Pablo de Tarso y el infierno. “Compartir” (237) de 22 de agosto de 2016. Preguntas y respuestas.

Escribe Antonio Piñero

Pregunta:



Pablo fue un artífice aplicando y re-interpretando conceptos del AT y del helenismo, como redención, propiciación, etc., y colocando como eje central la cruz y Jesucristo, garantizando así una salvación eterna. Pero, habló Pablo del infierno, del castigo eterno, si no se acepta a Jesucristo como salvador? Más o menos cuándo se integraron esos conceptos en las comunidades cristianas?


RESPUESTA:


Pablo no habla estrictamente del infierno ni del sheol, o gehenna, como sí lo hace Jesús. Pablo no lo hace porque no lo considera necesario ni pertinente. Todo el mundo judío conoce esto. Sólo le interesa insistir en la salvación…, a saber la de Israel ante todo, y la de los gentiles conversos necesarios para que se forme el nuevo Israel mesiánico, la nueva familia de Dios antes del Juicio inminente.


Pablo sí habla indirectamente de aquellos que no escuchan el mensaje del evangelio y que están destinados a la perdición (da por supuesto que es aniquilación total o castigo eterno), pro no lo expresa. Tomo algunas notas de mi libro sobre Pablo (“Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”. Editorial Trota, Madrid, 2015. (Hay versión electrónica; consúltese, por favor, la Página Web de la Editorial).


Me pregunto: Según Pablo, ¿quiénes se van a salvar? La respuesta puramente teórica es: Todos, o mejor, potencialmente todos: 1 Cor 15,22: Como, pues, en Adán mueren todos, así también en Cristo serán vivificados; 2 Cor 5,19: la reconciliación con Dios del “mundo” es la reconciliación de toda la humanidad = Rom 11,15; Rom 5,18: Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también por la obra de justicia de uno solo se procura a todos los seres humanos la justificación que da la vida. Pero, de facto, da la impresión al leer a Pablo de que muchos perecerán. Los que se van a salvar son pocos en realidad, a tenor de lo que se desprende de la lectura de 1 Tes 4,13-17 (se salva un puñado de fieles). Igualmente en una serie de pasajes:


• Y si todavía nuestro evangelio está velado, lo está entre los que se pierden, 4 para los incrédulos, cuyos pensamientos cegó el dios de este mundo para que no les brille la luz del evangelio de la gloria de Cristo (2 Cor 2,3-4).


• Pues muchos caminan según os dije muchas veces, y ahora os lo repito llorando, como enemigos de la cruz de Cristo, 19 cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza y que piensan en las cosas de la tierra (Flp 3,18-19).


• Pues cuantos sin Ley pecaron, sin Ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la Ley, por la Ley serán juzgados (Rom 2,12; pero nadie cumple la Ley completa: Rom 3,23 etc.).


Parece no tener Pablo una teología al respecto en nada diferente del autor del Libro IV de Esdras, un poco posterior a su época (en torno al 100 d.C.): son muchos los hombres sobre la tierra, pero casi todos son impíos. Tanto los israelitas como los gentiles se salvarán por el cumplimiento de la Ley, pero muy pocos son verdaderamente observantes, por lo que quienes se salvarán son escasos.


Véase lo que dice en Rom 9,20-23


20 ¡Oh hombre! ¿Quién eres en verdad tú para replicar a Dios? ¿Acaso la pieza de barro dirá a quien la modeló: “Por qué me hiciste así”? (Is 29,26 LXX) […] 22 Pues bien, ¿Y qué si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, soportó con gran paciencia objetos de ira dispuestos para la perdición, 23 a fin de mostrar la riqueza de su gloria con los objetos de misericordia que de antemano había preparado para gloria…


2 Cor 2,14-16 apunta a una cierta predestinación de los que se salvan y de los que se pierden:


Gracias a Dios que por todas partes nos asocia en su triunfo en Cristo, y hace perceptible por nosotros el olor de su conocimiento. 15 Porque somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. 16 Para unos, olor de muerte hacia la muerte; para otros, olor de vida para la vida.

El olor de muerte hacia la muerte; para otros, olor de vida para la vida son frases que suponen una teología paulina de la predestinación. Y en 2 Cor 4,3-6 Pablo parece indicar que la divinidad permite que el dios de este mundo (Satán) ciegue a los incrédulos, lo cual es una suerte de predestinación:

Y si todavía nuestro evangelio está velado, lo está entre los que se pierden, 4 para los incrédulos, cuyos pensamientos cegó el dios de este mundo para que no les brille la luz del evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.


Y la pregunta: ¿a dónde van los condenados, los perdidos, etc.? Pues Pablo como buen judío que es, y pensador de la época del Segundo Templo, no necesita responder a algo que todos soben. Irán los perdidos o los condenados a la gehenna del fuego eterno. Esto es doctrina común judía en esa época.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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