Un itinerario creyente Antxon Amunarriz, teología en estado puro

La teología en camino, una guía

La teología en camino

La  teología en camino. Una Guía, Verbo Divino, Estella 2018, 160 pags.

Antxon Amunarriz (Hondarribia, 1945), franciscano capuchino, doctor por Lovaina, formador de religiosos y profesor de teología en México, es un pensador cristiano muy significativo. Ha publicado pocas cosas, pero todas muy hondas. Es parco en escribir, esquemático y preciso, pero siempre intenso, profundo, sugerente.  

   Sus escritos dejan ganas de seguir leyendo y, más aún, de seguir pensando, dialogando con él, aprendiendo juntos. Es más propenso al lenguaje hablado que el escrito, perro lo que escribe lo hace de un modo extraordinariamente denso.

          Yo le siento como un hombre de Francisco de Asís y de Buenaventura  (que conocía con manos y mente de amor, caminando en/con Dios), como un hombre de Juan de la Cruz (subida desde noche a la  luz, como dice su  libro: Dios en la noche. Lectura de la noche oscura de san Juan de la Cruz, 1991).

Buenaventura interpretaba la teología como "itinerario de la mente en Dios.  Antxon Amunárriz la entiende como  proceso de transformación en y desde Dios (así lo ha señalado en un libro anterior: Un camino de conversión a Dios, Paulinas, Madrid2001).

  Ha sido para mí un privilegio haberle conocido, es un privilegio y estímulo leerle, y por ello quiero dar gracias a Ediciones Verbo Divino,  que ha rescatado este libro del posible olvido en que lo hubiera dejado Antxon. Es un libro pequeño, pero ambicioso, desde su humildad, que es en este caso auténtica verdad: Es un libro-guía para recorrer el camino de la reflexión teológica,  como despliegue y desarrollo pensante de la fe, en línea de entendimiento y de práctica cristiana.

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Un encuentro

 He tenido la suerte de  conversar con él sobre los temas y entramados de este libro, cuando estaba en ciernes, con ocasión de un breve curso que dicté en México DF, el año 2015.  Todos me decían: “Tienes que hablar con Antxon”, como si yo tuviera la obligación de conocerle. Era  un “mito vivo” de la teología, una referencia base en el estudio y contenido más intenso de la teología. Y así fe que nos vimos, pasando juntos una inolvidable jornada teológica.

Yo no le conocía, aunque había colaborado con dos de sus hermanas, mercedarias de Bérriz. Pero aquel día nos conocimos, y pudimos hablar, toda una tarde, tras una conferencia en el centro de estudios teológicos de los religiosos de México. Fue una experiencia inolvidable. Nadie, en los últimos años, me llegado tan hondo en teología, ofreciéndome una visión de conjunto de su origen, despliegue y sentido, desde una perspectiva de experiencia mística y de racionalidad comprometida, en clave de transformación personal

Volví a Salamanca, escribí unos apuntes sobre nuestro encuentro.

 Ahora los revivo y actualizo con la publicación del libro, un libro  esencial  sobre el despliegue del pensamiento cristiano de (desde) la fe, en la línea de Buenaventura (Intinerario de la mente “en” Dios), de Juan de la Cruz (pensamiento radical y de luz en la noche), desde la nueva experiencia ecológica y desnudamente creadora del Papa Francisco, como expresión del más hondo itinerario de apertura experiencial y racional del hombre en Dios, hacia Dios.

Tras su aparente serenidad, Antxon es un hombre apasionado, en la línea de Francisco y Juan, sus autores de cabecera, con el evangelio y la racionalidad actual. Hombre de palabra hablada y de conocimiento compartido, más que de escritura. Cita en camino a los teólogos más significativos del siglo XX, pero sin necesidad de comentarlos de un modo erudito, para rehacer los momentos del camino creyente de la fe desde el Jesús radical de la vida en Dios.

Para  trazar la línea y contenido del libro

 El lector puede a acudir ante todo a la presentación más académica de su libro en http://www.verbodivino.es/libro/5140/la-teologia-en-camino---epub-una-guia, donde encontrará los datos esenciales. Aquí me limito a presentar tres elementos básicos de la dinámica del libro, que aparecen descritos en pag. 19, donde la actuación de Dios en la vida de los hombres viene a revelarse como clave de una teología que es, al mismo tiempo, narrativa y responsiva.

            La teología cristiana cuenta (narra) el despliegue de la acción de Dios en la historia de los hombres. La teología recoge y organiza el sentido de la respuesta del hombre ante (y desde) el Dios que se revela en Cristo: 

  • Ante todo, mira la hondura de la actuación divina. La narración cuenta el descenso de Dios, que, llegado al mundo, baja de la superficie al fondo, sumergiéndose en la raíz escondida de la que todo brota: descubre su afán por constituirse en el vértice, en el foco polarizador del conjunto humano.
  • También contempla la anchura de esta acción divina. La narración creyente refiere el influjo de Dios, que, desde la urdimbre del mundo, deja correr su aliento vital, purificando y dinamizando la realidad entera: revela su empeño por convertirse en el corazón, en el centro impulsor del crecimiento humano.
  • Asimismo, otea la largura de esta actividad divina. La narración describe el camino de Dios que, compenetrado con el mundo, marcha más allá del espacio y el tiempo, marcando el destino universal: desvela su esfuerzo por transformarse en el guía, en el dirigente orientador del proceso humano.

