"Es posible una nueva cultura cargada de esperanza", expresan en un mensaje pastoral Los obispos nicaragüenses animan a combatir el "virus" de la desconfianza con la "cultura del encuentro"

La Iglesia, con Nicaragua
La Iglesia, con Nicaragua

"No se trata sólo de “tolerar” al que es distinto - actitud minimalista - sino de 'celebrar' con magnanimidad nuestras diferencias, expresándolas con libertad, con cuidado y con respeto, para acrecentar la riqueza de nuestras ideas y valores", afirman

"¡Soñemos con un país reconciliado! ¡Soñemos con país esperanzado!"

(Vatican News).- Con el título, “la verdad y el perdón, son el fundamento y el camino hacia la paz”, la Conferencia episcopal de Nicaragua envió un mensaje a la ciudadanía, en el que se lee en el texto, “después de casi año y medio de sufrimiento y de dolor que hemos vivido en carne propia la pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, les alienta pronunciar la Palabra de vida y esperanza que reconforta los corazones heridos e ilumina la incertidumbre ante el mal que nos acecha.

Después los obispos se preguntan ¿Cómo poder contribuir a la solución de los acuciantes problemas sociales, políticos, y responder al gran desafío de la pobreza y de la exclusión? ¿Cómo hacerlo en un país que se encuentra en una profunda crisis política, social y económica, en que parece asomarse el inicio de una nueva etapa, con sus correspondientes desafíos para nuestra convivencia democrática? Al respecto es la hora de hacer cambios, y reformas profundas.

Estructuras justas para sociedad justa

En su mensaje los obispos, se preguntan si es posible mantener la esperanza, cuando todo parece indicar que no existe un poder capaz de resolver la crisis, y sobre todo al ver que la palabra de la sociedad civil no cuenta

“¿Es posible hoy en Nicaragua,  ser  católico y trabajar para una Institución que no respeta la conciencia y juega con el hambre  de la gente? ¿Cómo perdonar tanta crueldad a la que hemos sido sometidos? ¿Es posible sanar estas heridas?”. Y responden mencionando el documento de Aparecida: “Las estructuras justas son una condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal […]”.

Crisis de Confianza

La crisis de confianza entre los nicaragüenses, es una de las razones que están en la raíz de este malestar en el país, que “se ha transformado en un virus omnipresente que contagia todas las relaciones de nuestra vida, ¡y esto sí que es reprochable! Se desconfía de la autoridad, se desconfía de las instituciones, se desconfía de las buenas intenciones y hasta de la viabilidad de los proyectos propios. Esta misma desconfianza tensiona la vida familiar, nos aleja de nuestro prójimo y crea barreras entre grupos y sectores. Por esta razón, el diálogo que necesitamos para solucionar nuestros problemas, se ve interrumpido, coartado, ensombrecido. Y hasta desconfiamos de su factibilidad y eficacia para lograr los acuerdos necesarios”.

Para ello, los obispos solicitan al pueblo que se enriquezca el cultivo de la confianza con la “cultura del encuentro”, que implica la actitud más activa del hacerse cargo del otro, "no se trata sólo de “tolerar” al que es distinto - actitud minimalista - sino de “celebrar” con magnanimidad nuestras diferencias, expresándolas con libertad, con cuidado y con respeto, para acrecentar la riqueza de nuestras ideas y valores”.

Y en este día patrio, la Conferencia Episcopal pide que se trabaje por el bien de Nicaragua cuidando, por un lado, y utilizando, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así, como nación. Se ama al prójimo tanto más eficazmente, dicen los obispos, cuanto más se trabaja por un bien de la patria que responda también a sus necesidades reales, teniendo la sabiduría de integrar e incluir sus heridas y desencuentros, ciertamente así seremos capaces de inaugurar una democracia más exigente y cualitativamente más robusta.

Los jóvenes que sigan aportando a la sociedad

Al respecto, los obispos confían en los jóvenes a seguir haciendo sus aportes a la nación, con su estudio y capacitación, con sus energías y anhelos de justicia y libertad con todos los medios no violentos a su alcance. Lo hacemos con palabras del Papa Francisco, en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Rio de Janeiro: “no se metan en la cola de la historia ¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante! ¡Construyan un mundo mejor ¡un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad de solidaridad!” (Papa Francisco, Discurso a los Jóvenes 27 de Julio de 2013).

Recodaron también las figuras de San Romero, y del siervo de Dios, Fr. Odorico D’Andrea, ellos, afirman, no renunciaron a la Verdad y al Amor y por eso hicieron tanto bien a sus pueblos. Y hoy más que nunca, Nicaragua, se lee en el texto,  anhela recurrir a esta capacidad de amar como respuesta al sistema de odio y muerte instalado en Nicaragua, que pretende ocultar la acción de Dios. 

Es necesario perdonar para obtener la paz

Para construir juntos un país en paz y democracia es necesario perdonar, dicen los obispos, “porque la violencia engendra violencia y como dicen nuestras abuelas: “el fuego no se apaga con fuego”. No esperemos que este paso lo den los enemigos del bien, somos nosotros, en primer lugar, quienes hemos de asumirlo, porque el perdón trae consigo esa paz que estamos llamados a cultivar. Si queremos la paz social busquemos primero la paz en nuestros corazones”.

En palabras del Papa Francisco, “el futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad. El futuro nos exige también una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza”. Y para realizar esta misión urgente nos ha invitado con gran lucidez a “peregrinar hacia las periferias existenciales de la sociedad”.

Por último retomando el sueño de  Martín Luther King (28 de junio de 1963),  piden soñar con un país en que “redescubramos la gratuidad en nuestras relaciones personales e institucionales; soñemos con un país en que las personas estén exactamente en el centro de nuestra preocupación y de nuestro quehacer; soñemos en reconocernos como hermanos, como hermanas, más fraternos aún con los más débiles, vulnerables y hermanos con capacidades diferentes; soñemos en que el mayor interés no lo tenga el dinero sino el crecimiento de las personas y la felicidad de sus familias; soñemos con que Nicaragua sea, en verdad, una mesa para todos, también para los que emigran buscando en esta casa nuevos horizontes para su vida; soñemos en un país sin discriminaciones de ninguna especie; soñemos con un país de mano tendida y rostro descubierto; soñemos con un país justo, fraterno y solidario.  ¡Soñemos con un país reconciliado! ¡Soñemos con país esperanzado!"

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