El sueño que me sueña

No es necesario pedir con Don Miguel: “vuélveme a la edad aquella/ en que vivir es soñar” porque yo sueño el sueño y me siento soñado por cada niño y disfruto de los recuerdos, “recuerdo de los días benditos que fueron”, que olvidados siguen existiendo, tal vez, en lo más hondo. La hermosura de sus sueños me hace perder el hilo de mi sueño y me dejo llevar por sus miradas como rayos. Me digo en sus sueños que hacen más perceptible lo espiritual y fortalecen el silencio. Ellos comprenden mis sueños, mis deseos y hasta adivinan mis pensamientos que hoy a penas tengo porque sólo admiro y contemplo sus sueños que me transportan más allá del umbral que me ciñe. Por momentos es difícil soportar la contemplación de tanta poesía, cumbre de la vida, que llena de gratitud el corazón y remodela la fe en uno mismo y en los otros.
Volver arriba