                  Entendida así, la teología forma una parte importante del ministerio cristiano, que no es sólo (ni principal mente) el ministerio ordenado de un tipo de jerarquía, sino el servicio fraterno de aquello que piensan la fe, como “doctores” que no sólo proclaman la fe y la celebran, sino que asumen la tarea de comprenderla  y exponerla , de un modo adecuado: 

  • La teología comienza discerniendo y recogiendo. Su primer objetivo de la teología es captar el anuncio de la comunidad cristiana; se trata de una tarea delicada, pues este anuncio se presenta rodeado de incontables elementos y envuelto en múltiples formulaciones: se impone un esfuerzo analítico y selectivo, que requiere, al mismo tiempo, penetración y prudencia para percibir el material irrenunciable de la larga y plural tradición apostólica.
  • La teología continúa interpretando y definiendo. El siguiente propósito teológico es entender el mensaje de la comunidad creyente; se trata de una labor igualmente sutil, ya que este mensaje se presta a distintas presentaciones, a las más variadas exposiciones: se hace necesario un ejercicio hermenéutico y especulativo que pide por igual agudeza y cautela para determinar el alcance exacto de la originaria y específica comprensión oficial.
  • La teología concluye formulando y exponiendo. El último afán de la teología es avivar el dogma (es decir, la experiencia vital) de la comunidad eclesial; se trata de una obra no menos costosa, dado que este dogma está recogido en cuadros lejanos de los que cuesta sacarlo para colocarlo en marcos más cercanos: resulta imprescindible un trabajo conceptual y literario que exige, a un tiempo, intuición y mesura para fijar el cauce actual de la rica y perfilada doctrina heredada.

UNA RESPUESTA PERSONAL

             El día de nuestro encuentro en México DF no tuve mucho tiempo de pensar en lo que Antxon me decía y de responderle desde mi perspectiva de teólogo bíblico y más de una vez he pensado hacerlo…, pero sólo ahora lo hago, tras la lectura reposada de su libro, para ofrecerle   en este blog mi reflexión, como respuesta a sus palabras,  para aquellos lectores que quieren reflexionar sobre el sentido y tarea de la teología bíblica cristiana (en la línea de lo que dice en este libro en una línea más amplia, de pensamiento y vida eclesial):

