El Centro San Camilo acoge una jornada sobre la pederastia y las características del agresor José Carlos Bermejo: “No es suficiente condenar, o ayudar a las víctimas, hay que lograr que nunca nadie más sea abusado"

Los camilos, comprometidos contra la pederastia
Los camilos, comprometidos contra la pederastia RD

Guadalupe Rivera, psicóloga penitenciaria: “Los pederastas suelen ser cobardes y temerosos, por eso las víctimas las buscan en los entornos donde asumen menos riesgos”

“Creo que los pederastas en la Iglesia deben vivir atormentados por partida doble, o triple, por lo que están haciendo, por representar a la institución, y por no verse capaces de parar lo que están haciendo”

¿Cuál es el rostro de la pederastia? ¿Quiénes son, cómo actúan, por qué hacen lo que hacen? El drama de los abusos sexuales a menores ha sido un tabú hasta hace muy pocas fechas. Poco se sabe de las víctimas, pero mucho menos de sus depredadores. ¿Se puede trabajar con abusadores? A estas y otras preguntas intentaron responder, esta tarde, la psicóloga penitenciaria Guadalupe Rivera, y el director del Centro San Camilo, José Carlos Bermejo.

'Abuso sexual a menores: intervención con el agresor'. Un tema apasionante y duro, que forma parte del mundo del duelo, en el que los camilos son expertos desde hace décadas. Así lo quiso expresar Bermejo, quien quiso ponerse al lado de “esas personas que tienen el corazón roto”. “La violencia y el abuso sexual a menores claman al cielo, y son más dramáticos en el caso de la Iglesia, porque quien comete esos actos de humillación o violencia representa un vínculo de servicio, liderazgo y humildad. Es lo último que deberíamos aceptar, clama al cielo”, subrayó el religioso.

La violencia y el abuso sexual a menores claman al cielo, y son más dramáticos en el caso de la Iglesia

“No es suficiente, condenar, o ayudar a las víctimas, hay que prevenir toda forma de abuso, para nunca nadie más sea abusado. Ojalá hubiera sido desde ayer, pero ha habido abusos, hay que reconocerlo y actuar”, destacó Bermejo, quien reafirmó cómo la congregación “está comprometida con promover una cultura de la protección”.

Pero, también, “es un desafío ayudar a las personas implicadas en los abusos a menores”. También a los agresores. “¿Qué les pasa a las personas que han cometido esos delitos? ¿Podemos acompañarlos?”.

Una de las mayores expertas en este difícil campo es la psicóloga penitenciaria Guadalupe Rivera, que fue directora de la cárcel de Herrera de la Mancha, y que actualmente trabaja en la de Aranjuez. Un duro desafío, el de 'humanizar' los rostros de la pederastia. También, el de los curas pederastas. “Debemos intentar comprender la conducta, sin que en ningún momento estemos justificando estos delitos, trabajamos para que no haya una víctima más”, sostuvo. La experta ha trabajado, durante décadas, con el horror más absoluto: el de los agresores sexuales condenados.

¿Cómo es un pederasta? En su análisis, Guadalupe apuntó algunas de las características: una dificultad en el control de los impulsos o la expresión sana de la sexualidad; la soledad emocional, que produce ir y hostilidad; falta de empatía, escasa autoestima; consumo de pornografía, alcohol drogas; fallos en la barreras morales, o la falta de un proceso de maduración sexual, entre otras.

“Un pedófilo no es un enfermo, puede llegar a controlar sus impulsos. La pedofilia no se elige, es un trastorno. Un pedófilo puede serlo en su fantasía y nunca cruzar la barrera. Cuando pasas de la fantasía al acto, entonces te conviertes en un pederasta”

Sobre los curas pederastas, “suelen ser cobardes y temerosos, por eso las víctimas las buscan en los entornos donde asumen menos riesgos”, apuntó Guadalupe. “Personalmente, creo que los pederastas en la Iglesia deben vivir atormentados por partida doble, o triple, por lo que están haciendo, por representar a la institución, y por no verse capaces de parar lo que están haciendo”.

“Es una cuestión más de dominio que de sexualidad”, apuntó, refiriéndose a la totalidad de los pederastas. “No es un problema de cintura para abajo, sino de sentimiento de superioridad. Hay muchos agresores, con perfiles muy complejos de tratar", recalcó Guadalupe Rivera.

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