Trasfondo teológico y cultural de la Biblia Mesopotamia y el Antiguo Testamento (F. Ramis)

La Biblia empezó  de algún modo en la tierra de los Dos Ríos

Mesopotamia y el Antiguo Testamento

Se ha dicho que la historia de occidente comenzó en Summer y Acad,
la tierra de los Dos Ríos (Mesopotamia), con Abraham que viene del sur (Ur de los Caldeos) y asciende al Norte (junto a Nínive, pasando por Mesopotamia), para llevar consigo la historia de Dios a la tierra de Cananán.

Muchos han estudiado esa historia del "origen" o trasfondo mesopotamio de la Biblia,  y en esa línea se han expuesto teorías como la del pan-babilonismo. Todo en la Biblia sería transcripción y copia de las culturas de la tierra del actual Iraq, todavía en guerra de culturas, religiones e intereses económicos. Pero nadie lo había hecho como F. Ramis, en este libro de precisión y riqueza sorprendente.

Francesc Ramis Darder

Ramis Darder, Francesc

(Palma de Mallorca, 1958) es sacerdote diocesano. Licenciado en Ciencias Biológicas (Universitat de les Illes Balears), en Sagrada Escritura (Pontificio Istituto Biblico, Roma) y doctor en Teología (Facultat de Teologia de Catalunya). Profesor de Antiguo Testamento en el Centre d´Estudis Teològics de Mallorca y en el Institut de Ciències Religioses de Mallorca. Profesor de Historia del Próximo Oriente Antiguo en la Facultad de Historia de la Universitat de les Illes Balears.   

Tema del libro (del prólogo)

Asentados en su peculiaridad cultural y religiosa, los redactores bíblicos hilvanaron el Antiguo Testamento sobre el telar del pensamiento oriental. De ahí la necesidad de conocer la historia y la cultura del mundo antiguo para comprender la especificidad teológica que palpita entre las líneas de la Escritura.

Como conoce el lector, el marco geográfico por el que discurre el Antiguo Testamento es amplio. Apreciamos el eco de Egipto, Mesopotamia, Canaán, Siria, Elam, el mundo hitita, Grecia, e incluso Roma, sin descuidar la mención de regiones como Arabia o Nubia, entre otras. Ante tal magnitud y atentos a la extensión de nuestro ensayo, acotaremos el estudio a la tierra del Éufrates y el Tigris: Mesopotamia.

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Sin duda, una de las zonas de mayor influencia sobre la historia y la cultura del pueblo de la Biblia; así lo evidencian, a modo de ejemplo, los relatos del Génesis o la experiencia judaíta del exilio en Babilonia. Acudiremos a la historia de Egipto y de las regiones orientales, como es obvio, siempre que sea necesario para perfilar los acontecimientos que fraguaron la cultura mesopotámica y su influencia en la Escritura.

 La historia de Mesopotamia abraza un dilatado arco temporal. Alborea conla eclosión de los ancestros de los sumerios, y se prolonga por una sucesión de imperios, a saber, acadios, asirios, babilonios, persas, monarquías helenísticas, hasta el fugaz dominio romano. No podemos olvidar las etapas confusas en que se precipitó Mesopotamia cuando sufrió las invasiones extrajeras capitaneadas por los gutis, martus, o luluvitas, entre otros pueblos; tampoco podemos desdeñar el influjo de las potencias periféricas como Elam, al este, o el reino hitita, al noroeste. La magnitud temporal también impone acotar, dada la extensión de este libro, el periplo de la historia.

 Ceñiremos el estudio a la etapa en que Mesopotamia conformó una civilización con carácter propio, sin estar sometida al dominio extranjero. Es decir, desde el susurro de la prehistoria y la irrupción de los sumerios hasta la conquista de la región por los persas, comendados por Ciro II (539 a. C.).

