Rouco logró que el Papa permaneciera ante los jóvenes durante la tormenta
A los quince minutos, paró la lluvia, y el pontífice pudo saludar en distintos idiomas, pero no pronunciar en voz alta unas palabras en las que condenaba con dureza "la cultura relativista dominante" que "renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad", y exigía a los jóvenes "que ninguna adversidad os paralice". "No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad", dijo -bueno, no dijo- el papa. Sí que improvisó un agradecimiento "a vuestra alegría y resistencia. Vuestra fuerza es mayor que la lluvia".
En sus palabras no pronunciadas, pero sí publicadas por la organización y dadas por válidas después por el Vaticano, el papa se preguntaba "¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual?". La respuesta, muy clara. "Dios nos ama. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios".
El papa animó a los jóvenes a seguir fieles a la Iglesia "aun en medio de contrariedades y sufrimientos", para poder encontrar "la raíz del gozo y la alegría".
A su juicio, ahora, cuando "la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad", los jóvenes deben "proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. Él, que tomó sobre sí nuestras aflicciones, conoce bien el misterio del dolor humano y muestra su presencia amorosa en todos los que sufren".
"Queridos amigos -prosiguió el papa-, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad", afirmó, rotundo, Benedicto XVI, instando a los jóvenes a "perseverar con alegría y fidelidad", en las distintas vocaciones (matrimonio, sacerdocio o vida consagrada).
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