Un tema de comunicación Ciudad Biblia. ¿Cataluña "y" España?

Fundamento bíblico y aplicación actual

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El tema de Cataluña y su relación con España es en el fondo el tema de la identidad y diferencia entre naciones (pueblos) y estados (imperios), un tema complejo que no se resuelve sin más por la Biblia.  Es un problema no sólo de España y Cataluña, sino del conjunto de los pueblos de la tierra, especialmente en un tiempo de migraciones, rupturas y neocolonialismos como el nuestro,  bajo el riesgo de un Capital que no tiene ni Patria ni Estado, en un momento convulso de  “eclipse” de Dios y abandono de cientos y miles de millones de pobres, sin más Patria ni Estado que su abandono.

Como he dicho, este problema no se resuelve sólo con la Biblia, pero ella puede ofrecer una orientación en el camino, y así quiero mostrarlo en las reflexiones que siguen, tomadas en parte de un libro titulado Ciudad‒Biblia, y de varias entras de mi Gran Diccionario de la Biblia,

  Mi exposición se divide en dos partes. (a) Una estrictamente bíblica, sobre estados y pueblos conforme al judaísmo cristianismo primitivo. (b) Otra de posible aplicación al contencioso actual entre una visión de España y otra de Cataluña.

 Insisto en la primera, sobre la que entiendo un poco. Dejo la segunda como posible referencia para un estudio más detallado del tema, conforme a la opinión de los lectores.  

Éste es un análisis simplificador, e incluso simplista, tanto en la parte bíblica como en la parte histórica actual (de la relación entre un Estado como España y un nación como Cataluña). No lo presento como tesis bíblica, ni tampoco como propuesta de trabajo político-social, sino como un sencillo "soliloquio" personal, en una línea de búsqueda de cauces bíblico-sociales.

a. La división bíblica entre naciones e imperios resulta sin duda mucho más compleja, como están mostrando los finos análisis sociales, económicos y políticos que se vienen realizando en los últimos decenios. La visión de Israel como "nación sagrada", con pretensión de universalidad mesiánica frente a los grandes imperios, desde Asiria a Roma, debe matizarse muchísimo, pero creo que tiene un fondo aprovechable, que empalma con el mesianismo apocalíptico y sapiencial de Jesús. En esa línea lo propongo, como simple esbozo de lectura de conjunto de la Biblia, en una línea que puede ayudarnos a encontrar caminos en la inmensa complejidad de los datos y tendencias del AT y del NT e incluso (especialmente) en la Iglesia primitiva. Nos hallamos en un momento decisivo dentro de la interpretación no sólo de la Biblia, sino de la historia de occidente, a partir del factor cristiano. Lo que propongo en los primeros seis números de este ensayo de lectura resulta enormemente simplificador, pero tengo el convencimiento de que puede servir para orientarse en unos caminos que da la impresión de que se nos están cerrando.

b. Los números siguientes, los que van del siete al once, resultan igualmente complejos y simplistas, pues no dan razón de la complejidad de las sociedades modernas, de la historia de los imperios y naciones... y en concreto de la identidad de España y Cataluña. No los propongo tampoco, en modo alguno, como visión de conjunto de los temas... Mis posibles juicios son también, sin duda, muy limitados, quizá escorados por mi propia biografía...No pueden ofrecer soluciones, pero quizá pueden ayudar a situar algunos temas. Reconozco el valor de los "grandes estados modernos", por su esfuerzo por racionalizar las relaciones sociales;  pero me siento perplejo antes sus tonos de tipo imperial, es decir, dictatorial: han actuado como dominadores, colonizadores e impositivos sobre el conjunto , justificadores de un tipo de violencia legal que ellos mismos han inventado... En esa línea puedo "demonizar" a España como "estado" e idealizar a Cataluña como "nación". Ciertamente, eso no es todo lo que se puede decir, y serán quizá mayoría los que no compartan mi punto de partida. Pero pienso que en esa línea puede entenderse mejor algunos rasgos de una visión al mismo tiempo ingenua y apocalíptica de la historia en la que me siento inmerso, desde la perspectiva del libro de Daniel y del Apocalipsis de Juan.

