Conchiña y Pepe, de Aguis

Vamos llenando nuestro capacho de pequeñas cosas, tal vez, nos producen tanto placer como una gran catedral, las obras maestras de un museo, porque hacen removerse nuestro interior. Lo que leemos, lo que vemos en un museo, acumula conocimientos, son pasado, lo que vivimos se convierte en experiencia. Sólo lo que queda y permanece nos hace más independientes del mundo. La nostalgia de estos días nos revela algo de nosotros mismos que no conocíamos, algo de la vida de la gente que nos rodea que ignorábamos porque no nos interesaba. Ayer, en el velorio recordamos recuerdos y contamos anécdotas de las que fueron protagonistas Conchiña y Pepe: han ido a la escuela con muchos de nosotros, han estado en misa y han reído, bailado y cantado en las fiestas con todos nosotros. Hoy hemos rezado y cantado en su funeral y hemos llorado cuando, en el cementerio, les hemos dicho, hasta luego, esperarnos. Adiós.
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