18.1.1218. Ochocientos años de Merced, una pasión de libertad (1)

Un día como hoy, hace ochocientos años se fundó en Barcelona la Orden de la Merced, para redención de cautivos. Había otras instituciones dedicadas a la redención, Pedro Nolasco y sus compañeros llevaban por los menos 16 años (desde 1202) realizando redenciones. Pero sólo un día como hoy se convirtieron en grupo social y religioso (Orden) al servicio de la redención, dentro de la Iglesia católica.

A lo largo de los siglos, la Orden y Familia de la Merced se ha extendido por diversos lugares, especialmente en los territorios de la antigua corona española, realizando su tarea de libertad, al servicio de la redención de cautivos. Actualmente, la familia mercedaria está representada por tres instituciones oficiales de varones y por más de 12 congregaciones de mujeres, realizando una labor de redención (liberación) actualizada conforme a las necesidades de la sociedad y a la tarea de la Iglesia.




En este blog ha dedicado con cierta regularidad comentarios y trabajos sobre el carisma y tarea de Merced/Liberación en la sociedad y en la Iglesia. Hoy y mañana quiero hacerlo con una extensión y hondura especial, como verá quien siga leyendo. Para ello retomo y reelaboro algunos trabajos escritos en ocasiones especiales(Homenaje al Prof. Vicente Muñoz Delgado, 1992, Congreso Trinitario-Mercedario (1995) etc.

No todos los días se celebran 800 años. No todas las instituciones sociales y eclesiales duran 800. Por entonces (1218) no existía el estado español, ni el francés, ni el de Gran Bretaña. Por su parte, Cataluña se encontraba más unida con Aragón y el Langedoc que con Castilla… Era otro tiempo, otro mundo, pero existían cristianos cautivos, y la Merced se empeñó en realizar una labor de redención liberadora, en un difícil contexto económico-social.


Con esa ocasión (¡ochocientos años!) me siento muy honrado como mercedario, y quiero ofrecer esta reflexión a mis amigos/as y a mis compañeros/as de la Orden de la Merced, y al conjunto de la Iglesia. Felicidades a todos/as en esta fecha. Buen trabajo, ahora que empiezan los nuevos ochocientos años. No hará falta que todos mis lectores analicen el trabajo que hoy ofrezco (¡y mañana!), pero me siento feliz al ofrecerlo, en especial a mis colegas mercedarios.


Introducción

Un grupo de mercaderes de Barcelona, dirigidos por Pedro Nolasco, comenzaron a realizar hacia 1202 un nuevo tipo de comercio, poniendo sus bienes y trabajo al servicio de la redención de los cautivos cristianos que se hallaban en tierra musulmana. Dejaron de buscar otras mercancías; se especializaron en comercio humano: comprar y liberar a los cautivos.
De esa forma, las leyes del mercado (mercar, comprar para ganar) se volvieron merced: obra gratuita al servicio de la libertad de los hermanos. Era una obra humana y religiosa que exigía organización y espíritu de entrega.

Por eso, de un modo normal, pasados unos años, el 18 de enero de 1218, Pedro Nolasco y su amigos constituyeron una agrupación religiosa de carácter jurídico y estable, bajo la autoridad del Obispo de Barcelona y contando con el patronato del Conde de Cataluña (Rey de Aragón), y la llamaron Orden de la Merced, de la Casa de Santa Eulalia, para la redención de cautivos. Siguió siendo un grupo laical de mercaderes especializados en la redención, aunque pronto, por su misma dinámica interna y por el sentido de su acción, recibió algunos presbíteros.

((He estudiado la etimología y sentido de merced en Camino de liberación. El modelo mercedario, EVD, Estella 1987. Allí ofrezco una bibliografía más extensa sobre el tema. Quiero destacar de manera expresa F.D. Gazulla, La Orden de N. S. de la Merced. Estudios histórico-críticos, Mercedarios, Valencia 1985; E. Tourón, La O. de la Merced desde 1218 hasta 1330, en Varios, La Orden de la Merced, Estudios, Madrid 1980, 9-48. J. Millán Rubio, La Orden de N. S. de la Merced. 1301-1400, Curia General, Roma 1992. Visión de conjunto en Varios, La Orden de la Merced. Espíritu y Vida, Curia General, Roma 1986)).


La nueva Orden empezó siendo un grupo pequeño de hombre religiosos liberados para la redención; por eso no se puede comparar con los grandes movimientos de masas de aquel tiempo, como fueron los franciscanos y otras asociaciones de cristianos comprometidos de manera radical en el seguimiento de Jesús. Fue un grupo pequeño, pero tuvo la virtud de aglutinar en torno a sí a diversos sectores de la sociedad, amigos y colaboradores (hermanas, donados, colectores de limosnas, amigos) que les ofrecieron su ayuda para realizar la tarea redentora.

Fue un grupo pequeño, vinculado de un modo especial a los dominios o campos de influencia del Rey de Aragón (Cataluña, Valencia, Langedoc), aunque se abrió también hacia otros reinos y lugares, sobre todo en Navarra y Castilla. Su proceso histórico fue normal: en 1235 obtuvo la aprobación pontificia, apareciendo así como una Orden con respaldo de la Santa Sede, para servicio de todas las iglesias.

Tras la muerte del fundador (hacia 1249) surgieron al parecer ciertas tensiones entre los componentes del grupo más antiguo y nuevos miembros, deseosos de expandir, adaptar o cambiar de alguna forma el carisma de la Orden. Pero no conservamos el acta fundacional (de 1218) y no podemos definir con precisión las condiciones en que fue creado y luego pudo transformarse el grupo. Tampoco conocemos las tendencias de los diversos religiosos, a no ser por documentos exteriores, de papas y reyes, que tendían (tienden) a entender e interpretar la obra redentora desde sus propios parámetros sociales y espirituales, integrándola dentro de lo que resulta más usual o conveniente para sus ideas e intereses .

Sabemos pues que el grupo nació para redimir cautivos, bajo la inspiración y guía de Pedro Nolasco. Conocemos bastante bien los movimientos religiosos dedicados a realizar en aquel tiempo una tarea semejante:

- Había instituciones militares que desde su propio compromiso de defensa están comprometidas al canje y redención de cautivos, como algo que deriva de su misma condición de caballeros cristianos, al servicio de la guerra santa y de la paz eclesial. En algún momento, la misma Orden de la Merced aparecerá vinculada al estamento de los "caballeros" militares, interpretando la redención como un momento de la más amplia milicia cristiana. Pero ahora el concepto de milicia cambia totalmente de sentido. El mercedario no es un hombre que se especializa en empuñar las armas o en matar a los perversos para redimir a los débiles (en la línea idea de la caballería de los cruzados) sino un hombre que invierte el mismo carácter de la guerra y de las armas: se pone indefenso, desarmado, en manos del cautivador, asumiendo así el riesgo de perder la vida en el empeño de la redención.

