Tepotzotlán y los jesuitas

Tepotzotlán
Tepotzotlán

Museo Nacional del Virreinato y el Colegio de San Francisco Javier, huella jesuítica de su presencia en el mundo novohispano

"Es admirable y causa asombro constatar la clarividencia de los hijos de San Ignacio por la intuición acertada al escoger enclaves en posición privilegiada"

México sorprende por la riqueza de su patrimonio milenario en el que se entrecruzan variadas culturas que son el alma de su identidad presente. He tenido la dicha de visitar México, en esta ocasión, con motivo de los 40 años de la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que tuvo lugar en la ciudad de Puebla de los Ángeles. Siempre es una oportunidad preciosa para disfrutar del arte, la historia y gozar la amistad de compañeros clérigos y laicos con los que he podido compartir experiencias inéditas, siguiendo las huellas de Fray Juan Ramos de Lora y de Mons. Jesús Manuel Jáuregui Moreno, pues ambos vivieron en estas tierras.

 En el camino de Puebla a San Luis Potosí, mis buenos amigos, el Padre Carlos Medina López y los Dres. Carlos Fernández y Ricardo Castro, planificaron visitar la población de Tepotzotlán en los límites del estado de México con Hidalgo, para recorrer el Museo Nacional del Virreinato y el Colegio de San Francisco Javier, huella jesuítica de su presencia en el mundo novohispano.

Es admirable y causa asombro constatar la clarividencia de los hijos de San Ignacio por la intuición acertada al escoger enclaves en posición privilegiada y en atinar, en un mundo nuevo y desconocido para ellos, cual debía ser su tarea evangelizadora y cultural en medio de pueblos de diversa cultura, cargados de cosmovisiones y modos de vivir extraños para los europeos. En el último cuarto del siglo XVI, se instalaron en Tepotzotlán a escasos cien kilómetros de Tenochtitlán capital imperial azteca y sede del gobierno virreinal colonial.

 Para cumplir su misión, fundaron el colegio seminario al que más tarde le pusieron el nombre del primer santo de la Compañía. Había que aprender y enseñar varias lenguas indígenas y el castellano y dedicarse a la formación de los niños y de los hijos de los caciques. A la vez, ser seminario para las vocaciones autóctonas y sede del noviciado jesuítico para la primera formación de los futuros miembros de la Compañía. Todo ello bajo las estrictas normas pedagógicas, disciplinares, de enseñanza religiosa y cultivo humanitario y científico, que tanto lustre le ha dado a sus obras desde su fundación hasta hoy. Sobre este tema ha escrito profusamente el P. José del Rey Fajardo y vale la pena imbuirse de dicha metodología para captarla a cabalidad.

Colegio San Francisco Javier

 Buenos mecenas y el trabajo tesonero en torno al Colegio-Seminario quedan como piedras vivas en las dependencias adyacentes a la iglesia, centro de la fe, signo de la trascendencia y cohesión en torno al culto cristiano. Entre tiempos de bonanza y escasez fueron surgiendo y embelleciendo aquellos recintos. El siglo XVIII fue el momento de mayor esplendor en la riqueza del barroco que se prodiga desde el retablo del altar mayor a las capillas laterales. La mano y el genio de Miguel Cabrera, uno de los maestros del arte novohispano de dicho siglo, se desparrama por doquier, en una catequesis plástica en torno al santoral jesuítico y a las devociones propias del tiempo colonial. La imagen de la Virgen de la Luz y San José con capa blanca cautivan por su belleza y originalidad. Al igual que la capilla lateral, réplica de la casita de Nazaret, venerada en la localidad italiana de Loreto.

 El esplendor del conjunto arquitectónico y del colegio quedó truncado en 1767 por la expulsión de la Compañía de Jesús de los dominios españoles. El abandono en quedó, las vicisitudes del siglo XIX con la independencia y los regímenes liberales de entonces, le dieron diversos usos no cónsonos con su diseño original. Gracias a los paisanos del lugar, convertidos en custodios, no permitieron mayores daños. El siglo XX despertó en las autoridades rescatar tan valioso tesoro para convertirlo en el Museo Nacional del Virreinato. No figura Tepotzotlán en los circuitos habituales turísticos, pero sugiero a quienes pisen aquellos lares darse una escapada a este hermoso rincón, acicate para que hagamos hoy lo que en condiciones nada fáciles levantaron los intrépidos hijos de San Ignacio, preservando y cuidando las culturas de nuestros pueblos.

Museo nacional del Virreinato

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