    Vaya, pues, lo que sigue en clave de puro esbozo simplista, para dejarse impresionar por un tipo melodías y antimelodías que están en algún fondo de la Biblia judeo-cristiana y que nos pueden servir para situarnos mejor antes problemáticas muy complejas como las que se están viviendo estos días en la política de los pueblos del mundo, no sólo en España y Cataluña, sino  desde Chile a Brasil, desde USA a Gran Bretaña, desde el mundo árabe al África Sub-sahariana.  

1. BASE BÍBLICA, FUNDAMENTO CRISTIANO

 1. Según la Biblia, Dios ama a las naciones (pueblos) y odia (rechaza) a los imperios políticos y religiosos, que conquistan y se imponen por la fuerza sobre pueblos, naciones e individuos. Desde el Génesis al Apocalipsis, Dios “ama” (suscita, protege) a las naciones/pueblos, entendidas como unidades culturales, sociales y religiosas. Dios mismo “dividió” a las naciones, y puso a cada una bajo la protección de un “dios”, es decir, de un ángel… (Dt 32, 8; Ecle 17, 17), de forma que cada nación es “sagrada”, es signo de Dios (aunque cada año mueran y desaparezcan varias naciones antiguas y pequeñas de la tierra, ahogadas por la fuerza de los grandes estados). Pues bien, según la Biblia, los “imperios y estados” conquistadores son satánicos (son obra de la gran Gestia), desde Asiria y Babilonia hasta Macedonia/Siria a Roma, como dicen con claridad meridiana Daniel y el Apocalipsis.

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Las naciones/pueblos son unidades “naturales”, que brotan de la misma convivencia humana, en un plano cultura,l social y religiosa. Por el contrario, los estados/imperios nacen y se imponen por la fuerza de las armas y el dinero; son colonizadoras, depredadoras…  Pero con el tiempo las diferencia entre pueblo/nación y estado/imperio se ha diluido... El tema en nuestro caso es si Cataluña es una nación/pueblo, mientras España se ha convertido en Estado/Imperio, o si España misma es un pueblo/nación o se ha convertido en un estado/imperio depredador y colonizador, al servicio de unas clases opresoras, de tipo económico‒social. Las opiniones son distintas, pero si España se impone por la fuerza sobre Cataluña  ella deja de ser pueblo‒nación.

 2. Según la Biblia, Israel quiere (=debe) ser una “nación especial”, de tipo no imperial (no conquistador), para ofrecer un testimonio de comunión y paz (Shalom) para todas las naciones, dejando a cada que sea lo que es, en su identidad y apertura pacífica a las otras. En la línea se ha situado la iglesia  cristiana“que ha de ser es católica”, es decir, universal.

Eso significa que la unidad entre las naciones del mundo no puede ser de tipo “imperio” (como quisieron Asiria y Babilonia), de conquista militar o imperialismo económico (Ap 12‒13, 17‒20), sino de fraternidad en la diferencia. Según la Biblia, toda imposición de la “unidad” por parte de Israel o de la Iglesia  (o de cualquier Estado) en forma de violencia (económica o militar) no viene de Dios, sino de Satán. Pasando a nuestro tema, si un grupo estatal/imperial (como podría ser España o, en otro nivel, Cataluña) se impone sobre otros pueblos/naciones se vuelve satánico.

Ciudad Biblia

 3. Según la Biblia (Daniel, Apocalipsis…), los estados/imperios, como “organizaciones de violencia” acaban destruyéndose a sí mismos. No se destruyen y caen desde fuera, por violencia externa (o guerra), sino por desintegración interna. Un estado/imperio que se impone por la fuerza queda en manos de su propia violencia y se destruye a sí mismo. Esta es la revelación clave de la Biblia, desde el Génesis (torre de Babel), pasando por los profetas (crítica de los imperios, de Babilonia a Roma), hasta el Apocalipsis.

Un Estado que destruye a otros (o se impone por violencia) termina destruyéndose, conforme al Sermón de la Montaña (conforme a la lógica del talión).  En el momento en que un Estado/Imperio (como podría ser España, USA o Rusia) quisiera dominar sobre otros, obligándoles a someterse por la fuerza, perdería su identidad como “pueblo/nación” (pacto de pueblos) y se convertiría en entidad satánica, preparada para la muerte.