- Había ligas de comerciantes o alfaqueques que de un lado o de otro, en línea cristiana o musulmana, se dedican a la redención como negocio, liberando así a los miembros de familias o grupos que pueden pagarlo. También hay algo de esto en la Merced: los compañeros de Pedro Nolasco empiezan siendo una liga de mercaderes y a veces compraron a cautivos por encargo. Pero su novedad está en el hecho de que por principio (en general) ellos redimen con dinero, pero no por dinero. Su gesto rompe los moldes comerciales de su este mundo. Los nuevos mercaderes mercedarios tenderán a redimir no a los más ricos (los que pueden pagar) sino precisamente a los más necesitados (en especial a mujeres y niños). De esa forma ponen su dinero al servicio de algo que está más allá del dinero: la redención universal humana .

- Hay grupos religiosos bien organizados, con espíritu fuerte y honda vida comunitaria, comprometidos a la tarea de la liberación. Entre ellos, el más importante es la Orden de la Trinidad, fundada algunos años antes (1198) y con aprobación papal. Los trinitarios son el grupo más cercano al de Pedro Nolasco, de manera que hay entre ellos notables convergencias, que después de expresarán en forma de colaboración (y también de conflicto, en torno a las competencias y lugares de influjo de cada grupo). No sabemos si Pedro Nolasco conoció a los trinitarios. Lo cierto es que creó un grupo aparte, con características propias . Como suele suceder en estos casos, él no empezó pensando en la Orden; pensaba en los cautivos. La fundación de una Orden al servicio redentor es algo que fué surgiendo en el mismo camino y proceso de su vida.

((Sobre la Orden de la Trinidad, su origen, carisma e historia, ofrece un buen compendio, con bibliografía básica J. Pujana, La Orden de la Santísima Trinidad, Salamanca 1993. Sobre los orígenes, sentido fundamental, convergencias y divergencias entre la Merced y la Trinidad se han dicho las cosas fundamentales en Varios, Las dos Órdenes Redentoras en la Iglesia. Actas del I Encuentro Trinitario-Mercedario. Madrid 7-9 de septiembre de 1988, Madrid 1989)).


Recordemos que Pedro Nolasco y sus primeros compañeros eran comerciantes laicos y no miembros del clero. Ellos no intentaron crear casas de la Trinidad, entendidas como hogares donde el misma misterio de la comunión de Dios (encuentro de personas libres, que se aman y entregan mutuamente) hace posible y necesario el surgimiento de un espíritu redentor y de una obra común al servicio de la libertad de los cautivos (para suscitar así la comunión de todos los cristianos). Los mercedarios empezaron siendo directamente mercaderes; por eso comenzaron poniendo su dinero y bienes (su misma vida) al servicio de la redención.

No empiezan definiendo su carisma, no comienzan escribiendo una Regla de vida común y acción redentora, como habían hecho los Trinitarios. Lo primero que hicieron es redimir y juntarse para poder redimir mejor. Sólo más tarde, y siempre con grandes reservas, fijan en un documento lo que son y lo que piensan (lo que quieren hacer). Por eso es normal que no hayan sentido la necesidad de escribir una "regla de vida" o una teología fundante de la Orden.

Han comenzado redimiendo: han hecho las cosas antes de decirlas de un modo reflejo. Así se explica el hecho de que su fundador sólo nos haya dejado documentos comerciales de escribano oficial donde su firma (a modo de cruz) garantiza y avala el uso redentor de los bienes que va recibiendo para ello. No ha escrito libros de piedad, entre otras cosas porque era un comerciante, porque no tenía tiempo para ello y quizá porque no sabía escribir bien.
Quizá pudiéramos decir, empleando en un lenguaje tradicional, que el rito precede al logos (o si se quiere el mito, entendido en su sentido originario): los mercedarios hacen las cosas antes de ponerse a decirlas en plano intelectual. Tuvieron que pasar unos años para que sientan la necesidad de fijar su carisma (eso que pudiéramos llamar su logos o mito fundacional). Lo hicieron posiblemente en el momento en que algunos miembros del grupo empezaban a dudar de su conveniencia o de su carácter definitivo. Por eso, la lógica mercedaria empieza siendo activa antes que teórica .

Hemos aludido ya a posibles tensiones dentro de la Merced. Precisamente en ese clima, al perder la memoria directa del origen, para ratificar su vocación y tarea dentro de la iglesia, en favor de la sociedad, en el capítulo de 1272, los hermanos de la Merced fijaron de un modo preciso y reflejo (reflexionado) su carisma, recopilando sus propias Constituciones.
Tenían ya una regla de vida común, al menos desde 1235 (la Regla de San Agustín, que fija el carácter fraterno de las comunidades mercedarias). Tenían una seria de normas de acción redentora, que se habían ido fijando por tradición, desde el ejemplo de Pedro Nolasco y por acuerdo de los capítulos generales o asambleas fundantes de todos los religiosos que se hacían una vez año, por la fiesta de la Cruz (el 3 de Mayo).

Había una regla de vida común, había normas.... pero no se había puesto por escrito eso que pudiéramos llamar la Regla Carismática o expresión fundante de la vida y carisma de la nueva Orden. No había hecho falta, no había habido hasta entonces discusiones. Ahora se hizo necesaria. Por eso, según tradición, en el Capítulo de 1272, bajo la presidencia de Fray Pedro de Amer, Maestre General de la Merced, los religiosos aprobaron y constituyeron de forma jurídica y teológica, carismática y práctica, su propia forma de vida. Evidentemente, como en su mayoría era laicos, lo hicieron en la lengua popular y comercial de su entorno: el catalán.

No quieren inventar nada nuevo, no tienen intención de cambiar. Por ratificar su vida y acción anterior y para comprometerse mejor en línea redentora fijan por escrito el sentido de su identidad, el carácter y modo de su obra redentora. Las Constituciones que ellos aprueban constan de dos partes:

- La primera es la Regla de Vida Carismática. Estrictamente hablando no se puede llamar Regla pues los mercedarios ya tienen la de San Agustín (que regula su vida comunitaria) y además el Concilio IV de Letrán (1215) había prohibido el surgimiento de nuevas Reglas estrictas de vida religiosa. Sin embargo, en sentido radical, esa primera parte puede y debe llamarse Regla de vida mercedaria. Así la presentamos y estudiamos en las reflexiones que siguen.

- La segunda la forman las Constituciones propiamente dichas, es decir, el conjunto de normas prácticas que fijan el tipo de vida de los redentores mercedarios: la forma de colectar limosnas, de organizar los aspectos prácticos de la vida común (casas y capítulos, temas espirituales y materiales etc.) y de realizar las redenciones .
((Las Constituciones de 1272 ha sido editado en su original catalán y en su versión castellana, con un comentario de tipo histórico, por R. Serratosa, Las Constituciones Primitivas de la Mercerd, Estudios 12 (1956) 413-583. Nueva edición y comentario en J. Devesa Blanco, Las Primitivas Constituciones de la Merced o "Constituciones amerianas", Analecta Mercedaria 2 (1983) 5-120)).

