Piden a los fieles y a los sacerdotes que "no se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas" Los obispos arremeten contra el mindfulness y la meditación zen, que ven “incompatibles” con la fe cristiana

El Papa Francisco ora con unos budistas en Tailandia
El Papa Francisco ora con unos budistas en Tailandia

Critican que "ciertos planteamientos dentro de la Iglesia han podido favorecer la acogida acrítica de métodos de oración y meditación extraños a la fe cristiana”, y "equiparar a Jesús" con otros maestros fundadores de religiones

"No es posible una oración propiamente cristiana que asuma globalmente un método que no esté originado o se aparte del contenido de la fe"

"Nunca se pueden confundir las sensaciones de quietud y distensión o los sentimientos gratificantes que producen ciertos ejercicios físicos o psíquicos con las consolaciones del Espíritu Santo. Esto constituye un modo totalmente erróneo de concebir el camino espiritual"

“Exhortamos a los sacerdotes, personas consagradas, catequistas, a las familias cristianas, a los grupos parroquiales y movimientos apostólicos (…) que no se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas, que desorientan al ser humano de la vocación última a la que ha sido llamado por Dios, y llevan a la pérdida de la sencillez evangélica, que es una característica fundamental de la oración cristiana”. Los obispos españoles retoman la teología basada en el 'Fuera de la Iglesia no hay salvación' y arremeten, en su último documento, contra el budismo, el mindfulness y la meditación zen, que en su opinión tratan de suplantar la “auténtica oración cristiana” y, por lo tanto, son “incompatibles” con la fe.

El documento, publicado por la Comisión para la Doctrina de la Fe en la web de la CEE (sin ser comunicado a ningún medio), lleva por título “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana”, y sigue la línea (superada por el actual pontificado) de la polémica 'Dominus Iesus' de Benedicto XVI, al tiempo que coloca en una difícil tesitura a maestros de la meditación cristiana como Pablo D'Ors (consultor del Pontificio Consejo para la Cultura) o Anna Maria Schlutter. Una nota doctrinal que serviría para condenar los textos de Anthony deMello, que usan multitud de comunidades cristianas para su meditación. Incluso, algunos obispos -y cardenales- españoles en sus cartas pastorales.

Contra la mentalidad secularizada

La nota es breve, pero nada concisa. Con un lenguaje difícilmente comprensible para el feligrés 'de a pie', el texto pretende ofrecer “criterios que ayuden a discernir qué elementos de otras tradiciones religiosas hoy en día muy difundidas pueden ser integrados en una praxis cristiana de la oración y cuáles no”, y comienza arremetiendo contra la “mentalidad secularizada” que “dificulta el cultivo de la espiritualidad y de todo lo que lleva al encuentro con Dios”.

“Nuestro ritmo de vida, marcado por el activismo, la competitividad y el consumismo, genera vacío, estrés, angustia, frustración, y múltiples inquietudes que no logran aliviar los medios que el mundo ofrece para alcanzar la felicidad”.

En este contexto, apuntan los obispos, “estamos asistiendo al resurgir de una espiritualidad que se presenta como respuesta a la 'demanda' creciente de bienestar emocional, equilibrio personal, disfrute de la vida o serenidad para encajar las contrariedades”. Una espiritualidad “entendida como cultivo de la propia interioridad para que el hombre se encuentre consigo mismo, y que muchas veces no lleva a Dios”, critican.

Técnicas de meditación ajenas al cristianismo

Para ello, “muchas personas, incluso habiendo crecido en un ámbito cristiano, recurren a técnicas y métodos de meditación y de oración que tienen su origen en tradiciones religiosas ajenas al cristianismo y al rico patrimonio espiritual de la Iglesia. En algunos casos esto va acompañado del abandono efectivo de la fe católica, incluso sin pretenderlo”.

meditacion
meditacion

Otras veces, en cambio, “se intenta incorporar estos métodos como un 'complemento' de la propia fe para lograr una vivencia más intensa de la misma. Esta asimilación se hace frecuentemente sin un adecuado discernimiento sobre su compatibilidad con la fe cristiana, con la antropología que se deriva de ella y con el mensaje cristiano de la salvación”, en opinión de los obispos españoles.

El documento advierte del riesgo de “caer en el peligro del fideísmo o de un cristianismo reducido a puro sentimiento, en este contexto cultural, en el que tantos viven al margen de la fe”.

Zen, budismo y corrientes espirituales

Como guardianes de “la verdadera espiritualidad cristiana”, Doctrina de la Fe se muestra especialmente preocupada por “las prácticas de meditación que incorporan métodos y técnicas importadas de las grandes religiones asiáticas”, como el zen o el budismo, y quiere indicar “las razones de fondo de la incompatibilidad de ciertas corrientes espirituales con la fe cristiana”.

Ciertos planteamientos dentro de la Iglesia han podido favorecer la acogida acrítica de métodos de oración y meditación extraños a la fe cristiana”, lamenta la nota, que apunta cómo algunos movimientos espirituales han “equiparado a Jesús” con otros maestros fundadores de religiones.

