El cardenal de Madrid inaugura el Centro de Pastoral Social Cardenal Osoro: "Ser cristiano es dejarse 'golpear' el corazón"

Cardenal Osoro en la inauguración del Centro de Pastoral social
Cardenal Osoro en la inauguración del Centro de Pastoral social

Carlos Osoro, inauguró –de manera oficial– el Centro Diocesano de Pastoral Social Santa María de Fontarrón, impulsado por él mismo en 2017 en la extinta parroquia del mismo nombre.

Tras agradecer el momento, el cardenal subrayó que "formamos parte de la realidad, y ahí llevamos a cabo lo que, de alguna manera, en este centro se quiere hacer ver», porque «no podemos permitir que haya gente excluida, que haya descartes y abusos.

Se confesó "obispo de todos, incluso del que no quiere saber nada conmigo". Y lo soy "no para invadirle, sino para saber que puede contar conmigo para todo lo que quiera".

«Quiero agradecer al Señor este momento y que podamos inaugurar este Centro de Pastoral Social, para que este lugar se ponga al servicio de los que más lo necesitan». Con estas palabras resonando, a viva voz, allí donde los pobres tienen un lugar preferencial en la tierra, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, inauguró –de manera oficial– el pasado domingo, 17 de marzo, el Centro Diocesano de Pastoral Social Santa María de Fontarrón, impulsado por él mismo en 2017 en la extinta parroquia del mismo nombre.

El purpurado destacó en su homilía que «cuando uno tiene a Dios en la vida, ve todo de una forma distinta». Si tengo a Dios en nuestro corazón, incidió, «sé que todos son mis hermanos y no puedo dejarlos tirados; independientemente de lo que piensen y crean, son hermanos míos».

Con el Evangelio en la mano, recordó que «si vivo eso, estoy salvado y salvo a los demás», porque «los trato como alguien que tiene nombre, y el nombre más importante es que es hijo de Dios y, por tanto, hermano mío».

Contra la «cultura del abuso»

El arzobispo subrayó que «somos miembros de un pueblo que el Señor elige para hacerse presente entre los hombres», y que tiene la misión de «hacer ver a los hombres que somos ciudadanos del cielo». Formamos parte de la realidad, «y ahí llevamos a cabo lo que, de alguna manera, en este centro se quiere hacer ver», porque «no podemos permitir que haya gente excluida, que haya descartes y abusos».

Sin exclusiones
Sin exclusiones

En esta misma línea, hizo especial hincapié en la necesidad de acabar con «la cultura del abuso», de todo tipo… «No solo abuso sexual», sino «también económico o de no reconocer la dignidad de las personas».

Con la mirada de todos los presentes fija en la del pastor de la Iglesia madrileña, animó a llevar la Buena Noticia y a entregar «la dignidad que Dios ha dado al ser humano», pues «somos imágenes de Él y nos ha entregado este mundo para que paseemos por él». Y hacerlo, a pesar de que nosotros «hagamos fronteras».

«Yo soy obispo de todos»

«Tenemos que tener realidades en nuestra vida como este Centro», insistió, que visibilice «que no hay exclusión, que hay que crear fraternidad, que la dignidad del ser humano es un derecho y que aquí no se va a pedir un carné de identidad para que venga el que cree o no cree… Nosotros estamos en el mundo para servir a todos los hombres».

Y haciendo suya la Palabra, confesó que «yo soy obispo de todos, incluso del que no quiere saber nada conmigo». Y lo soy «no para invadirle, sino para saber que puede contar conmigo para todo lo que quiera». Nosotros «somos ciudadanos del cielo», y un ciudadano del cielo «no excluye a absolutamente nadie». Si haces exclusión, «no eres discípulo de Jesucristo».

Una misiónque exige un encuentro radical con Jesucristo: «De otra manera, tendremos ideas, pero no a Cristo en nuestra vida». Y «cuando uno se encuentra con Dios, se transforma». Por ello, «no tengáis una especie de cristianismo de horario, porque es no es de cristiano; ser cristiano es dejarse golpear el corazón».

«Una Iglesia que no abandona a Jesús»

Finalmente, el purpurado incidió en que hoy hay «una llamada a todos nosotros a que dejemos pasar la luz de Dios a todos los hombres», y «este lugar es propicio para descubrir cómo debemos pasarla».

«No seamos teóricos y demos la mano a todos», «no pasemos de largo y de nadie». Con este deseo de ser «una Iglesia que no abandona a Jesús», el cardenal concluyó que «al inaugurar este centro, Él nos golpea y dice que hay que escucharle, no lo olvidéis: cambiad vuestra vida y vuestra dirección, vivid una experiencia fuerte de Dios y que la Palabra del Señor no sea una palabra más».




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