La misma Promulgación del texto distingue cuidadosamente las dos partes. La primera, que suele llamarse Proemio, aparece como inspiración o prólogo fundante, como algo que es previo a lo que han hecho el Maestre y los restantes miembros del capítulo de 1272. Forma una especie de unidad intocable, que parece estar por encima de toda discusión. Lo que el General y el Capítulo ha discutido y reformado (aboliendo unas cosas e introduciendo otras, como dice el propio texto) es la segunda parte, es decir, el Cuerpo de las constituciones o normas concretas .

Sólo estudiamos por tanto el Proemio, eso que pudiéramos llamar la Regla Carismática de la Merced, situada al comienzo de las Constituciones de 1272. Por comodidad lo citaremos simplemente diciendo Const 1272, sabiendo que se trata sólo de esta parte. Pero antes de hacerlo, y para fijar el valor y límites de nuestro estudio, empezaremos ofreciendo unas indicaciones que nos permiten precisar la opción que hemos tomado, el lugar en que nos hemos situado para elaborar este trabajo:

- Para situar mejor mi trabajo, sigue siendo necesario un estudio previo del texto en plano histórico y literario. Personalmente pienso (y así lo supongo en todo lo que sigue) que este texto recoge la inspiración primitiva de la Merced (de Pedro Nolasco) y que ha sido fijado en el propio Capítulo de 1272. Pero ellas se conservan en un códice posterior del siglo XVI, fijado por el P. N. Gaver, el primer historiador de la Merced. Por eso, sería posible que el propio Nadal Gaver o algún otro copista hubiera "retocado" nuestro texto (el prólogo teológico que ahora estudiaremos), por la importancia que sus formulaciones siguen teniendo para el conjunto de la Orden.

Para fijar con claridad el carácter original (de 1272) del texto, que voy a comentar aquí, habría que realizar estudios de carácter histórico, literario y teológico más preciso: analizar su estilo y terminología catalana, sus ideas básicas, su trasfondo teológico, dentro de la vida social y religiosa del siglo XIII. A partir del siglo XIV, la Merced comienza a redactar sus leyes en latín (quedando así en manos de clérigos latinos). ¿Tendría sentido querer cambiar la imagen de la historia antigua retocando un texto catalán/vulgar, sin valor jurídico, escrito dos siglos antes? Para responder con certeza a estar preguntas serían necesarios los trabajos que aquí pido y que aún, a mi juicio, no se han hecho.

- Sería necesario un estudio comparativo de tipo social y teológico con otros textos semejantes de aquel tiempo: con las Constituciones de Órdenes militares (las del Santo Sepulcro o el Temple, de los Caballeros Teutónicos o Santiago...). Sólo así sabríamos lo que es antiguo y lo que es nuevo, lo que es tradición y lo que es original en el texto de la Merced .

- Finalmente, sería conveniente un estudio litúrgico del tema y del texto. Nuestro proemio tiene un carácter quiástico muy preciso, con una estructura perfecta, que iremos indicando en lo que sigue. Eso se debe, posiblemente, el hecho de que ha sido o puede ser utilizado como lectura litúrgica, sea el día del aniversario de la Fundación de la Merced (10 de agosto, con la referencia a S. Lorenzo y al dinero que se pone al servicio de los pobres), sea en otro día importante (como la propia fiesta de la Cruz en que se celebran los capítulos). En esta perspectiva podría situarse también el estudio de las "misas" que se celebran los días del Capítulo, con su propia liturgia festiva.

Todo esto nos permitiría encuadrar y conocer mejor el texto que ahora estudiaremos. Pues bien, a pesar de esas carencias, juzgamos que nuestro estudio puede cumplir una función: interpreta este prólogo de las Const 1272 como verdadero mito mercedario en el sentido etimológico del término: es mito aquello que se cuenta para fundar y dar sentido a un determinado grupo, haciendo que se identifique sacralmente y abriendo así caminos de vida y compromiso (de rito).

Este es el texto clave de la fundación mercedaria, el relato que los capitulares de 1272 ponen como fundamento de su vida. De esta forma entienden el surgimiento de la Merced, de esta forman interpretan su tarea y camino dentro de la Iglesia. Superando las posibles divergencias anteriores, aunando criterios, los mercedarios se han puesto de acuerdo sobre el texto base de su origen y han fijado las líneas clave de la identidad mercedaria dentro de la historia.

Lo han hecho de un modo claro, condensado, profundo, hermoso. Han creado un texto fundante, uno de esos relatos histórico-teológicos que quieren abrir un camino de vida, un relato literariamente hermoso donde cada palabra está en su lugar y donde todas ofrecen y reciben sentido dentro del conjunto. Por eso lo tomamos tal como está y lo analizamos en clave teológica (desde su unidad literaria) fijando sus elementos principales.

Una vez que el texto ha sido fijado posee su propia autonomía y puede estudiarse por separado, como unidad teológica y doctrinal. Así lo haremos, siguiendo su propia estructura, distinguiendo sus elementos principales. No podemos justificar toas nuestras opciones. El lector atento disculpar y suplir nuestras deficiencias, estudiando de modo personal el propio texto:

1. Texto originario, en catalán

CONSTITUCIONS DELS PARES ANTICHS DEL ORDE DE LA VERGE MARIA DE LA MERCE, DELS CATIUS CHRISTIANS LES QUALS FOREN ORDENADES EN LANY MILL DOCENS SETANTA E DOS

PRÓLOGO

Com deu pare de misericordia e deu de tota consolacio e donador de conort en tota consolacio, Jesu Christ son fill per la sua gran misericordia trames en aquest segle per visitar tot lumanal litnatge qui en aquest segle era axi com en carcer catiu en poder del diable e d'infern per visitar e traher tots los amichs qui eren en aquell carcer en poder del damunt dit enemich e metre en la sua gloria e daquells e dels altres qui en aquel loch per la sua gracia pujaren tornar e reparar los lochs daquels angels qui per ergull caygueren del Cel e foren fets diables.

Pare fill e sanct sprit entre les obres dels quals departiment no ha ordenaren per sa misericordia e per lur gran pietat fundar establir aquest orde apellat orde de la verge Maria de la merce de la redempcio dels catius de Sancta eulalia de Barchalona del qual ordenament ordenaren lur servent missatge e fundador e enantador frare Pere Nolasch.