Los ejes de la cultura mesopotámica, forjados durante tan prolongado período, influyeron, como veremos a lo largo del ensayo, en la reflexión de los redactores bíblicos. Quedará para otra ocasión el análisis de las etapas dominadas por los persas y los soberanos helenistas en su relación, cultural e histórica, con el relato bíblico. Grandes maestros. 

MESOPOTAMIA Y LA BIBLIA. UN ENTORNO HISTÓRICO

.3 000-1500 a.C. Grandes culturas, con textos escritos: Mesopotamia (Código Hammurabi) y Egipto (Textos y conjuros de las pirámides).

1500-1030- Los estados mesopotamios estánreplegados en su territorio, aunque producen textos que tendrán gran influjo en la Biblia (como el Enuma Elish, h. 1200 aC). Expansión de Egipto, que domina en Palestina, pero se va replegando. “Reforma” religiosa de Amenofis IV (c. 1350-1330), que ha podido influir en el monoteísmo israelita. Van surgiendo los reinos arameo/palestinos: Moab, Amón. Despliegue de Ugarit (1450-1180),cuyos textos míticos ofrecen el mejor trasfondo cultural para entender la Biblia. Apogeo de los Pueblos del Mar (entre ellos los filisteos).

721-609. Asiria  Emergen los asirios (Nuevo Imperio) como poder continental (con Asurbanipal, Salmanasar III, Teglatpelasar III…), hasta que Salmanassar V (726-722) y Sargón II (22-705) se adueñan de la región, invaden y destruyen el reino del Norte o Samaría (722), haciendo tributario al reino de Judá. Supremacía de los asirios, que conquistan Mesopotamia y se extiende hasta Egipto, a lo largo de casi un siglo, destruyendo o sometiendo a los reinos de Siria y Palestina (Moab, Amón, Edom), aunque utilizando de un modo especial la lengua siria (arameo), como vínculo de cultura y comercio. Comienza la época de loa grandes imperios, que llegará hasta Roma. Tiende a imponerse un tipo de religión semita “universal”, con una cultura militar y religiosa centrada dioses imperiales (Assur, Marduk) y parejas sagradas (El/Ashera, Baal/Astarté), que se complementan.

Crisis de Asiria, que desemboca en la caída de Nínive (612). El poder pasa a manos de los Babilonios, sin que Egipto lo pueda impedir. Siguen extendiéndose colonias griegas (y fenicias) por el Mediterráneo. En este momento comienza la filosofía griega, cuyo principio suele colocarse en Tales de Mileto (nacido hacia el 625 aC).

609-539 Triunfo y expansión de Babilonia.Se extiende sobre oriente una nueva racionalidad social y militar, vinculada al imperio babilonio, que se impone con rapidez y contundencia (conquistando Nínive el 605), con sus dioses principales, Marduk, Señor de la guerra, e Isis, diosa cósmica-celeste. Los griegos siguen extendiendo por Oriente su racionalidad política, social y cultural.

Dominio de Babilonia sobre el cercano oriente, incluido Egipto. Pero se mantienen y avanzan los griegos al occidente y surgen los (medos) persas por oriente, inaugurando una nueva política mundial. Estamos en el centro del gran Tiempo Eje, que marca el cambio de cultura desde China y la India, pasando por Persia, hasta Israel y Grecia.

 539-448 Imperio continental de Persia,que se extiende de la India hasta Egipto, y que ofrece autonomía a los diversos pueblos que lo forman. Los persas quieren, pero no pueden conquistar Grecia, en varias campañas o guerras “médicas” (de los medos), entre el 490 y el 448. Los griegos conservan su independencia y despliegan su pensamiento, con el comienzo del helenismo. Alejando Magno conquista el Imperio Persa y el conjunto de Oriente (332 aC.)

Y la Biblia tenía razón: la verdad histórica comprobada por las investigaciones arqueológicas: ...

