La oración del sacerdote ante el Belén Ante el misterio de Belén...

Al colocar el misterio del nacimiento en la entrada de mi casa...la oración me ha podido, y la locura me ha poseído para llegar a aspirar a la riqueza de su pobreza, a la fortaleza de su debilidad, y al orgullo amoroso de su humildad entregada. Así lo he sentido y lo comparto con vosotros.

Oración sacerdotal ante el misterio.

el misterio

Este año me he adelantado al tiempo litúrgico y me he dispuesto a señalar externamente el tiempo en mi propia casa. Como un niño, con los ojos brillantes y el corazón a punto, he preparado el estrado con cajas de cartón guardadas, lo he forrado con telas entrañables del recuerdo de la madre y los colores de Latinoamérica, y con mucha emoción he colocado las figuras sencillas –las de siempre- con otra posición, deseando novedad e ilusión.

María arrodillada y contemplativa, José de pie protector y atento al niño, el buey ensimismado, el burro sin entender pero con mirada fija en el pesebre sabiendo que hoy lo ha prestado para algo importante… y a un lado, convirtiéndose en puro centro, con un poder sencillo e impresionante, un niño  de tamaño nuevo, un regalo de emoción… Lo he colocado en su lugar, con el capítulo cuarto de Mateo de fondo, el texto me ha llevado a tocarlo en su transversalidad de encarnación: pobre, débil y humilde, absolutamente sencillo y sobrio.

Y mi mirada se ha convertido en oración, el montaje en liturgia, el silencio en grito, y la palabra se ha hecho puro deseo de amarle y seguirle en lo que él pone tan a mano, para poder alcanzarle. Sí, la oración me ha podido, y la locura me ha poseído para llegar a aspirar a la riqueza de su pobreza, a la fortaleza de su debilidad, y al orgullo amoroso de su humildad entregada. Así lo he sentido y lo comparto:

Misterio

Te siento pobre entre los pobres, Señor. Tú sabes pasar hambre, dormir a la intemperie, quedarte solo, sentir miedo y angustia, padecer… no hay pobreza o sufrimiento que te quede lejos, que no te toque o no conozcas. Hoy me siento y me descubro pobre ante ti, ante tu pobreza es riqueza para mí. Ilumina mis pobrezas, mis límites, ayúdame en la mística de tu pobreza donde el límite se abre la posibilidad, el dolor al alivio, el sufrimiento al consuelo, el cansancio a la esperanza.

Tu misterio de vida y sentido me sobrepasa, te haces fuerte en la debilidad. Contemplo cómo huyes del éxito, de los reinados y poderes de este mundo. Vences la tentación del espectáculo y la fama, del reconocimiento externo y social, del currículum programado, de la religiosidad marcada y normativizada sin espíritu. Sólo el Padre, su voluntad y su palabra alimentan tu yo de hijo querido, de hermano comprometido, de servidor de lo humano, ahí encuentras tu fortaleza, te abres y te dejas habitar por el Espíritu del padre que da la vida y te entrega en gratuidad a todos, como pan partido. Yo necesito tu gracia, dame tu palabra, para salir de mi pobre discurso, de mis incoherencias, de mi escena y entrar en la pura realidad, en la desnudez de lo humano, con tu lectura creyente esperanzada.

Misterio

En ti no hay orgullo alguno, no poder alzado, no es desde arriba por donde llega tu salvación, ni tu mensaje de evangelio. Es en tu humildad donde presentas tu grandeza de gratuidad radical y apuesta por los pobres, dejándote poseer en el pesebre, en el pueblo, en la cruz y en la resurrección… tu grandeza y gloria está en ser pan comido, humildad radical del que entrega su vida en favor de sus hermanos. Tú solo le das culto a Dios y lo haces en la proexistencia que es capaz de generar vínculos comunitarios entre los hombres, fraternidad universal.  Hazme humilde como tú, que mi orgullo sean los otros, en descubrir cómo te revelas en lo sencillos y en los pobres de este mundo, porque en ellos está tu gloria verdadera.

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