 4. El conjunto de la Biblia, desde el  Génesis  hasta Mt 28, 16‒20 (evangelizad a todos los pueblos) y el Apocalipsis 20‒21 (vendrán todos los pueblos…) ofrece la salvación de Dios, es decir, un futuro de vida a los pueblos del mundo, unidos en gratuidad, no a los estados/imperios, que como tales deben desaparecer. Ésta es una certeza y esperanza originaria, que después se ha podido “diluir” y falsificar al identificar la iglesia con un tipo de “imperio espiritual/social”, como el de Roma, tanto en oriente (imperio bizantino), como en occidente (imperio romano‒germánico).

Frente al gran Estado‒Imperio mundial, la Biblia eleva la promesa de una comunión universal de pueblos, en gratuidad y perdón, sin dominio de unos sobre otros, de tal forma que el Cristo/Dios de Ap 21, 3 ha podido decir “todos serán mis pueblos” (no mis estados o imperios). Cristo no es emperador/pantrócrator de un Estado, sino el amigo universal de todos los pueblos.

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 5. La Biblia marca un camino para los pueblos/naciones de la humanidad, pero no dice cómo son y cómo serán en el futuro. Ella ha nacido en un contexto de migración de pueblos y sabe muy bien cómo han surgido, cómo conquistan territorios, y cómo mueren (pueden morir), bajo el riesgo satánico del imperialismo (de Nínive y Babilonia a Roma…)… Su tema de fondo consiste en marca un camino de despliegue pacífico para los naciones‒pueblos, en solidaridad, sin imperialismos destructores

La Biblia no tiene una receta, pero marca un camino. No dice si Cataluña es nación/pueblo o si lo es España, pero traza unos ideales de convivencia abiertos por un lado a cada pueblo como unidad socio/cultural y por otro a los extranjeros/emigrantes, a los que se debe acoger, ofreciéndoles espacios de vida, en contra del imperialismo y violencia de unos y otros. La Biblia sabe que toda imposición imperial violenta (espada) es mala.

 6. La tarea clave de la Iglesia y de su “teología” misionera consiste aplicar la historia de la Biblia a nuestro tiempo, ofreciendo un camino de comunión pacífica y gratuita (Shalom) a todos los pueblos.

Las naciones cambian por migraciones contactos entre gentes… de forma que no pueden definirse de manera impositiva, sino por el despliegue de su vida interna. Por su parte, los estados/imperios se han creado por guerras de conquista y colonización, por imposiciones económica e incluso  y por pactos “matrimoniales” entre dinastías que se han arrogado el poder de Dios… Finalmente, los partidos políticos de la actualidad se han creado para organizar la vida de naciones y/o estados corren el riesgo de convertirse en puras máquinas para alcanzar el poder y ejercerlo, para dirigir la economía y apoderarse de sus frutos.

Pues bien, en ese contexto de cambios no hay más ley de fondo y tarea que el “diálogo”, sin condiciones impositivas previas. Por eso debemos afirmar que en el principio no fue España (España no es un dogma de fe, ni lo es Cataluña…). En el principio estaba y tiene que seguir estando la palabra (como sabe toda la Biblia, desde Gen 1, 1 hasta Jn 1, 1). El ser humano es ante todo un ser dialogal, de forma que las naciones son (han de ser) espacio unidades o espacios de diálogo, dentro del Diálogo Universal, que la Biblia identifica con el Nuevo Israel del Shalom final y que la Iglesia interpreta en forma de comunión gratuita en Cristo, en la línea del Sermón de la Montaña (no de una iglesia organizada en forma de poder).

PARTE B. APLICACIÓN ACTUAL. EL CASO ESPAÑA Y CATALUÑA. PARA UNA POSIBLE DISCUSIÓN DEL TEMA. 

