Obediencia ciega

El sindicalista con quien viaje también dijo: “La obediencia al jefe es un dogma. Quien se mueve no sale en la foto. Al empezarlas reuniones pueden pedir pareceres, opiniones. Cuando el jefe ha hablado no hay nada que añadir”. Comenté: Si las cosas son como dice Usted, y o tengo porqué dudarlo, todo lo contrario, en los sindicatos no hay democracia. En esto imitan a los partidos que tampoco la tienen. “Los sindicatos y los partidos, en su funcionamiento interno son estalinistas. No hay más voz ni más opinión que la del jefe”. No sé por qué nos extrañamos los ciudadanos de que no nos hagan caso o de que los políticos hagan todo por tapar la boca a los periodistas que no dicen lo que ellos quieren oir. “Los políticos y los sindicalistas [se refería a los dirigentes] hacen parte de la misma pandilla. Nunca se harán daño unos a otros. Ya lo dice desde hace tiempo la sabiduría popular: “Lobo no tira bocado a lobo”
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