Rouco logró que el Papa permaneciera ante los jóvenes durante la tormenta

Llovió, tronó, sopló el vendaval, que se llevó por delante el solideo del papa y la cruz de las JMJ. Cientos de miles de jóvenes -millón y medio según la organización-, absolutamente empapados, comprobaban con temor cómo Benedicto XVI interrumpía su discurso a los jóvenes en el aeródromo de Cuatro Vientos. Durante casi quince minutos, se temió que no pudiera seguir. Y no pudo. La tormenta impidió que continuara su discurso. Sus colaboradores le impelían para que saliera del altar. Pero el cardenal Antonio María Rouco Varela, en el día de su cumpleaños, le rogó que permaneciese junto a los jóvenes. Así lo hizo el Papa.

A los quince minutos, paró la lluvia, y el pontífice pudo saludar en distintos idiomas, pero no pronunciar en voz alta unas palabras en las que condenaba con dureza "la cultura relativista dominante" que "renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad", y exigía a los jóvenes "que ninguna adversidad os paralice". "No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad", dijo -bueno, no dijo- el papa. Sí que improvisó un agradecimiento "a vuestra alegría y resistencia. Vuestra fuerza es mayor que la lluvia".

En sus palabras no pronunciadas, pero sí publicadas por la organización y dadas por válidas después por el Vaticano, el papa se preguntaba "¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual?". La respuesta, muy clara. "Dios nos ama. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios".

El papa animó a los jóvenes a seguir fieles a la Iglesia "aun en medio de contrariedades y sufrimientos", para poder encontrar "la raíz del gozo y la alegría".

A su juicio, ahora, cuando "la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad", los jóvenes deben "proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. Él, que tomó sobre sí nuestras aflicciones, conoce bien el misterio del dolor humano y muestra su presencia amorosa en todos los que sufren".

"Queridos amigos -prosiguió el papa-, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad", afirmó, rotundo, Benedicto XVI, instando a los jóvenes a "perseverar con alegría y fidelidad", en las distintas vocaciones (matrimonio, sacerdocio o vida consagrada).

baronrampante@hotmail.es
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