 7. Pasando ya al tema de España y Cataluña… hay que empezar diciendo que se trata de un tema muy complejo (que hay varias versiones de su problemática, de forma que su solución es muy compleja...). Pero desde el punto de vista de la Biblia hay que afirmar que no existe España en sí (como entidad ontológica o unidad de destino en la universal), ni existe Cataluña como pueblo eterno…

   Por eso es bueno que empecemos olvidando las definiciones previas de lo que es España y Cataluña,  para así comenzar dialogando. España ha tenido un comienzo y tendrá un fin, y lo tendrá Cataluña… España es un Estado poderoso, que se ha impuesto por impulso de su población y por la fuerza de las armas en su territorio actual y en otras partes del mundo ; Cataluña en cambio es ahora (2019) un pueblo/nación, sin estado propio, un pueblo de origen antiguo, pero marcado y recreado por migraciones y mezclas y que en la actualidad forma parte del Estado de España

Las gentes de España y  Cataluña pueden discutir sobre su origen y alcance (sentido), y lo harán desde perspectivas y con opiniones distinta, pero sólo podrán expresar su identidad dialogando, a partir de una historia violenta de guerras de conquista, pero también a partir de diálogos pacíficos, con migraciones y encuentro de diverso tipo  No siempre han dialogado de manera radical en esa línea, pero es evidente que ahora ha llegado el momento de dialogar, pues de lo contrario desaparecerá no sólo Cataluña, sino la misma España. 

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8. El camino que ha llevado a la situación actual de Cataluña y España es largo… y está cuajado de errores, desde la Guerra de la Secesión/Sucesión de principios del XVIII hasta el “fracaso” de la República del 1934 con el Alzamiento Anti‒Nacional del año 1936. Venimos de una historia de encuentros, pero también de odios, con soluciones impositivas, que no han resuelto nada. Los dos “bandos” de la guerra del 1936‒1939 no dialogaron, fue una discusión de sordos con cañones, con razones falsas de un lado y de otro, con hambre de fondo, con injusticia social, con violencia y contra‒violencia de un lado y de otros, sin que la Iglesia católica ofreciera espacios de diálogo en libertad, desde el evangelio.

La guerra no resolvió nada…, las post‒guerra tampoco, a pesar de los valores de un tipo de transición, que pudo empezar bien, pero que terminó tapando los auténticos problemas y dejando al conjunto de los españoles en manos de una lucha económica en la que desaparece la experiencia de pueblos y naciones, enterrada bajo el ansia de dinero…

Hubo un momento de esperanza, tras la muerte del autarca (1976), con una transición que muchos llaman ejemplar (especialmente los que se aprovecharon de ella). Pero esa transiciòn no completó en paz y diálogo (demo‒cracia), sin imposición, en justicia social, en libertad para los diversos pueblos o naciones del Estado. Ciertamente, se aprobó en las Cortes una Constitución, que pudo tener elementos buenos, pero que no se revisó en su tiempo (hace ya más de 20 años…), cuando surgieron los nuevos problemas que culminan en esta situación convulsa de amenaza, deseos auténticos de cambio y mentiras desembocaron en el llamado Referéndum “ilegal” del Cataluña del 1.10 2017.

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 9. El problema no tiene solución judicial, como ha mostrado el fallo del Tribunal Supremo del 15.10.2019, pues el problema de fondo es de tipo constitucional/legislativo y político, no judicial. Posiblemente el fallo del Tribunal ha sido impecable en línea jurídica cerrada, desde una perspectiva de ley y de política vigente del Estado Español, pero no responde a la realidad de aquello que está en juego

              El problema real está en el poder legislativo. La Constitución del año 1978 tuvo sus valores, pero no resolvió los problemas de fondo de entonces, ni mucho menos los que fueron surgiendo después.  Los legisladores españoles, dominados por un tipo de partidos políticos y por una especie de nostalgia imperial (¿franquista?) no quisieron ver y/o no pudieron resolver los temas del nuevo encaje social de los pueblos del estado español. Ellos son los primeros culpables de lo que ahora sucede en Barcelona, Cataluña y en todo el Estado Español.

El problema real está en el poder ejecutivo.  Los gobiernos posteriores (en especial a partir de comienzos del siglo XXI) han sido incapaces de comprender y aceptar la problemática de fondo de los pueblos de España. No han cumplido su función,  no han impulsados caminos de libertad y diálogo, se han inmovilizado en el poder. Han sido simplemente ineptos (por no decir  y no han violentos). Han echado leña al fuego, y si no reaccionan a tiempo recogerán las cenizas de su incendio. Por su parte, los gobernantes de Cataluña que propiciaron un tipo de referéndum fallido el 1.10.17 fueron también ineptos, no supieron "jugar" políticamente con las bazas del poder que ellos tenían.

