Descubierto por la Universidad de Alicante Hallado en Elda el primer monasterio bizantino de la península ibérica

Ruinas del monasterio.
Ruinas del monasterio.

La llegada del cristianismo en el siglo IV se constata con la presencia de restos con simbología cristiana

Comentábamos aquí en estas mismas páginas de Religión Digital días pasados, con ocasión del viaje a Tierra Santa, que el cristianismo entró en la Península Ibérica a través del Mediterráneo y por la zona Elche-Elda, donde hace años se halló restos arqueológicos cristianos, según las investigaciones hechas por el profesor valenciano  Leopoldo Peñarroja, que las publicó en un libro sobre el cristianismo primitivo. Y que las cercanas Elche y Elda eran sendas sedes episcopales de aquella época.

Ahora, la Cadena Ser ha difundido una noticia del diario El País que recoge un nuevo hallazgo de la Universidad de Alicante por el que sitúa en Elda el primer monasterio bizantino de la península ibérica. El periódico señala que unos pequeños objetos circulares de plomo encontrados en el yacimiento de El Monastil, en Elda, han resuelto un enigma que se arrastraba desde el siglo XIX.

Los expertos de la Universidad de Alicante y del museo arqueológico de la localidad ya pueden afirmar que “el primer monasterio bizantino de la península Ibérica” ha sido identificado.

El director del Museo Arqueológico de Elda, Antonio Poveda, afirma que la investigación ha durado casi 25 años “debido a las dificultades de identificación de los restos arquitectónicos y mobiliario litúrgico hallados”. Se había encontrado muchas pistas en este tiempo, pero nada era concluyente. Ahora los resultados de las últimas investigaciones sí lo son: lo que se había identificado como un yacimiento romano o visigodo en la parte más elevada de un cerro a las afuera de Elda, ha resultado ser una basílica bizantina, la primera desenterrada en España.

Poveda recuerda que el primero que señaló la presencia de posibles restos del monasterio fue el archivero municipal Lamberto Amat en 1873, si bien no pudo datar su construcción. Hace 50 años, el Centro Excursionista Eldense encontró también gran cantidad de materiales arqueológicos, pero tampoco fue capaz de identificarlos. En los años 80, el arqueólogo Enrique Llobregat sí confirmó la “existencia de un monasterio cristiano” en la cima. Relacionó algunos fragmentos con “un altar sigmático [de estilo griego] de mármol”.

Ahora además del conjunto de pesos con inscripciones en griego, en las últimas excavaciones dirigidas por Antonio Manuel Poveda se ha hallado una gran basa octogonal de columna, típica de la arquitectura bizantina y única hasta la fecha en toda la Península.

Cima del poblado
Cima del poblado

Elpoblado íbero-romano de El Monastil

 El poblado íbero-romano de El Monastil se encontraba ubicado al norte de Elda, Alicante, en España, en la sierra conocida como El Monastil, ocupando la cresta y ladera sur de la misma.

Su origen se remonta al siglo V a. C., y se constituyó como una de las poblaciones contestanas del levante español. Con anterioridad, en la Edad del Bronce, ya habían existido asentamientos humanos en la misma zona.

Las características geográficas le situaban al abrigo de los climas rigurosos, próximo al río Vinalopó y en una zona, entonces, de bosque mediterráneo y recursos hídricos suficientes, abundante en caza menor. La sierra tiene un defensa fácil por su cara norte, al ser escarpada.

La disposición de las viviendas ocupaba la ladera sur y la cresta, protegidas por una muralla hacia el norte, con unas dimensiones entre 7 y 28 metros cuadrados cada una, alineadas y que debieron tener una población estable de entre 150 y 200 individuos, que se fueron incrementando conforme se extendió a la llanura que se aproxima a la ribera del río.

El comercio fue abundante con el resto de poblaciones iberas, pero también se han encontrado restos que explican un importante intercambio con poblaciones del mediterráneo como griegos, fenicios, cartagineses y romanos.

Sarcófago paleocristiano de El Monastil

En el periodo de romanización, el poblado quedó dentro de la zona de Cartago Nova, constando la ciudad ibero-romana con el nombre de Elo. Las fáciles comunicaciones a través de la Vía Augusta y desde el Vinalopó con Illici (la actual Elche) y el correspondiente acceso a Lucentum (actual Alicante) y a la rica zona del Tossal de Manises, facilitaron la permanencia del poblado en el interior de la actual provincia de Alicante. Se conoce su esplendor en el siglo I dC, con distintas villas romanas en su zona de influencia y otros asentamientos menores en el valle del vinalopo. La actividad económica se fortaleció en dos terrenos: la producción cerámica, con intercambios datados en la actual Italia, Francia y norte de África, y el esparto, que permitió un amplio desarrollo de la cestería.

A finales del siglo I d. C. las crisis del Imperio romano afectaron a la zona, con el repliegue de una parte de la población de nuevo a la zona montañosa. Paralelamente, las villae romanas del valle se expanden acogiendo a distintas familias. La actividad comercial decayó en beneficio de cierto nivel de autarquía.

La población sufrió, a partir de este momento, sucesivos periodos de expansión y contracción, según la situación política. Poco a poco el valle de Elda se fue ocupando, se extendió la roturación de la tierra y proliferaron las villae. El poblado de Elo permaneció, pero no siempre fue centro desde el que irradiase la actividad del conjunto de la zona.

La llegada del cristianismo en el siglo IV se constata con la presencia de restos con simbología cristiana, además del trozo de un sarcófago de mármol con escenas de Jonás y la ballena. Este último periodo de la época romana lo es también de un segundo renacer de la comunidad de Elo, donde de nuevo abunda el comercio. La llegada de los visigodos dará lugar a una nueva etapa de plena cristianización y un nuevo modelo social y político para la que entonces será una ciudad episcopal.

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