La infancia de Jesús. Revisión crítica (XIII). Jesús como “Hijo de David” según Pablo de Tarso. Cuarta parte (663)

Escribe Antonio Piñero

Sigo con la serie de textos –instrumentos o bases de trabajo para las hipótesis interpretativas– que prometí ayer.

3. El mesías como entidad divina:

• Cuando se convierta al Señor, se levantará el velo. 17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. 18 Pero todos nosotros, que con la faz descubierta reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, transformándonos en esa misma imagen de gloria en gloria: como por el Espíritu del Señor (2 Cor 3,16-18).

• Y que Dios mismo, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús haga recto nuestro camino hacia vosotros. 12 Y en cuanto a vosotros, que el Señor os haga abundar y sobreabundar en el amor de unos para con otros, y para con todos, como es nuestro amor para con vosotros, 13 para que se afirmen vuestros corazones irreprochablemente en santidad ante Dios, nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús Mesías, con todos sus santos (1 Tes 3,11-13).

• Pues lo que era imposible a la Ley, en cuanto que estaba debilitada por la carne, Dios, tras enviar a su propio Hijo en semejanza de la carne pecadora y por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que la justicia de la Ley se cumpla en nosotros que caminamos no según la carne, sino según el espíritu (Rom 8,3-4).

• Y por la magnitud de las revelaciones, para que no me engría por ello, me fue dado un aguijón para la carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. 8 Sobre esto tres veces rogué al Señor que se alejara de mí. 9 Pero me dijo: “Te basta mi gracia, pues la fuerza llega a su consumación en la flaqueza” (2 Cor 12,7-9).

• Y así está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida (1 Cor 15,45).

• Mas ahora hablamos de sabiduría entre los perfectos […] 8 no conocida por ninguno de los príncipes de este mundo, pues si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la Gloria (1 Cor 2,8).


4. Retroproyección de la imagen divina de Jesús como el Resucitado y el Exaltado hacia su vida terrena


• Tened entre vosotros los mismos pensamientos que en Cristo Jesús: 6 El cual, existiendo en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios. 7Sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo, llegando a ser en semejanza de hombres y fue hallado en condición de hombre; 8y se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Flp 2,6-8)


5. El “nombre” del Mesías (esencia, naturaleza, personalidad)

• A los santificados en Cristo Jesús, llamados, santos, con todos los que invocan en todo lugar el nombre de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor 1,2).

• Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 12 No hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, que enriquece a todos los que le invocan. 13 “Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Jl 2,32). 14 Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? (Rom 10,9.12.14; aquí el Señor es Jesús indudablemente por los vv. 9 y 14).

• Por ello Dios lo exaltó y le concedió graciosamente el nombre que está sobre todo nombre. 10 Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para gloria de Dios Padre (Flp 2,9-11)


Jesús es la Sabiduría divina:

• Nosotros por el contrario predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos y necedad para los gentiles; 24mas para los llamados, tanto judíos como griegos, proclamamos a Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. (1 Cor 1,23).

Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. 30Y de él viene que estéis en Cristo Jesús, el cual se convirtió en sabiduría de Dios para nosotros, justicia, santificación y redención, 31a fin de que, como está escrito: “El que se gloríe, gloríese en el Señor” (1 Cor 1,29-31).

Complemento: dos discípulos, parciales, de Pablo, no tan completos como Marcos, identifican al Jesús viviente y moral con la Sabiduría divina:

• «Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras». (Mt 11,18-19).

“Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos» (Lc 7,34-35).

En estos dos textos complementarios, paulino, se ve cómo el Mesías hace las obras de la Sabiduría divina, o bien es un “hijo” de la Sabiduría divina. De cualquier modo es la encarnación de la Sabiduría divina en la tierra.

Ahora puede comprenderse mucho mejor el complejo texto de Flp 2,6-15 que habla de Jesús como ser humano, pero a la vez como el nuevo Adán, y finalmente, tras su sacrificio de muerte en cruz asumido voluntariamente, cómo su “nombre” (esencia, naturaleza, personalidad) es exaltado sobre cualquier otro “nombre” (esencia, naturaleza, personalidad):

“Tened entre vosotros los mismos pensamientos que en Cristo Jesús: 6El cual, existiendo en forma de Dios, no consideró rapiña ser igual a Dios. 7Sino que se anonadó a sí mismo tomando forma de esclavo…Por ello Dios lo exaltó y le concedió graciosamente el nombre que está sobre todo nombre. 10 Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para gloria de Dios Padre (Flp 2,5-11).

Seguiremos mañana con textos puramente judíos que nos indicarán la historia interna del judaísmo y que nos aclararán por qué Pablo llegó hasta este punto de concebir sin problemas un mesías humano, un mero ser humano, y posteriormente, una entidad divina sobre la que recae o se encarna el “nombre” preexistente del Mesías.

Esta bajada del “nombre” sobre el mesías humano lo hace divino, igual a la Sabiduría divina, mano derecha de Dios, agente mesiánico, después de su resurrección. Pero esas características divinas que en el tiempo vienen después de la resurrección se reflejaban retrospectivamente antes, en su vida mortal. Y esta concepción no era para Pablo ni para un judío de su época ninguna contradicción. Ni tampoco para sus seguidores inmediatos judeocristianos o “temerosos de Dios” o adeptos de las religiones mistéricas, amigos del esoterismo. Pasado el tiempo, decenas de años, sus discípulos ya constituidos en una iglesia bien asentada en el mundo tratarán de esclarecer completamente su pensamiento del que solo se habían conservado restos, sus cartas.

Pronto terminamos con esta serie de “bases de trabajo” sobre las que elaborar las hipótesis.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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