La vertut e lenteniment del qual e de tots los altres Maestres qui son estats apres de ell el trabal e la obra dels frares e de tot lorda es posada en aço per tots temps quel Maestre e els frares qui an feta profesio en aquesta orda en fe de Jesu Christ en esperança de salvacio en vera caritat de aquell qui en aquest segle prenent carn de la gloriosa sancta Maria Verge ver deu e ver hom en una persona estant, mort e passio per nos prenent nos visita e sempre visita sos amichs e deliura qui eren en infern, treballant de bon cor e de bona voluntat e per bona obra de visitar e desliurar aquells christians qui son en captivitat e en poder de sarrains o daltres enemichs de la nostra leg segons bon ordonament e bona voluntat del mestre daquest orde.

Per la qual merce a seguir e a enantar e a visitar e a desliurar christians de poder dels enemichs de la orda de Crhist axi com a fills de vera obediencia alegrament sien aparelats tots temps tots los frares daquest orde si mester es posarlos vida axi com Jesu Christ la posá ver per nos per tal que al dia del judici per la sua misericordia asseguts a la part dreta sien dignes de hoir aquella dolça peraula que ab la sua boqua dira Jesu Christ:

Venits beneyts de meu Pare reebre lo regne que a vos es aparellat del començament del segle perço cor en carcer era e vingues a mi. Malalt era e visitas me. Ffam avia e donas me a mengar. Sed avia e donas me abeure. Nuu era e vestis me. Hostal no avia e recolis me.

Les quals totes coses ha ordenat Jesuchrist esser complides en aquest orde a mantenir e crexer obra de tan gran misericordia ço es visitar e rembre christians catius de poder de sarrains e daltres qui son contra nostra leg a qui propiament ha deus establit aquest orde.


2. Traducción y estructura en castellano


(1.- FUNDAMENTO)

A- Como Dios, Padre de misericordia - y Dios de toda consolación,
- y dador de aliento en toda consolación,
B- por su gran misericordia envió a su Hijo a este mundo,
C-
a.- para visitar a todo el linaje humano que en este mundo estaba como en cárcel, cautivo en poder del Diablo y del Infierno
b.- para visitar y sacar (traher) a todos los amigos que estaban en aquella cárcel en poder del dicho enemigo,
c.- y para introducir (metre) en su gloria a aquellos y a otros que por su gracia subirían,
d.- (para) volver y reparar los lugares de aquellos ángeles
que por orgullo cayeron del cielo y fueron hechos Diablos,

(2.-FUNDACION)

A- (Así) El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, entre cuyas obras no hay distición, determinaron por su gran misericordia y su gran piedad,
B- fundar y establecer esta Orden, llamada Orden de la Virgen María de la Merced, de la redención de cautivos de santa Eulalia de Barcelona
C- de cuya determinación dispusieron a Fray Pedro Nolasco
su siervo, mensajero y fundador y adelantador.

(3. ACCION)

A-
a. -La virtud y entendimiento del cual y de todos los otros Maestres que le han seguido,
b. -el trabajo y la obra de los hermanos y de toda la Orden se ha encaminado siempre a esto:

B- que el Maestre y los frailes que han hecho profesión en esta Orden,

a.- con fe en Jesucristo,
b.- con esperanza de salvación
c.- y con verdadera caridad de aquel que en este mundo
- tomando carne de la gloriosa Santa Virgen María,
- siendo verdadero Dios y verdadero hombre en una persona
- y sufriendo muerte y pasión por nosotros,
- nos visitó, y siempre visita a sus amigos, y liberó a los que estaban en el infierno,

C-trabajen de buen corazón y buena voluntad y buena obra
en visitar y liberar a aquellos cristianos que están en cautividad
y en poder de sarracenos o de otros enemigos de nuestra ley
- según la buena determinación y buena voluntad del Maestre de esta Orden.

(4.-DISPONIBILIDAD)

A- Para la cual Merced, de seguir y adelantarse y visitar y liberar a los cristianos del poder de los enemigos de la Orden de Cristo,
B- los frailes de esta Orden, como hijos de verdadera obediencia,
estén siempre dispuestos a dar su vida, si fuere menester,
C- así como Cristo la dio por nosotros.

(5.- FINALIDAD)

A - A fin de que en el día del juicio, sentados por su misericordia en la parte derecha,
B- sean dignos de escuchar aquella dulce palabra que Jesucristo dirá con su boca:Venid benditos de mi Padre a recibir el reino que os está preparado desde el comienzo del mundo:
C-
- porque estaba en la cárcel y vinisteis a mi,
- estaba enfermo y me visitasteis,
- tenía hambre y me disteis de comer,
- tenía sed y me disteis de beber,
- estaba desnudo y me vestisteis,
- no tenía hogar y me recibisteis.

(CONCLUSIÓN)

A- Todas las cuales cosas ha ordenado Jesucristo que se cumplan en esta Orden
B- para mantener y hacer crecer obra de tan misericordia, como es visitar y redimir a los cristianos cautivos del poder de sarracenos y de otros que son contra nuestra ley,
C- para lo cual ha establecido Dios propiamente esta Orden .

Este es un texto de honda teología, formulación básica del mito mercedario, que ahora estudiaremos con cierta detención, en clave teológica y literaria. Para ello lo situamos sobre un doble trasfondo: la redención de Jesús, tal como ha sido codificada en el Nuevo Testamento, y la experiencia actual de nuestra humanidad. Nos movemos según eso dentro del esquema normal de la fusión de horizontes que la hermenéutica moderna utiliza con frecuencia .

El mismo texto nos invita a interpretarlo de esa forma, pues pone como punto de partida la experiencia original cristiana y quiere presentarse como principio de auto-comprensión de una Orden religiosa que sigue abierta hacia el futuro.

1.- FUNDAMENTO.

Dividimos el texto en tres partes.

La primera (A) habla del Dios misericordioso.
La segunda (B) presenta el envío del Hijo.
La tercera (C) subraya la finalidad de ese envío, señalando de forma precisa el sentido y meta de la misericordia del Padre.

Desde la expresión trinitaria posterior (de 2A) podríamos descubrir también aquí un esquema trinitario, interpretando el apartado C desde la acción del Espíritu Santo (o como expresión de la libertad donde se expresa la obra del espíritu).

La primera parte (A) es profundamente teológica y nos arraiga en la experiencia originaria de la Biblia que ha presentado a Dios como fuente de misericordia; prescindiendo del término Padre podemos situarla de un modo muy preciso en el Antiguo Testamento.

La segunda (B) presenta de forma condensada la confesión básica de la fe cristiana, en clave de envío/encarnación, conforme a una palabra clave del Nuevo Testamento. La tercera (C) confiesa el misterio de la redención completa, en perspectiva eclesial y escatológica, utilizando expresiones que nos sitúan en el centro del lenguaje simbólico (si se quiere mítico) de la tradición cristiana.

a.- Padre de misericordia.

Comenzamos con la definición de Dios (A) que recoge la experiencia más profunda de la revelación bíblica. Se vinculan en ella varios textos. El más importantes es:

¡Yahvé Yahvé! Dios compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia y lealtad,
misericordioso hasta la milésima generación,
que perdona culpa, delito y pecado,
pero no deja impune y castiga la culpa de los padres
en hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación (Ex 34,6-7).


