Meditación en silencio

En Loureses aprendo a ver en silencio. Sólo de vez en cuando llegan hasta mi desde lugares inciertos voces de personas que hablan de cosas que no puedo percibir, los ladridos del perro en e patio o que llegan de los pueblos vecinos, el pio triste y monótono de un gorrión en la higuera del patio que me recuerda la monocorde canción de los ciegos que antaño venían por las aldeas. Recuerdo lo que me dijo un hombre que llevaba más 47 años en silla de ruedas: “No sé si soy yo quien se detiene ante las cosas o se detienen ellas delante de mi. Los que pueden andar pasan delante del mundo sin detenerse, sin gustar su esencia. La prisa, el frenesí, son enemigos de la meditación y sin meditación no se puede llega al fondo de nada”.
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