 RELIGIÓN BÁSICA DE MEOPOTAMIA. PARA ENTENDER LA RELIGIÓN BÍBLICA

En su historia larga podemos podemos distinguir y contraponer dos esquemas: uno, más genético-dinámico, acentúa el caos primigenio y concibe lo divino en forma de lucha, con la victoria del más fuerte; otro, más estático-integrador, interpreta lo divino como un orden de elementos, conjunto equilibrado en el que todo tiene su sentido y consistencia.. 

El esquema genético-dinámico aparece en el relato de la gran teogonía‑cosmogonía llamada Enuma Elish: "Cuando en el principio no había ni cielo ni tierra... ", existían tan solo las aguas, como desorden paradójicamente fecundo. De su fondo abismal surgió el conjunto de dioses a través de un movimiento de generación (emergencia positiva de elementos que brotaron del gran caos) y enfrentamiento (lucha de los nuevos dioses, más distintos, conscientes y astutos, contra el fondo original monstruoso). De aquí derivan dos afirmaciones primordiales:

‒ Al principio fue lo malo, lucha o desorden. No existe un Dios bueno por encima del caos (como dirán más tarde los israelitas: cf. Gen 1), sino el caos divino primero de manera que el desorden precede al orden, la violencia ciega al conocimiento pacífico de las cosas.

 ‒  El orden sobrevino a los divinos a través de un proceso conflicto, por la victoria que obtuvieron las fuerzas más recientes (más organizadas) sobre antiguas y caóticas. Es más, el orden final de Marduk se funda y establece a través de la violencia deicida: sobre el cadáver de la madre muerta existimos los humanos.

 El mundo ha surgido de un matricidio. Marduk, representante de los nuevos poderes divinos asesina a su madre Tiamat, concebida como caos primero y peligroso, para establecer asě sobre su cuerpo, dividido en dos como molusco, los cielos y la tierra. El mundo actual, con su precaria estabilidad y armonía, se apoya sin cesar en la victoria de un poder divino (que se auto-denomina positivo) sobre el principio anterior del que ha brotado (concebido por el mito como caos). Los humanos nacemos de la carne de la madre muerta (Tiamat en que se incluyen cielo y tierra) y de la sangre de su dios consorte y consejero (Kingu), también asesinado.

Este es el mito de los vencedores, el relato aquel que se consideran representantes del orden y cultura sobre el mundo. Más que el nacimiento natural (como en Egipto) se destaca aquí el proceso cultural de una violencia interpretada como creadora. Por eso, los intérpretes del mito pueden afirmar que el principio era el caos, ańadiendo que sólo los violentos logran controlarlo. Lógicamente, el Dios primordial de este esquema es el guerrero: quien vence impone con su maza el orden, obligando a los demás a que le adoren como a Dios (=Marduk).

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Los símbolos del mito resultan extraordinariamente violentos, partiendo del mismo matricidio: matar a la madre, esta es la fuente y sentido de esta cultura oficial y guerrera de Mesopotamia. La madre es sin duda divina, pero divina para ser matada, divina para que nosotros podamos nacer de su cadáver. Sobre el gran trono de Babel se alza el Dios/rey de violencia. La religión se ha vuelto sacralización cultural del homicidio. Quizá nunca se ha expresado con tanta fuerza la ambivalencia radical de un cosmos divino que se asienta sobre los principios de la guerra. Este mundo es obra positiva de Marduk, que lo vigila y sostiene; pero al mismo tiempo es cuerpo derrotado de un madre/caos acusada de amenazarnos y asesinada.

-El esquema más estático-integradorestá simbolizado por la tríada Anu‑Enlil‑Ea, dioses de la totalidad cósmica: cielo, tierra y aguas inferiores. El conjunto cósmico, orden complejo de la realidad, eso es lo divino en el plano del mito.

Pero más que esos tres dioses ha influído en la experiencia religiosa y en la vida social de Babilonia (en el centro de Mesopotamia) el mito de Ishtar (Venus) que, al igual que la Ashtarte y/o Ashera de los fenicios‑cananeos, simboliza la totalidad de lo divino, unidad en que se integran y encuentran su sentido el principio del orden suscitado por la guerra (Isthar, lucero de la mańana) y el misterio generante del amor que preside la noche (Isthar, lucero de la tarde).