Este es el nombre más hondo de Dios en el Antiguo Testamento: es Dios que ama de forma entrañable (rahum) a los hombres, como madre que cuida de sus hijos; es amigo que se apiada (hannun), atendiendo de forma compasiva aún a aquellos que han pecado. Este es el Señor de la alianza, rico en clemencia y lealtad (=rab hesed we'emet). El Dios que está en el fondo de la Merced sigue siendo en su entraña más honda el Señor de los hebreos liberados.

Es Dios de Hebreos liberados, Señor (Yahvé) del Exodo: ha sacado a los esclavos de Egipto y les guía en el camino que conduce hacia la tierra de la libertad.
Pues bien, en ese mismo camino de liberación les sigue perdonando: no tiene en cuenta el pecado del Becerrero de Oro, de la idolatría y egoísmo en que han caído los mismos liberados y se dispone a iniciar con ellos una experiencia nueva de libertad.

Ciertamente ofrece un camino de vida, pues Dios perdona hasta la milésima generación, abriendo así un futuro de existencia permanente para el pueblo. Pero también ofrece un camino de corrección, pues Dios visita con su castigo (corrección) a los que pecan a lo largo de tres o cuatro generaciones (unos cien años). La utopía de la misericordia infinita (abierta a mil generaciones) se vincula a la experiencia concreta del castigo histórico. Esta es la visión de Dios que está en el fondo en la cumbre del Antiguo Testamento, tal como ha sido evocada por nuestro texto .

((Para un estudio más extenso de la misericordia de Dios en este pasaje y en el contexto general del AT cf. F. Asensio, Misericordia et Veritas ,AnGreg 48, Roma 1948. He estudiado el tema de Ex y Job en Dios judío, Dios cristiano, EVD, Estella 1996, y especialmente en X. P. J. A. Pagola, Entrañable Dios. La obras de Misericordia, VD, Estella 2016).

Pero el tema veterotestamentario ha sido poderosamente recreado en el NT desde la gracia del perdón misericordioso de Jesús y también desde la propia experiencia de fe y consuelo de los primeros cristianos. Así lo ha confesado Pablo, en palabra de intenso contenido hímnico:

Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
Padre de las misericordias
y Dios de toda consolación,
que nos ha dado consuelo en toda tribulación... (2Cor 1,3-4)


Es evidente que el autor de nuestro pasaje (Const 1272) ha querido actualizar la experiencia de Pablo, como indican las palabras en cursiva. Más aún, la mayor parte de los traductores suelen corregir el texto poniendo dador de aliento (consuelo) en toda tribulación, y situándose así más cerca de 2Cor 1,4 (para ello corrigen la palabra consolacio por tribulacio que sería la originaria). Nosotros preferimos dejar el texto como está, pues ofrece buen sentido y destaca la unión de tres palabras que resultan muy significativas:

- Misericordia. Es el punto de partida, es la clave de la definición de Dios, que no aparece ya como rico en... (tema AT) sino como Padre de misericordia. La misma paternidad se identifica e interpreta de esa forma como misericordia, amor que perdona.

- Consolación.
Tanto Pablo como Const 1272 suponen que el ser humano está triste, vive en situación de angustia y por eso necesita ser consolado. De Dios proviene y no de un simple gesto humano el verdadero consuelo para los atribulados (que en el contexto siguiente serán los cautivos).

- Aliento. El mismo consuelo de Dios se traduce a modo de fuerza creadora, tema que aparece claro tanto en 2Cor 1 (el Pablo consolado puede consolar y ayudr a los demás) como en Const 1272 (el mismo Dios que consuela a los mercedarios les permite ser consoladores) .

Difícilmente se podría haber encontrado un comienzo más hermoso y provocativo para todo el tema que sigue. Antes que toda experiencia de cautividad ha colocado el texto la experiencia fundante de un Dios que es Padre y que consuela/anima a los humanos en medio de la tribulación.

Este es un Dios que tiene un nombre clave: Padre. Sólo esa experiencia de paternidad misericordiosa pone en marcha el discurso. Es como si los humanos estuviéramos envueltos en un misterio de gracia. Sólo desde la certeza de esa gracia, desde la más honda fuente de misericordia activa que es Dios, puede entenderse y recorrerse el camino que sigue. Es un camino que no brota resentimiento. Tampoco proviene de la contemplación de la miseria desnuda de los hombres. Es camino que surge de la misericordia creadora, del amor del Padre que precisamente porque ama, por su gran misericordia, nos da a su propio Hijo como redentor

b.- Envió a su Hijo a este mundo

La más antigua confesión de fe eclesial bendice al Dios que ha resucitado a Jesús de entre los muertos (cf 1Tes 1,9-10; Rom 4,24; 8,11; 10,9; 1Cor 6,14; 15,15; 2Cor 4,14 etc), centrando así la fe en la pascua: son cristianos aquellos que, superando el escándalo de la muerte del Cristo, descubren por la pascua que esa misma muerte es redentora.

Pues bien, en un momento ulterior, los mismos cristianos dan un paso más y saben que esa muerte es redentora porque ha existido un envío previo. Jesús pertenece el misterio de Dios y por eso debemos afirmar que el mismo Dios le ha enviado, en palabra de honda raigambre bíblica. Envió Dios en otro tiempo a los profetas, con fuerte misión redentora. Ahora envía a su Hijo, como afirma un texto muy significativo:

Cuando éramos menores estábamos esclavizados
bajo los elementos de este mundo.
Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos
envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la ley,
para liberar a los que estaban bajo la ley....
Por tanto ya no eres esclavo sino hijo,
y si eres hijo eres también heredero por Dios (Gal 4,3-7).


El texto nos sitúa en el centro de la simbología mercedaria. Toda la vida del hombre aparece como servidumbre (douleia): nos esclaviza el mundo, la ley nos hace siervos. En ese contexto de sometimiento, los hombres aparecen divididos en lucha en que se oponen varones y mujeres, judíos y griegos, esclavos y libres (Gal 3,28). Sobre ese fondo ha presentado Pablo el envío del Hijo.

Por eso, la libertad no se identifica con la arbitrariedad ni con la pura lucha de unos contra otros. La libertad es filiación, es don Dios que nos hace hijos suyos en Cristo. De esa forma, uniendo 2Cor 1 (misericordia de Dios como Padre) y Gal 4,4 (envío del Hijo), las Const 1272 han suscitado el más hondo espacio teológico en el que puede entenderse la acción liberadora de los hombres .

En este contexto del Dios que envía a su Hijo se inscribe toda la dinámica de la libertad cristiana.
Al lado de Gal 4,4 podemos evocar otras citas y textos que se extienden desde el simbolismo de la tradición sinóptica (contexto parabólico de Mc 12,6) hasta la formulación más solemne de Jn 3,17 (que define de algún modo toda la teología del 41 Evangelio).

