Nuestros sueños se están realizando

Su beatitud Sviatoslav saludando al papa Francisco

Lo dijo su beatitud Sviatoslav Shevchuk, Arzobispo Mayor de Kyiv– Halyc (Ucrania), en declaraciones acerca del Sínodo de la Iglesia Greco-Católica de Ucrania tenido en el Vaticano los días 5-6 de julio de 2019. Celebrado en la Sala Bologna  (Vatican Media), sus principales temas fueron la pastoral, la evangelización, el ecumenismo, la situación socio-política, la guerra y la crisis humanitaria en Ucrania.    

La iniciativa fue del Papa, que quiso dar así una muestra más de su cercanía a esta comunidad católica oriental, en la delicada y compleja situación por la que ahora mismo atraviesa el país. Aspecto, éste, cuidadosamente expuesto por  los corresponsales del Vaticano Sergio Centofanti  y Alessandro Di Bussolo, y quizá más en general por Rosa die Alcolea, en Zenit, por Vladimir Rozanskij, en AsiaNews, y hasta por Religión Digital. El vaticanólogo Sandro Magister, en Infovaticana (09/07/019), es el más crítico y realista.

Al encuentro concurrieron circunstancias que, para una justa evaluación, aportan su repunte de interés. El Papa presidió las deliberaciones con los metropolitanos y miembros del Sínodo Permanente, así como con los jefes de los dicasterios competentes de la Curia Romana, desde el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, al presidente del PCPUC, cardenal Kurt Koch, sin olvido del prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, cardenal Leonardo Sandri.

En cuanto a la visita de Vladimir Putin al Vaticano el 4 de julio, ciertamente no fue el mejor prólogo que se podía escribir. Así que el 5 de julio el papa Francisco abrió los actos con un discurso leicht sobre las cuestiones candentes, es decir, tanto el conflicto militar en curso como la confrontación entre las Iglesias del campo ortodoxo, ambas con Rusia como protagonista. Y ni siquiera dio una pista de lo que el nuncio en Kiev, Claudio Gugerotti, había anticipado como «regalo» suyo a los greco-católicos ucranios y que, según Magister, acabó esfumándose.

Su beatitud Sviatoslav de pontifical

Su beatitud Sviatoslav ofreció sus impresiones en rueda de prensa el lunes 8 de julio de 2019.  Destacó los tres deseos hoy más importantes de su Iglesia, y a cuál más difícil: visita del Papa a Ucrania, concesión del estado patriarcal a la Iglesia greco-católica, y la beatificación del metropolitano Andrej Sheptickij, que la pastoreó a principios del siglo XX. Entiendo que su Beatitud, joven aún y entusiasta, quisiera vestir de fiesta el muñeco en la sala del Palacio Pio, pero lo va a tener difícil. Al fin y al cabo, los sueños, sueños son.

1.- Visita papal a Ucrania. Bien está destacar el especial interés de Francisco por los niños víctimas del conflicto, y su deseo de asumir «el dolor» del pueblo ucranio, y recordar a los mutilados a causa de la excesiva contaminación por «material explosivo». Incontestable, el testimonio de los números: desde hace cinco años Ucrania sufre las consecuencias de una guerra en las regiones orientales del país y de una crisis humanitaria que ha causado oficialmente 13.000 muertos y 30.000 heridos (en cifras reales habría que duplicarlas).

La tesis de su Beatitud, por tanto, es que una visita papal a Ucrania podría aliviar las heridas de la guerra, detener su hemorragia. Sería un modo de intervenir, «no solo sobre las consecuencias del conflicto, sino también de extirpar sus causas, poniendo fin al clima de enemistad entre ucranianos y rusos». Se antoja incluso presumible suponer que Francisco tuviera durante la audiencia con el mandatario del Kremlin, estas cifras sobre la mesa…

«Son muchos los que quieren escuchar y ver al Papa». Cursada la invitación, su visita podría ser una «posibilidad muy elocuente y simbólica» de poner fin al conflicto en Donbass. Según su Beatitud, el Papa le respondió que se lo pensaría… O sea, que para luego es tarde, y a veces nunca.

2.- El controvertido tema del patriarcado. Se abordó durante la cumbre en  contexto de la dimensión ecuménica de la Iglesia. «El patriarcado -dijo- es un modo de existir, no solo un título honorífico. Es un conjunto de mecanismos para hacer que re-florezca la Iglesia, permitiendo que responda con eficacia a las necesidades pastorales de nuestro pueblo». La Iglesia greco-católica, con sus 5 millones de fieles, «no es “una amenaza” para los hermanos ortodoxos, no está contra nadie, sino que está a favor de todos».

El Papa presidiendo las sesiones sinodales

No sobraría, pues, que monseñor Sviatoslav se lo hiciera ver a Bartolomé I, a Kirill y al mismo Filaret, por si los convence, porque en 2003, cuando la breva estuvo al caer, montaron en cólera y amenazaron con retirarse de las relaciones ecuménicas con Roma. Sigo sin olvidar la tarde aquella en que saludé en los jardines vaticanos al cardenal Metropolita Jósyf Slipyj: eran los tiempos de san Pablo VI, quien le había denegado nuevamente el título. Los fieles ucranios de todo el mundo habían volcado sobre su escritorio un aluvión de cartas (estaban cerca las Navidades) como desagravio.

