas y, de ser posible, incluso constitucionales de hacernos cargo de nuestras diferencias y solucionarlas"

(Iglesia.cl).- En entrevista para la Agencia Informativa italiana SIR, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago Silva Retamales, junto con condenar la violencia que ha llevado a la muerte de 15 personas, señala que la actual crisis es expresión de un profundo malestar social debido a las desigualdades sociales no consideradas, instando a construir acuerdos con la participación de la mayoría y escuchando al pueblo.

Visto desde Europa, los últimos eventos aparecen como un rayo desde la nada ¿Es así o hubo señales de alerta?

Signos de desigualdad han sido manifestados desde hace tiempo por distintas organizaciones. Estos incluyen la Conferencia Episcopal de Chile. En nuestra carta pastoral “Chile, un hogar para todos” –publicada el año 2017– señalábamos: “El clasismo, el desempleo, particularmente el juvenil, la precariedad laboral por falta de cumplimiento de las leyes sociales, los bajos sueldos de los trabajadores -situaciones de las que hemos hablado en muchas ocasiones- y las bajísimas pensiones producen mucha frustración y rabia que generan violencia. En el otro extremo, existen grupos que, por su posición social y su dinero, ejercen un poder real defendiendo sus intereses, a veces abusivamente vulnerando la ética y también infringiendo las leyes para sacar mayores dividendos particulares y, como consecuencia, manteniendo las desigualdades”.

Desde nuestra misión pastoral hemos estado acompañado la vida de las personas que no lo están pasando bien, pero los esfuerzos no han sido suficientes para dismunir las brechas de la desigualdad y evitar el sufrimiento de tanta gente.

Ustedes, obispos, ya han condenado la violencia. En su opinión ¿se debe a grupos minoritarios? ¿O hay efectivamente es tan grande el malestar social?

Condenamos decididamente todo tipo de violencia, porque daña nuestra convivencia y empeora aún más la amistad cívica y la paz social, fundamentales para construir acuerdos en razón del bien común y con la participación de la mayoría. El malestar social se comprende por las diferentes situaciones de precariedad que enfrentan las personas.

Debemos buscar las raíces de esa violencia para prevenirla, detenerla y generar formas cívicas y humanas y, de ser posible, incluso constitucionales de hacernos cargo de nuestras diferencias y solucionarlas.

Estos hechos dolorosos nos exigen como sociedad cultivar una cultura del encuentro, capaz de escuchar y empatizar con los sufrimientos y malestares cotidianos de la sociedad chilena en materias laborales, de salud, seguridad ciudadana, educación, vivienda, pensiones, situación de pobreza, y los desafíos humanitarios de la inmigración, como declaramos en la Declaración del Comité Permanente, el pasado 19 de octubre.

Entonces, ¿la protesta, si se lleva a cabo pacíficamente, tiene alguna razón?

Muchos son los que han mostrado su descontento de manera pacífica. Creemos que todos los que vivimos en Chile tienen un aporte que hacer y las autoridades, particularmente los políticos, desde sus diversos ámbitos de responsabilidad, deben saber escuchar la voz de su pueblo.

Difícil no pensar que hay grupos organizados detrás de los episodios de violencia. ¿Alguien tiene interés en desestabilizar a Chile?

No nos corresponde a nosotros como Iglesia analizar este ámbito. Algunos opinan que sí los hay. Como pastores, el centro de nuestra acción está en la preocupación por los que están sufriendo, acompañarlos espirirualmente y en sus necesidades inmediatas. Que sepan que pueden contar con nosotros.

Los ojos del mundo estarán centrados en las próximas semanas en Chile, que será el anfitrión de la COP25, la Conferencia Mundial del Clima. ¿Podemos esperar que la situación se resuelva antes de este evento?

Sí, esperamos que antes de esa fecha se pueda llegar a un diálogo social centrado realmente en las personas, en sus modos de convivir y habitar la casa o país de todos, y a una amistad cívica fundada en el bien común, esto es, en instancias donde los actores políticos, sociales y económicos puedan prescindir de sus intereses particulares para trabajar por proyectos consensuados en los que la mayoría nos reconozcamos.

Toque de queda y tanques en las calles ... en Europa, los periódicos han escrito que esta es la primera vez que esto sucede desde Pinochet. ¿Es una simplificación?

Solo había sucedido en democracia en el marco de situaciones de emergencia tales como el terremoto y tsunami del año 2010, los incendios en Santa Olga en 2016, entre otros. La diferencia es que esto suceda no por una catástrofe imprevista, como había sido antes, sino por no considerar que había un profundo malestar de personas y familias que se ven afectadas por injustas desigualdades y por prácticas cotidianas que consideran abusivas, porque lesionan especialmente a los grupos más vulnerables.

El reconocido y creciente contexto de bienestar en Chile es sólo para algunos y no para todos, y los pobres no pueden seguir esperando.

¿Cuál llamado hace al pueblo chileno, y en particular, a los políticos y a las fuerzas armadas?

Es hora de mirar con verdad, a rostro descubierto, nuestras riquezas y éxitos, y nuestros conflictos y fracasos. Las autoridades y los partidos políticos, muy especialmente, pero también la sociedad civil y sus organizaciones, las universidades e intelectuales, la propia gente organizada, tenemos que dialogar sobre el país que queremos, para embarcarnos en la construcción de una sociedad que todos podamos sentir como propia y que todos nos comprometamos a cuidar como nuestro más preciado bien común.

Chile, estos días

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