Dios ha enviado a su Hijo... Esta es una de las palabras radicales de la tradición cristiana. La liberación no es algo automático, algo que sucede de forma mágica o espontánea. Ella se funda en un envío, brota del cuidado de Dios que "da" lo más hondo que tiene, da a su Hijo. Desde esta perspectiva, toda la liberación mercedaria tiene que interpretarse como consecuencia de un envío del Hijo de Dios que se amplía y explicita en el envío de los redentores.

En el fondo de la acción redentora del Hijo se encuentra este gesto del Padre que envía, regala, su más hondo tesoro, de un modo cordial y gratuito. Por eso, la libertad será experiencia de familia: hay un Hijo, hay un hogar que brota del mismo Dios. Por eso puede haber también libertad y hogar para los hombres.

c.- Para visitar, sacar, meter y reparar.


San Pablo había formulado sobriamente el envío diciendo que el Hijo había venido para liberar (o comprar: exagorase: Gal 4,4) a los hombres cautivados en el mundo. Las Const 1272 amplían ese tema desde una perspectiva de liberación total que se articula en cuatro momentos progresivos y complementarios, conforme al al mismo esquema de la traducción del texto. Empezaremos resaltando las palabras clave. Después las situamos mejor y comentamos su sentido:

a.- Visitar. Este es quizá el término central del texto (cf 1Cb; 3Bc; 4A; 5B; 6B) y reasume la experiencia veterotestamentaria del Moisés que quiere "visitar" a sus hermanos oprimidos (Ex 2,11); es término que alude también y sobre todo al Dios que visita y redime a su pueblo (Lc 1,68; cf Lc 7,16). En esta perspectiva se sitúa Mt 25,31-46 cuando habla de "visitar" a enfermos y encarcelados. Aquí puede haber también una alusión al enviado (Palabra, Hijo) de Dios que ha puesto su tienda (eskênôsen) entre nosotros (Jn 1,14). En este contexto visita significa encarnación: sólo aquel que penetra en la situación de miseria o cautiverio de los hombres les conoce; sólo aquel que penetra en su mundo de opresión puede redimirles.

b.- Visitar y sacar. El texto anterior declaraba que Dios había enviado a su Hijo para visitar a los encarcelados..., en palabra que recoge la más honda teología de Mt 25,31-46. Ahora avanza y reasumiendo la experiencia que está al fondo de Lc 4,18 (cf Is 42,6-7) afirma que ese Hijo visita a los cautivos para sacarlos (=traher) de la cárcel. Ha venido Jesús como Mesías de liberación para romper los barrotes y los grillos que oprimen y encierran a los hombres, ha venido para abrir la cárcel en que estaban encerrados los cautivos. Es evidente que en el fondo de esta imagen del sacar se encuentra la experiencia y palabra más elaborada de Ex 2,8 donde se dice que Dios pide a Moisés que saque al pueblo de la tierra de opresión y lo introduzca en la gran tierra de la promesa, que mana leche y miel.

c.- Introducir. Sigue influyendo la imagen universal de liberación que hemos visto en Ex 2,8: no tiene sentido la salida como ruptura del mundo de opresión si es que no viene a culminar en la entrada entendida como don de nueva libertad, como comienzo creador. Conforme al Éxodo, los israelitas deben penetrar en la tierra que mana leche y miel. Const 1272 ha puesto como meta del camino de liberación la gloria, es decir, la plenitud de vida de los redimidos. Conforme a esta imagen estamos exilados, vivimos fuera de la casa de la libertad, estamos expulsados del hogar en el que Dios ofrece plenitud de vida y bienaventuranza. Pues bien, según la palabra del Éxodo y conforme a la experiencia mercedaria deben abrirse las puertas cerradas: el camino de la vida se convierte en experiencia de búsqueda y ascenso (pujaren) positivo que nos lleva hacia el hogar donde encontramos nuestra identidad. La imagen del ascenso (subir hacia la buena tierra de la libertad) no se entiende aquí en sentido espiritualista, platónico o gnóstico (como si las almas caídas tuvieran que ascender de nuevo) sino en sentido bíblico: los hebreos oprimidos deben subir de Egipto (lugar bajo, de opresión) a la tierra de Palestina (lugar alto, de libertad) .

d.- Volver (tornar) y reparar. La experiencia de la libertad es algo nuevo; ella nos abre al don siempre inesperado y sorprendente de la gracia que nos lleva a descubrir y realizar aquello que antes no teníamos. Pero en un sentido todavía más profundo, toda conquista de la libertad es un retorno (como una vuelta al estado en que siempre debíamos habernos mantenido) y una reparación (una forma de arreglar lo que se había estropeado). Lo más nuevo se viene a interpretar de esa manera como lo más viejo y antiguo: la verdad de aquello que siempre habíamos esperado.

Estas cuatro palabras (visitar, sacar, introducir, reparar) constituyen las claves de toda teología redentora. Ellas definen eso que podríamos llamar topografía de la liberación y en ellas se vinculan el lenguaje más espiritualistas (las imágenes pueden encontrarse vinculadas a una experiencia de liberación interior) y el más comprometido en plano social y político.

Todavía no se ha realizado aquí la escisión que separa al hombre interior del exterior. Los dos se encuentran vinculados, de manera que lo que se dice en un plano (exterior) encuentra su sentido en otro (interior) y viceversa. Cuatro son las imágenes que están al fondo de la esclavitud humana:

a.- Cárcel, cautiverio. La imagen primera es la cárcel, el mundo entendido como lugar de encierro, espacio donde alguien no puede salir, moverse, andar en libertad, ni hacerse dueño de sí mismo (cf también 5b). Pero el mismo texto (1Ca) identifica esa cárcel como cautiverio, lugar donde el hombre está capturado (de capere, captus); es como si otro le hubiera cazado ,de manera que no puede ya moverse, está atrapado en las redes del Diablo y del infierno; de esa forma, la limitación o fijación física (cárcel) viene a interpretarse como dominación humana, como un estado de vida en que el hombre se encuentra atrapado bajo el influjo y prepotencia de otras realidades o personas que le fijan y le determinan.

b.- Apoderamiento. El texto dice que el hombre se encuentra "en (bajo el) poder del Diablo y del Infierno". Del plano del estar (cárcel en sentido local) pasamos al plano del poder. El hombre libre se define como aquel que puede, que tiene capacidad de escoger y decidir por sí mismo. El cautivo es el que no puede, por hallarse bajo un tipo de potencia o realidad extraña. Quizá debiéramos decir en este contexto que Dios es quien da poder, quien hace al hombre capaz de ser, de actuar, de realizarse. Diablo e infierno son lo que quita al hombre el poder, poniéndole bajo el dominio de otros. El ese sentido, el cautivo es un poseso, alguien que no se posee ni puede realizarse, apareciendo así como una cosa, objeto, bajo el dominio de enemigos que le utilizan y destruyen .