  1. Principio. Teología de la historia.La teología del judaísmo se funda en la experiencia de Yahvé, el gran desconocido (soy el que soy) que guía la historia de los hombres. Pues bien, en esa lína,, en contra de lo que sucedía en las culturas del entorno, los judíos han puesto de relieve la identidad histórica de Dios, que no se puede ver, no puede ser representado ni nombrado, pero que actúa de manera eficaz en el camino de la vida (de la libertad) de sus fieles israelitas y de todos los hombres del mundo.
  2. Teología como testimonio de Dios. Precisamente allí donde, conforme a la lógica normal, tendría que haberse dicho que “no hay Dios”, que Dios no actúa (porque se identifica sin más con lo que es, el que es), los representantes más lúcidos del judaísmo, tanto en Israel como en el destierro (Babilonia) han dicho lo contrario: Ha sido Dios, el Dios judío (Yahvé) el que ha guiado los acontecimientos que acaban de sacudir y que seguirán sacudiendo la historia de los hombres.
  3. En esa línea decimos que la teología judía ha sido y sigue siendo una interpretación teísta de la historia, o, mejor dicho, una experiencia y compromiso teísta de la vida humana. Ellos, precisamente ellos, los judíos, con su sufrimiento y su camino abierto hacia un futuro, que tienen que buscar e ir creando, son el signo de que hay Dios. Ellos no hacen teología (no hablan del logos de un Dios que está fuera), sino que son teología encarnada, como saben y cantan los poemas del Siervo de Yahvé y la vida del mismo Jesucristo. .
  4. La diferencia judía. El judaísmo afirma, por un lado, que Dios es trascendente y nadie puede conocerle; todo intento de fijar sus propiedades aparece así como idolatría. Pero, al mismo tiempo, añade que ese Dios de la historia ha empezado a mostrarse por la naturaleza, es decir, por los grandes signos de este cosmos (cf Sab 13,1-9). Por eso, en contra del gnosticismo posterior, que hablará de dos dioses (un dios cósmico malo y un Dios de la revelación personal que es bueno), el judaísmo mantendrá siempre la “unidad del Dios de la naturaleza y de la historia”.
  5. La novedad cristiana.A diferencia de un tipo de judaísmo de la diferencia de Dios (pero avanzando en su línea), los cristianos afirman que el Dios de la historia se ha revelado plenamente en Jesús, a quien confiesan no sólo Mesías, sino también Señor (Presencia divina), Hijo de Dios y Logos universal. (a) Por eso, los cristianos matizan la trascendencia, diciendo que el Dios infinito, puro más allá, se hecho presencia finita (inmanencia humana) en Jesús. (b) Por eso, ellos añaden que la unidad de Dios es trinitaria, es unidad de revelación, de amor mutuo, de encuentro de personas, y no pura identidad separada. (c) Finalmente dicen que en la mediación de Jesús ha culminado y se ha cumplido la mediación israelita.  
  6. Cristianismo como mutación israelita. No es una simple variante sino una recreaciòn, que se expresa en sus dogmas básicos (evangelio, muerte salvadora de Jesús, encarnación trinitaria). En ese sentido, los judíos (y los musulmanes) parecen más humildes: piensan que Dios está arriba, que no ha entrado en el mundo de verdad, que nunca podemos conocerle del todo. Por el contrario, los cristianos se atreven a definir a Dios como Padre, arriesgándose a penetrar en su misterio, y añaden que ese Dios se ha encarnado como historia humana, en Jesús de Nazaret, a quien confiesan Hijo de Dios, de tal manera que, con todo respeto ante el misterio, pueden hablar de un tipo de “trinidad”, es decir, de amor divino de Padre y del Hijo, en el Espíritu Santo.
  7. A través de Jesús, los cristianos se han atrevido a penetrar en el interior de Dios, llamándole Padre y añadiendo que se ha revelado del todo en Jesús, que es su Hijo. Eso significa que Dios no se revela en una Ley o en un Libro, sino en un Hombre mesiánico, en un hombre que ama y entrega la vida a favor de los demás, viniendo a presentarse de esa forma como Hijo de Dios. Eso les ha permitido elaborar una teología de la vida inmanente de Dios, diciendo que es fuente de amor (Padre), que es amor recibido, engendrado (Hijo) y que es, en fin, amor compartido y pleno (Espíritu Santo), desde la perspectiva del mensaje y camino de reino de Jesús.   Eso significa que el mundo, centrado en la historia y en el mismo pensamiento de los hombres, ha de entenderse como revelación y presencia de Dios. Por eso, los cristianos han elaborado de un modo consecuente una teología en la que se vinculan y completan dos “fuentes”: una es la palabra de Dios, otra la razón de los hombres, que en el fondo se identifican.
  8. Dios, acción y pensamiento humano. La teología sólo es posible allí donde la Palabra Creadora de Dios se vincula y expresa (se encarna) en la acción creadora del pensamiento y de la vida humana, desde abajo (como Francisco), en la noche creadora de la entrega a los demás, en amor liberador (Juan de la Cruz). Desde el momento en que el creyente quería dialogar con el entorno cultural tenía que aceptar el orden racional que se expresa en la acción de amor (más que en el pensamiento separado), de forma que la misma teología es práctica de vida, en riquísima pobreza, en gesto de testimonio de amor desde la pobreza, en compromiso amante de transformación social y personal de la vida de los hombres, en justicia y santidad, es decir, en compromiso de solidaridad e  interioridad o encuentro personal con el misterio del Dios de Cristo.
  9. Una teología que piensa haciendo (siendo).Por un lado, la teología cristiana sólo puede hablar del Dios en el que viven, se mueven y existen los creyentes (cf. Hch 17, 28). Pero, al mismo tiempo, los cristianos saben que el Dios que se revela en su vida de creyentes (en la vida de todos los hombres) es aquel que ha vivido y vive en ellos, en camino de muerte que lleva en sí la resurrección desde (en) Dios, por y con los hombres. Eso significa que la filosofía práctica y la teología experiencial son como dos círculos que se cortan, formando un territorio común, en el que influyen y dominan desde perspectivas distintas. Por eso, la filosofía tiene una independencia relativa y debe trazar sus propios argumentos; pero, al llegar a su culmen, un tipo de filosofía separada de la vida concreta y de la muerte y resurrección de Cristo termina siendo insuficiente para los cristianos.
  10. En diálogo constante con el pensamiento y la vida de los hombres. En un momento dado, a partir del siglo XVIII, un tipo de filosofía se ha separado de su base teológica, en una larga marcha racional que aún no ha culminado aún (en el siglo XXI). Esa marcha ha sido promovida también por católicos como Descartes y por libre-pensadores, de tipo deísta, desligados de la iglesia oficial (en Francia y Gran Bretaña), pero ella puede interpretarse también como expresión del potencial de racionalidad liberada por el mismo cristianismo. Ciertamente, puede haber y hay un pensamiento libremente liberado de la fe “institucional” de la iglesias. Pero ese pensamiento más hondo tiene un principio y camino teológico: El despliegue de la vida de los hombres (lo sepan o no) es despliegue de Dios en la vida del mundo (como mundo).   En ese contexto, el pensador cristiano, como Antxon Amunárriz, se ha esforzado y se esfuerza por trazar los diversos momentos del itinerario de la mente “en Dios” (como hacen Francisco y Buenaventura), en la noche de un mundo que corre el riesgo de cerrarse en su nada (Juan de la Cruz), pero que se abre siempre a la montaña del Dios que se revela en la mañana (el Ciervo Vulnerado por el otero asoma), como sol de pensamiento, amor y vida, en el camino de la historia de (que es) Dios.

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