Cristianismo zen

Teología del pluralismo religioso

Sin condenarlo expresamente -sería como condenar el Concilio-, los obispos muestran sus dudas sobre “las teologías del pluralismo religioso”, surgidas “del encuentro del cristianismo con otras religiones, especialmente asiáticas”. ¿Por qué? Porque “se reduce la Encarnación a un símbolo, se diluye el carácter singular del Hijo, en estas teologías se difumina el rostro concreto del Dios cristiano”.

“El relativismo que caracteriza la mentalidad de nuestro mundo se traslada así al ámbito de lo religioso, de modo que ninguna religión puede presentarse con una pretensión de verdad”, sostiene el escrito, que apunta cómo “esta mentalidad vacía de contenido la fe cristiana y tiene consecuencias directas en algunos aspectos fundamentales de la vida de la Iglesia. No solo en la espiritualidad; pensemos, por ejemplo, en el peligro que esto entraña para la actividad misionera, que se volvería innecesaria si Cristo no fuera el Revelador del Padre y el Salvador único y universal”.

Se produce, así, una “mundanización de la salvación”, como se comprueba en la metodología del budismo zen, que se ha difundido “en muchos ambientes de nuestra sociedad”.

“Muchas veces estas técnicas de meditación, como el mindfulness, intentan esconder su origen religioso y se difunden en movimientos que se podrían reunir bajo la denominación New Age, por cuanto se proponen en alternativa a la fe cristiana”

, apunta en una nota al pie el documento, que también arremete contra “la reducción de la oración a meditación”.

Ermita virtual del Zen Cristiano

¿Cualquier oración es inútil?

Para los obispos, “el zen elimina la diferencia entre el propio yo y lo que está fuera, entre lo sagrado y lo profano, entre lo divino y lo creado”. “Cuando la divinidad y el mundo se confunden y no hay alteridad, cualquier tipo de oración es inútil”, añade el texto, que denuncia que “a veces la meditación zen es practicada por grupos cristianos y organizaciones eclesiales. Algunos llegan incluso a hablar de un supuesto zen cristiano”. En principio “esto no supondría mayor dificultad si se limitara a incorporar a la pedagogía de la oración cristiana ciertas técnicas que predisponen el cuerpo y el espíritu al silencio necesario para la oración, pero en no pocas ocasiones va más allá de esto, teniendo consecuencias para la misma comprensión de la oración”.

Sin embargo, añade la nota, “no es posible una oración propiamente cristiana que asuma globalmente un método que no esté originado o se aparte del contenido de la fe”, como suponen ocurre “estableciendo paralelismos, por ejemplo, entre el camino del zen y Jesús como camino; o entre la kénosis de Dios (el Hijo de Dios que se vacía) y el desapego y el desprendimiento radical que se practica en el budismo (el vaciarse de uno mismo). Estos paralelismos llevan frecuentemente a desvirtuar el contenido de la fe”.

Sobre la “teología del pluralismo religioso”, los obispos condenan que “el pluralismo religioso de hecho se transforma en un pluralismo religioso de derecho”, lo que se convierte en un “relativismo religioso”, una “nueva experiencia compartida de lo divino, fruto del encuentro y la conjunción de todas las religiones”, que “sería más completa y enriquecedora que la propuesta limitada de cada una de ellas. En el fondo de este planteamiento hay una negación de toda posibilidad de llegar a tener un conocimiento positivo de Dios, aunque sea limitado”.

Francisco, orando con los budistas

Relativización de la Revelación 

“Aplicando estos principios al cristianismo, la revelación de Cristo aparecería como una más, condicionada histórica y culturalmente y, por eso mismo, susceptible de ser complementada con las aportaciones de las otras experiencias religiosas”, sostiene la nota, que lamenta que se coloque a Cristo como “simple ejemplo” de quien “indica un camino –que no sería el único– para alcanzar la divinidad, y en despertar la conciencia de los hombres para que por sí mismos saquen a la luz lo que ya existía dentro de ellos. Esto lleva a una relativización de la mediación del Hijo para la salvación”.

Frente a ello, los obispos dan una serie de instrucciones, aunque admiten que “Jesús no dio muchas instrucciones sobre esto”. Sí recuerdan que “la oración cristiana es un gesto gratuito de reconocimiento a Dios, y no se puede instrumentalizar con otras finalidades”.

“Cuando el cristiano ora, lo hace siempre como miembro del Cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia”, culmina la nota, que añade cómo el fiel cristiano, “al unir la oración personal y la liturgia, evita caer en el peligro de un subjetivismo que reduce la oración a un simple sentimiento sin contenido objetivo”.

La oración también es combate y supone un esfuerzo para superar las dificultades que aparecen en el camino. Los grandes maestros de la espiritualidad cristiana, para ayudar a perseverar en el camino de la oración y superar los obstáculos, han sugerido distintas técnicas y han descrito las varias etapas”, constata el documento, que advierte que “nunca se pueden confundir las sensaciones de quietud y distensión o los sentimientos gratificantes que producen ciertos ejercicios físicos o psíquicos con las consolaciones del Espíritu Santo. Esto constituye un modo totalmente erróneo de concebir el camino espiritual”.

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