c.- Expulsión; caída. El texto dice que Dios ha enviado a su Hijo para que "meta" (introduzca) a los hombres en su gloria. Eso significa que este mundo es una cárcel donde ellos estás "expulsado" de su centro. Pues bien, frente a esa cárcel existe un hogar, una casa donde el hombre puede encontrarse a sí mismo. Esta casa de "gloria" se halla arriba, según la imagen normal de las diversas religiones. Por eso, frente a los ángeles que han bajado (cayeron), el camino de la redención viene a presentarse ahora como ascenso de los hombres que deben "subir y entrar" en la gloria. Eso significa que se hallaban fuera de su centro, en el lugar externo e inferior (infierno, lo de abajo) donde se debaten los condenados.

d.- Extrañamiento (¿alienación?). Es evidente que el hombre está fuera de sí, alejado de su propia esencia, cautivo del Diablo y del infierno. Ciertamente, todo el texto que sigue supone que el pecado de la humanidad es un pecado humano, una lucha que enfrenta, divide y esclaviza a los hombres en su mutua relación dentro de la historia. Pero en el fondo de ese gesto viene a desvelarse un pecado más grande, vinculado a la caída de los ángeles. Es como si en el fondo de nuestro propio cautiverio (destrucción humana) descubriéramos una fuerza de opresión mayor, algo que precede a nuestro mal, dándole así un carácter irremediable, casi de tragedia; este es el pecado de los ángeles perversos.

Estamos en el centro de eso que podríamos llamar el mito fundante de la caída y redención. Por un lado, el texto va a hablarnos del dolor concreto de los cristianos cautivos bajo el poder de musulmanes, pidiendo a los mercedarios que realicen, desde Cristo, un gesto fuerte de entrega liberadora en favor de ellos. Por otro lado evoca, al menos en sentido simbólico, la antigua tradición del descenso de Cristo a los infiernos, para liberar a los difuntos allí cautivados desde el comienzo de los tiempos. No había llegado aún el tiempo de la redención, vivían sometidos a las fuerzas de la muerte, en espera del santo advenimiento (del Cristo pascual). Finalmente, el texto evoca una situación universal de caída y cautiverio: la humanidad entera se encuentra cautivada en este mundo, bajo el poder del infierno y de la muerte.

Hablando teológicamente, el texto debería haber distinguido los niveles, hablando por un lado de la cautividad del limbo (de los muertos que esperaban el santo advenimiento) y por otro de la cautividad humana general, de la vida en este mundo como cautiverio. Desde ese doble fondo, bien diferenciado se podría haber situado mejor la redención de los cautivos cristianos de la que hablará después .

No podemos olvidar el carácter simbólico del texto. No elabora una teología, no quiere demostrar ninguna tesis de escuela. Lo que hace es algo mucho más profundo: asume la experiencia universal de la caída y la sitúa sobre el fondo de la tradición del infierno (entendido como cautiverio de los muertos o limbo y como lugar de opresión de los vivos, o injusticia y muerte de este mundo). Nuestro texto no tiene que separar conceptualmente los niveles. Deja que estén ahí y que se fecunden, de forma que podamos entender mejor la profunda experiencia de muerte humana, de expulsión religiosa y de caída social que define nuestra historia.

La expulsión y caída del hombre se entiende dentro de un contexto más amplio, en ámbito de mito universal de caída y redención. Entre ese mito universal, entre la tradición pascual del descenso de Jesús a los infiernos (para redimir a los muertos antiguos) y la realidad social concreta de los cautivos cristianos de los que va a ocuparse la acción mercedaria ha situado el texto la experiencia del envío liberador del Hijo de Dios que aparece como punto de partida de todo lo que sigue. Hay una cohesión profunda entre todos los niveles del pasaje, como una continuidad simbólica y social, tanto en el plano de misterio (revelación de Dios) como a nivel de acción liberadora de los hombres.

Quizá pudiéramos hablar de una analogía del pecado y de la gracia: los diversos pecados se entienden dentro de un mismo continuo simbólico de mal (de falta de libertad); dentro de un continuo semejante ha de entenderse la superación del pecado. Empecemos por el pecado, veamos sus niveles a la luz de esta sección y del conjunto del texto:

En el principio del pecado (en oposición a la misericordia de Dios) se encuentra la caída de lo angélico (1Cd). Dios es, desde siempre y por siempre, padre de misericordia. Pero frente a Dios se sitúan los diablos a quienes el texto define como orgullo (deseo de elevación) que conduce a la caída o expulsión y desemboca en la envidia o deseo destructivo dirigido hacia los hombres.

Desde ese fondo, presentamos los elementos fundamentales de una genealogía de lo diabólico, utilizando las cinco palabras básicas del texto. Ellas nos permiten descubrir el sentido de la caída (de la opresión) humana. Ellas nos permiten conocer mejor el sentido de la redención (de la inversión liberadora) de la que luego trataremos:

1) Originalmente, esos seres caídos se llamaban ángeles,
es decir, eran enviados de Dios, pues ángel quiere decir enviado. Tenían por tanto una función de servicio: Dios les quería mensajeros de su vida, portadores de su amor y salvación para los hombres. Su verdad y autonomía consistía en no tener independencia, en ser y vivir para los otros. Esta era su gloria, este su nombre de ángeles.

2) Pero ellos quisieron existir sin Dios, sólo por sí mismos, de manera independiente, dejando de ser aquello que Dios les había hecho (ángeles/enviados). Esto es lo que el texto orgullo, con toda la tradición cristiana. Es orgullo el ser y hacerse a costa de los otros, el sentir y realizar la propia independencia en forma impositiva, elevándose por encima de los otros. Suele decirse que los ángeles perversos quisieran hacerse "como Dios"; pero es sólo una verdad parcial. Ellos quisieron hacerse Dios pero en sentido orgulloso, de imposición y prepotencia. Rechazaron su propia realidad de servidores/enviados, rechazaron al Dios que es gracia pura y se quisieron convertir en puros dueños, dioses en clave de imposición. Este es su pecado, esta la razón primordial de su caída.

3) El mismo ángel orgulloso (encerrado en sí) se vuelve infierno, es decir, lugar inferior o caída. Es evidente que en el fondo de la simbología de infierno han entrado otros elementos de sufrimiento, fuego, destrucción. Pero aquí en el texto sólo se ha puesto de relieve la caída, el abajamiento. Al perder su unión con Dios, el ángel desciende al fondo de su propio vacío, viniendo a convertirse así en infierno.

4) De esta forma el mismo ángel/servidor hecho ya infierno, viene a convertirse en principio de peligro para los humanos,
volviéndose así tentador o diablo. Este es su nombre más claro, esta es su esencia: la realidad del diablo es tentar, poner a prueba al otro para destruirle, en actitud original de envidia; frente al Dios que es vida que se expande y crea (gozando con el ser de todo lo que existe) el diablo viene a presentarse como envidia destructora, incapacidad de aceptar a los demás, obsesión de muerte.