 10 El “fallo” (sic) del Tribunal Supremo, del pasado 15.10.2019, ha sido quizá impecable, desde la ley existente y desde el ejecutivo actual, pero humanamente hablando ha sido un fallo suicida, para Cataluña y para España. El tema de fondo no puede resolverse de un modo jurídico estrecho (encarcelando a los políticos del 1.10.17), pues con eso no se hace más que echar leña al fuego. El fallo del Tribunal debería haber retomado la temática desde el principio, poniendo en juicio también las leyes vigentes (que los legisladores no quisieron actualizar) y las acciones del ejecutivo, que venía mucho tiempo encendiendo más el fuego. La solución no puede darse con leyes que ahora existen, sino con leyes nuevasque han adaptarse a las nuevas circunstancias sociales y económicas. Una Constitución es buena cuando abre espacios de diálogo para todos; pero, si no cambia, la Constitución Española del 1978 puede convertirse en un “lecho de Procusto” o en una camisa de fuerza, como pienso que ha sucedido en este caso.

              Ciertamente, se puede decir y se ha dicho desde la Ilustración “fiat lex, pereat mundus”, cúmplase la ley, aunque el mundo perezca… Pero no hay una Ley eterna, como supieron y dijeron Jesús y Pablo, pues sólo es eterno el amor y la palabra, con un tipo de ley que ha de adaptarse a las nuevas circunstancia. Y además, como supieron los romanos,  summum ius summa iniuria, "sumo derecho, suma injusticia".

Un tipo de derecho, cerrado en sí, puede convertirse en injusticia, como sabe una gran mayoría de catalanes que se manifiesta de un modo pacífico, pidiendo un tipo de “referéndum” real. No se ha hecho caso a los catalanes pacíficos, que buscan medios pacíficos para manifestarse. En esta situación (como se está viendo) la calle puede quedar en manos de minorías violentas, que no son representantes de Cataluña. Somos muchos los que sabíamos que “esto” iba a suceder; al parecer, los únicos que no lo han sabido son los legisladores ineptos del Parlamento (que ha servido para todo menos para parlamentar) y los ejecutores partidistas de un ejecutivo ciego, viene escondiendo el ala (¿el alma?) desde hace unos decenios.

 11. En este momento (20. 10. 19) estamos en manos de la violencia de la calle (es decir, de algunos grupos) a causa de la mala política legislativa, de la impotencia del ejecutivo y del fallo del Tribunal Supremo, que está preso (en manos de una judicialización de la política).

 Ciertamente, en un primer momento habrá que acudir a la policía, y reprimir la violencia de los meramente violentos. Pero el tema de fondo no es de tipo "policial" como ha dicho un ministro de España (especialmente inepto), sino legal y político. Quizá habrá que meter en la cárcel a algunos que en estos días sólo han sido violentos-violentos, pero encarcelando a los políticos del 1.10.2017 no se arregla nada.

Pero aquí no quiero entrar ya en ese campo, pues sólo había querido presentar unas reflexiones bíblicas, y en ellas quiero quedar, para que cada uno saque las consecuencias que crea oportunas. Pero no puedo terminar sin recordar la fábula de los dos conejos, perseguidos por perros, que se ponen a resolver el tema de si son galgos o podencos…; y tanto se paran a discutir que, muy pronto, son alcanzados por los perros, que al fin no se sabe si eran galgos o podemos.  Nosotros hoy, si, sabemos quiénes son esos “perros”, los poderes del Gran‒Dinero, que terminan destruyendo a todas las naciones (sean España, sean Cataluña…).

El problema de España no es Cataluña, sino el imperialismo de Mammón (como sabe Mt 6, 24 con el Apocalipsis); y el problema de Cataluña no es España.  España y Cataluña pueden y deben dialogar, mientras queda tiempo, sabiendo que lo mejor para España es que a Cataluña le vaya bien (como nacionalidad o como nación, como los catalanes decidan) y que lo mejor para Cataluña es que a España le venga bien (no como Estado/imperio, sino como conjunto de pueblos libres…).

España  y Cataluña pueden y deben dialogar, en un mundo que ha de abrirse a emigrantes y extranjeros, en un mundo donde lo que al fin debe triunfar es la palabra, la comunión de los pueblos, no la Bestia de un imperio mundial opresor (Ap 12‒13), ni el Prostituto universal violento que es el dinero (Ap 17).

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