Conservo aún viva, por otra parte, la conversación con dos enlaces greco-católicos de relieve en el hotel de Kiev donde me hospedaba. Faltaban horas -ya bien entrada la tarde- para volar rumbo a Leningrado. «Mire usted, P. Pedro, si Roma hubiera permitido el regreso de Slipyj a Ucrania con el título de patriarca (que por derecho le correspondía) habría arrastrado tras de sí no sólo a los greco-católicos, sino también a la mayoría de los mismos ortodoxos, que lo tenían como líder indiscutible y mártir» (por los trabajos forzados en Mordovia). Declinaba ya la tarde del 23 de julio de 1990, cuando recibí esta confidencia.

Luego sonó la hora de san Juan Pablo II (papa eslavo), cuando se armó la de Dios es Cristo con el nombramiento de varios obispos para católicos en zonas rusas de mayoría ortodoxa. Me contaba mi amigo monseñor Choma, secretario y albacea del cardenal Slipyj, que san Juan Pablo II, fallecido el Cardenal Metropolita, acudió a la basílica romana de Santa Sofía (Via Boccea, 478) a rezar en la capilla ardiente: algunas fotografías del momento fueron embargadas durante años por el Vaticano.

Creo, pues, que su beatitud Sviatoslav dio en la diana cuando afirmó que «esta revolución mental [sobre lo del patriarcado de los greco-católicos] aún debe darse». Tirando de pragmatismo, aclaró luego que, para esto, se requieren nuevas estructuras; según estimaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, cada año, un millón de personas emigra de Ucrania y el patriarcado se ocuparía de todos, incluso en los países de destino. Desde los tiempos soviéticos, además, la Iglesia uniata se ha ocupado de la diáspora ucraniana en todo el mundo, que es de donde proviene una buena parte del actual clero en el país, como es el caso del arzobispo Shevchuk (bien conocido del cardenal Bergoglio en Buenos Aires).

Y si por los años de san Juan Pablo II las cosas se pusieron feas, ni te cuento ahora, con el guirigay de los ortodoxos ellos solitos por causa del cisma sobre  cisma entre Ucrania, Moscú y Constantinopla. Un objetivo, a la postre, hoy todavía más lejano que ayer, a pesar del abrazo de Francisco y Kirill en La Habana. O mejor aún, precisamente a causa de este abrazo. Pero el ecumenismo acabará imponiéndose, y entonces comprenderemos que la ley suprema de la evangelización no conoce de latifundios, ni de barreras, ni de cortapisas, y menos aún de negar un patriarcado a otra Iglesia.

Metropolita Andrey Sheptytsky, O.S.B.M.,

3.- Beatificación del siervo de Dios Andrej Sheptickij. Personalidad muy relevante en el panorama ecuménico del siglo XX, sin duda, padre del renacimiento greco-católico en Ucrania, e incluso en Rusia y Bielorrusia. «Fue el primero en entender la dimensión global de nuestra Iglesia», matizó su actual sucesor Shevchuk, «cuando devino metropolita, solo teníamos tres diócesis en el territorio del Imperio Austro-húngaro; hoy, tenemos 34 diócesis en todo el mundo, y esto, ante todo, fue gracias a sus visitas pastorales a todos los rincones del globo», donde, gracias a él, fueron nombrados obispos y pastores, poniendo los cimientos para la estructura internacional de hoy en día. 

Sheptickij fue uno de los «profetas del ecumenismo» de principios del siglo XX, precisamente gracias a la significativa vocación unionista de la Iglesia greco-católica, que él consideraba puente ideal entre católicos y ortodoxos, entre Oriente y Occidente. Vivió al frente de la Iglesia greco-católica en los tiempos turbulentos del fin de los imperios, desde la revolución bolchevique, descontando incluso condenas en prisión, hasta el de la ocupación nazi en Ucrania. Murió antes de concluirse la Segunda Guerra mundial, y Dios le ahorró ver la supresión de su Iglesia, decretada por el régimen soviético.

El renacimiento de la fe entre los ucranianos y greco-católicos confirma sus profecías y su esperanza de la Iglesia una y santa. Mi amigo monseñor Iván Choma, el secretario y albacea de Slipyj, me habló allá por los años 90 en Roma del curso de la causa de beatificación de este siervo de Dios. Quién sabe si de los tres deseos soñados, pudiera ser éste el que lo tenga más fácil. Y si no, con otro papa será.

«En estos días no debemos tomar decisiones definitivas -afirmó monseñor Shevchuk- han sido momentos de reflexión y análisis de los pasos que estamos por cumplir. Esperamos en breve los frutos de estas reflexiones, la creación de las estructuras y mecanismos necesarios que conducirán al re-florecimiento de nuestra Iglesia, en Ucrania y en el mundo».

Monseñor Sviatoslav con el papa emérito Benedito XVI

Hay que reconocer que su beatitud Sviatoslav tiene más afición que el Alcoyano. Mejor así. Y más le valdrá. Es preferible pasar a la historia por abnegación antes que por decepción. Al fin y al cabo la perseverancia en el bien obrar es uno de los mejores atajos para alcanzar el reino de los cielos. En este caso podría ser la erección del Exarcado  Apostólico para los fieles católicos ucranianos de rito bizantino que viven en Italia, que hasta la fecha son 70.000. El Administrador Apostólico sede vacante es el Cardenal Angelo De Donatis, Vicario General para la Diócesis de Roma. Lo acaba de hacer público el Vaticano (11/07/2019). ¿Será éste el «regalo» del papa Francisco a los greco-católicos ucranios al que apuntó el nuncio Claudio Gugerotti? Sea lo que fuere, no es pequeña cosa, y por algo se empieza.

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