5) Ese orgullo/envidia destructora se traduce en forma de opresión. Todo el simbolismo del pasaje nos lleva a este lugar: el ser y pecado del diablo (en este caso ser y pecado es lo mismo) se encarna y explicita en la opresión humana, en la realidad de cautiverio de los hombres .

En esta perspectiva, conforme al método del análisis narratológico de los mitos y símbolos fundantes donde cada personaje se define por aquello que hace, pudiéramos decir que diablo es orgullo hecho caída y expulsión: ha querido ocupar el lugar de Dios, haciéndose a sí mismo Dios de otra manera, sin ser mensajero/enviado y se ha expulsado a sí mismos; ha querido subir y ha caído, quedando en manos de su propia impotencia.

En ese contexto de pecado angélico se sitúa la opresión humana. El texto no dice cómo ha comenzado, no conoce (no necesita presentar) un tipo de pecado adámico, expresado en la propia caída de Adam (en contra de Gen 2-3 y Rom 5). El pecado de los ángeles le basta; desde ese mismo pecado de orgullo/caída/tentación entiende nuestra historia.

El texto afirma que el hombre se encuentra bajo el poder del Diablo y del infierno, es decir, bajo el dominio del tentador/tentación (diablo) que abaja y destruye la vida (el infierno es el espacio inferior, simbolización local de la caída).

Este es el pecado: lo diabólico se ha introducido en la vida humana, definiéndola en claves de orgullo y opresión. El texto no dice (no puede decir) la manera en que el diablo/infierno ha querido apoderarse de la realidad humana, no distingue niveles que nosotros hoy distinguiríamos en clave de simbolismo e historia social o económica. Pero a su juicio es evidente que el Diablo/opresión ha penetrado en nuestra vida.

Desde esta perspectiva han de entenderse los dos planos en que opera y se muestra el pecado. El texto no los puede explicitar porque son algo evidente, un presupuesto del que se parte y que ofrece inteligibilidad teórica y práctica a todo el pasaje:

- Hay una opresión general o fundante que se extiende a toda la humanidad (tot lumanal litnatge). Estamos en la línea de eso que la tradición suele llamar pecado del origen y que nuestro texto ha interpretado como pecado humanal, algo propio de todo el linaje, del mismo proceso de la vida humana que nace y va creciendo en condiciones de opresión. Esto es lo que pudiéramos llamar el a-priori de la opresión, el presupuesto del cautiverio de conjunto de la humanidad. En este nivel se mueve toda esta sección (1C). Este no es un pecado personal sino una condición protohistórica y proto-social de caída; por eso se vincula con el Diablo. Sólo el Hijo de Dios puede liberarnos de ella con su visita y acción redentora.

- Hay una opresión social o intrahistórica, que se relaciona con la anterior (deriva de ella)
y que se expresa en las mismas condiciones histórica de opresión de la humanidad. Este es el pecado del cautiverio histórico que todo el texto siguiente va a desarrollar. Sólo en el contexto general de la caída angélica que se expande al conjunto de la humanidad puede entenderse la caída histórica, visibilizada en forma social.

De esta segunda caída tratará el texto que sigue, el mito y el rito propiamente mercedario de la existencia y redención de los cautivos. Pero este mito histórico sólo se comprende al situarse dentro del contexto anterior de la caída angélica que acabamos de estudiar (1C).

No ha sido un texto inocente, en el sentido de indeterminado sino un texto programático, que dirige y focaliza la visión del pecado, empleando para ello símbolos míticos de fuerte densidad evocadora y permitiéndonos dirigir los ojos hacia lo fundamental. Es importante lo que dice, pero quizá más importante es aquello que omite.

Ha omitido el texto otras posibles experiencias o definiciones del pecado entendido en clave de pura interioridad espiritual o en perspectivas de afectividad intimista (dentro de eso que luego se ha llamado el erotismo). Aquí no hay referencia a ninguna sacralidad religiosa entendida en clave institucional: no se habla del riesgo de otras religiones en cuanto tales, ni se alude a la iglesia en cuanto mediadora de salvación. Pecado es aquí el hecho de que el hombre se encuentra en cautiverio: en cárcel, en infierno, en lejanía de su auténtica existencia. Desde esta perspectiva focaliza el texto al ser humano e interpreta sus necesidades y exigencias, situándolas sobre el fondo de la experiencia suprema de la misericordia de Dios con que había comenzado todo el texto (1A).

Si desapareciera ese principio misericordia, que es principio de Dios, perdería sentido todo lo que sigue: no se podría hablar del pecado (el orgullo es falta de misericordia, negación de amor servicial), ni podría entenderse tampoco el cautiverio (de 1C). Cautiverio sin esperanza de libertad sería puro fatalismo, destino de tragedia. Sólo el principio de la misericordia creadora de Dios (que envía a su Hijo inerme y débil al mundo de opresión, para liberar a los mismos opresores y oprimidos: cf Mc 12, 1-9 par) abre un camino de esperanza sobre el mundo, haciendo que se rompan las puertas del mismo cautiverio. En este contexto se entienden las dos palabras fundamentales que van a guiar y dar sentido al conjunto del texto mercedario:

- Amigo. El Hijo de Dios viene a visitar y librar a todos los amigos que estaban cautivos bajo el poder del diablo a quien se define como enemigo: agente envidioso que desea y procura el mal de los hombres (1Cb). Pero significativamente el texto no insiste en Jesucristo como Amigo (aunque lo suponga); lo que el texto destaca es que los hombres oprimidos son sus amigos. Esto significa que les busca y ayuda, les hace amigos suyos al visitarles y ofrecerles liberación (3Bc).

- Enemigo. Frente a Jesús, que hace a los hombres amigos, se sitúa el Diablo que aparece de manera expresa como el enemigo
(cf contraposición en 1Cb). En esta línea del diablo/enemigo se sitúan aquellos que esclavizan a los cristianos, y así aparecen como enemigos de nuestra ley (del amor del evangelio; cf 3C y 4A) .

Desde este fondo de la división amigo/enemigo ha de entenderse nuestro texto. No olvidemos que estamos en los años en que Ramón Lull escribe (1235-1315), también en catalán, su Libre del amic, interpretando toda la vida cristiana desde la experiencia del amor contemplativo. Pues bien, el camino de la redención mercedaria quiere ser camino de amigo.

Frente el diablo que vive de la enemistad, del orgullo hecho envidia y convertido en principio de opresiones, Cristo vive de la amistad: mira a los cautivos como amigos y en gesto de amor creador les visita y quiere liberarles (sacarles de la opresión, conducirles a la gloria). Misericordia hecha amistad: este es el principio y sentido de la obra mercedaria, leída desde la perspectiva de este principio teológico.

(sigue)
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