Vigilia por las Personas Encerradas en los CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) José Luis Segovia: "Aplicar la lógica de la hostilidad o la de la hospitalidad es un dilema en que todos nos jugamos la dignidad"

Vigilia de oración por las personas encerradas en el CIE
Vigilia de oración por las personas encerradas en el CIE

Denuncia que "el nuevo Gobierno está próximo a optar no por el cierre, sino por la apertura de macrocentros"

"Proclamar la ética de la hospitalidad, basada en la igualdad radical de todos los seres humanos, en la inquebrantable dignidad que corresponde a todos los hijos e hijas Dios"

"Son precisas rutas seguras, movimientos humanos responsables, con garantías y derechos, que eviten el maltrato institucional, la violencia de personas sin escrúpulos, la opacidad y el fraude de ley"

"No nos resignamos. No podemos transigir con el mal"

Hace cinco siglos, Fray Antón de Montesinos, en una vibrante predicación que constituye un hito en la historia de los derechos humanos, espetaba a los encomenderos y autoridades de la Isla de La Española estas palabras:

“¿Acaso no son seres humanos como nosotros? ¿Acaso no tienen anima racional como la nuestra? ¿O no sienten y padecen como nosotros?... ¿Por qué les tratáis de este inhumano modo, sin compasión ni blandura?... ¿Qué decir de este crudelísimo y aspérrimo cautiverio?”

Cinco siglos después, muy cerquita del Centro de Internamiento de Extranjeros, auténtico cementerio de ilusiones, con el nuevo Gobierno próximo a optar no por el cierre, sino por la apertura de macrocentros, nos reunimos esta mañana movidos por similares motivaciones de las que movieron a unos pocos frailes a proclamar una verdad incómoda frente a todo un inmenso Imperio.

Su fe los llevó a proclamar la ética de la hospitalidad, basada en la igualdad radical de todos los seres humanos, en la inquebrantable dignidad que corresponde a todos los hijos e hijas Dios, en su derecho a desplazarse para lograr sobrevivir a un futuro que se presenta sombrío y amenazador en los lugares de origen.

Participamos de una concepción del ser humano y de la sociedad que ve en la persona del otro, del diferente, del forastero, un igual y un hermano, incluso un “ángel” según la Carta a los hebreos: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hb 13,2).

Naturalmente, que esta visión de la persona no olvida que hay que ir a las causas últimas de losdesplazamientos forzosos, que se trata de impedir que nadie tenga que sufrir el desgarro de abandonar su tierra, su familia y sus raíces.

Por supuesto que son precisas rutas seguras, movimientos humanos responsables, con garantías y derechos, que eviten el maltrato institucional, la violencia de personas sin escrúpulos, la opacidad y el fraude de ley. En definitiva, precisamos medidas sociales y jurídicas que proscriban la hostilidad hacia seres humanos, muchas veces familias completas, que se encuentran en nuestras calles a la intemperie en situación de extremada vulnerabilidad.

No le rezamos a Dios en esta vigilia para que cambie Él. Nuestro Dios es acogedor, hospitalario, buen samaritano, compasivo y misericordioso. Le rezamos para que Él nos ayude a cambiar nosotros, para que transformemos nuestros corazones de piedra y nuestras leyes inhumanas.

No nos resignamos. No podemos transigir con el mal. Apostamos por el sueño de Dios que incluye no verse obligado a moverse de casa, unos desplazamientos humanos regulares, seguros y responsables, y una acogida digna y con garantías.

Para eso hará falta incidir en origen, regularizar las situaciones irregulares, securizar con garantismo jurídico las vulnerabilidades, proscribir las dinámicas exclusógenas y poner en el centro a las personas. Ser responsable es tener que responder. Ahora nos toca responder. No se trata solo de migrantes. Aplicar la lógica de la hostilidad o la de la hospitalidad es un dilema en que todos nos jugamos la dignidad.

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