 Pudiera decirse que ella condensa y unifica, en prototipo celeste, los tres grandes aspectos de la vida: eros (principio de amor), thanatos (poder y misterio de muerte) y el principio de realidad (que hace posible el orden cósmico). Así como símbolo abarcador de la existencia humana, rostro divino en el que todo viene a concentrarse: el amor de la Ishtar vespertina, la muerte de Isthar que baja cada noche al abismo de los mundos inferiores, y la vida de Isthar que renace cada mańana, anunciando el nuevo ritmo de existencia de la tierra.

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 Y es que el culto a Ishtar tiende a absorber todas las funciones y los atributos de los demás dioses. Ella pertenece a la clase de divinidades que pudiéramos llamar transcendentales, divinidades que no se pueden ceńir a unos atributos especiales, sino que recorren (transcendunt) diversas regiones de la sacralidad. L. Cencillo, Mito, semántica y realidad, BAC, Madrid 1970, 149.

 Las tres heridas de Isthar (amor, muerte y vida) constituyen una expresión muy honda de la divinización de los poderes vitales, representados por una figura astral de género femenino. Frente a la lucha anterior (de Marduk y Tiamat), los poderes de violencia, ella aparece como transfondo de armonía de toda realidad: en su ser se condensan todos los seres, en su destino confluyen y culminan todos los destinos.

 NOVEDADES Y APORTACIÓN BÁSICA DEL LIBRO DE F. RAMIS (del prólogo)

 Grandes maestros han abordado la relación entre el pensamiento mesopotámico y la Escritura. En el ámbito hispano, debemos destacar la honda aportación de M. García Cordero (Biblia y legado del Antiguo Oriente, 1977), y de J. González Echegaray (La Biblia y el Creciente Fértil, 1990).

El primero, García Cordero, presenta el contenido de la narración bíblica, desde los orígenes del cosmos hasta el advenimiento de Jesús de Nazaret, para apreciar en cada etapa el eco de la cultura y la historia mesopotámica en el mensaje bíblico.

El segundo, González Echegaray, recorre la historia de Israel, desde la prehistoria hasta el dominio romano, para sondear la relación entre el pueblo de la Biblia y la cultura del Oriente Antiguo.

Desde nuestra perspectiva y con la mayor modestia, adoptamos un horizonte diverso y a la vez complementario con la óptica de los autores mencionados. Por una parte, recorremos los hitos de la historia y de la cultura mesopotámica, desde el amanecer de la prehistoria hasta inicio del dominio persa; por otra, y de modo sugerente, entreoiremos cómo los redactores bíblicos, entretelados con el pensamiento mesopotámico, plasmaron el hondón teológico de la Escritura. Así, el objetivo del texto que presentamos estriba en ofrecer una panorámica de la historia mesopotámica, en la que se sumerge la historia de Israel; a la vez que esboza los grandes mojones del pensamiento del país del Éufrates para apreciar cómo los escribas bíblicos supieron recogerlo para cincelar la genuina identidad teológica del Antiguo Testamento. Con intención de plasmar el objetivo expuesto, surcaremos un itinerario preciso.

 El capítulo primero esboza los rasgos esenciales de la geografía mesopotámica. Los poetas, enamorados de la metáfora, vislumbraban el pálpito del paraíso entre el cauce del Tigris y del Éufrates; por eso, una vez delineada la geografía, contemplaremos el relato del Edén, eco del vergel mesopotámico (Gn 2,8-15).

 El capítulo segundo zigzaguea entre la neblina primigenia de la civilización sumeria para escuchar después, entre la simbología de la historia de los orígenes (Gn 1–11), el eco del pensamiento mesopotámico.

Entre las páginas del capítulo tercero exploraremos el período dinástico arcaico para intuir, de nuevo entre los versos de la historia primera (Gn 1–11), la grandeza de antiguas ciudades, Uruk, Ur, Acad, y el eco de las migraciones Prólogo 15 patriarcales (Gn 15).

 El capítulo cuarto mostrará la magnificencia de la III dinastía de Ur con intención de confrontar el aspecto teológico de las genealogías bíblicas con la lista real sumeria, reflejo de la historia mitológica de la tierra del Éufrates (Gn 5,1-12).

El planteamiento del capítulo quinto penetra en el Renacimiento sumerio y los reinos amorreos; esbozada su conformación, dibuja la cosmología mesopotámica para perfilar la hondura teológica de la cosmología bíblica (Gn 1,1-31).

 La grandeza de Babilonia despunta en el capítulo sexto; la envergadura del Código de Hammurabi y la legislación mesopotámica constituyen el cañamazo donde crecerá la peculiaridad teológica de la ley bíblica (Dt 12– 26), mientras la Epopeya de Gilgamesh sugerirá el encanto del relato de Noé (Gn 6–8).

 El capítulo séptimo observa el auge de los imperios emergentes, el reino hitita y el Imperio de Mitanni, para apreciar la influencia de la identidad hurrita, los Textos de Nuzi, y los Códigos Hititas en la etnografía y la legislación bíblica (Gn 15,1-21).

La Babilonia casita recorre el capítulo octavo; la historia de Jonás y la confrontación del Poema de Gilgamesh con la descripción del Sheol permite comparar la tradición mesopotámica con la perspectiva bíblica (Is 14,3-20).

El capítulo noveno aborda, en primer lugar, la etapa de guerra y confusión que entenebreció Mesopotamia, para esbozar, después, la regeneración de la zona y la irrupción de nuevos reinos. De ahí nace la conveniencia de comentar el relato del diluvio (Gn 6,9–8,22), alegoría de la confusión que enlutó la identidad israelita, y la pervivencia de la alianza (Dt 12–26), símbolo de la comunidad renovada.

A lo largo del capítulo décimo, constamos la fiereza de Asiria para contrastar su legislación con la ley bíblica (Ex 21–23), apreciar la analogía entre el nacimiento de Sargón y Moisés (Ex 2,1-10), y describir la perspectiva bíblica de la historia de Israel y Asiria.

 Las páginas del capítulo undécimo hilvanan la historia del Imperio neobabilónico con la intención de entrever el impacto del Enuma Elis y la esbeltez del gran zigurat en el poema de la creación (Gn 1,1–2,4a) y en la simbología de la Torre de Babel (Gn 11,1-9). El exilio en Babilonia marcó la identidad de la comunidad de la Biblia. Por eso comentamos los avatares del destierro, junto a la predicación de Jeremías, Ezequiel y el profeta del consuelo que enjuagaron las lágrimas y sembraron esperanza en el alma de los deportados, hasta que Ciro II, el Ungido del Señor (Is 45,1-5.25), les abrió las puertas para volver a Jerusalén.

Como hemos indicado, la conquista persa puso fin a la identidad mesopotámica como región independiente; después, advendrá el dominio extranjero (persas, griegos, helenistas, romanos). Tanto esa razón como la necesidad de acotar la extensión del estudio, también pondrán punto final a nuestra exposición. 16 Mesopotamia y el Antiguo Testamento Conocedores de la complejidad que reviste el estudio de la cultura mesopotámica en relación con la Biblia, hemos adoptado una perspectiva pedagógica. La vertiente dedicada a la historia de Mesopotamia aparece con los trazos propios de un manual introductorio, mientras la reflexión bíblica figura con los rasgos de un comentario.

 El elenco bibliográfico ayudará al lector interesado a profundizar en la materia. Confiamos en que nuestra aportación, deudora agradecida de los grandes maestros, constituya una ayuda para otear el horizonte teológico de la Escritura, anclada en la cultura y la historia del Oriente Antiguo

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