Pável Florenski y el sentido del amor (y Vivencias y convivencias 39)

Dios no es meramente amor:

es el amor (P.Florenski).

Pavel Florenski es un exquisito escritor ruso, filósofo, científico y teólogo, nacido en Rusia en 1882 y fusilado por el régimen soviético en 1937, influenciado por L.Tolstoi y colega de M.Bulgakov. Sacerdote ortodoxo casado, es autor de una obra tardíamente conocida, en la que destaca La columna y el fundamento de la fe, y que yo he podido conocer gracias a un amigo italiano, Nunzio, al tiempo que me regala la obra magna El pensamiento polifónico de P.Florenski. Me quedo sorprendido por el interés de este pensador efectivamente polifónico, cuya clave musical está en la noción radical de la relación, lo que me recuerda a nuestro Angel Amor Ruibal, pues la relación separa y repara todas las cosas y sus antinomias, si bien en el ruso la relación se constituye  específicamente a través del simbolismo, y de un simbolismo de signo platónico-cristiano.

En efecto, el platonismo de Florenski es un platonismo encarnado, así pues un idealismo encarnatorio, según el cual hay que conectar la inmanencia fenoménica con la trascendencia nouménica, y viceversa, de acuerdo con la divisa propia de todo humanismo cristiano: salvaguardar lo divino es salvaguardar lo humano.

1.- El simbolismo platónico-cristiano

El amor es un sacramento:

sacramentum caritatis (P.Florenski).

En su concepción del simbolismo, P.Florenski comparecería cercano a un autor como Carl G.Jung, el psicólogo de los arquetipos. Sólo que en el ruso la arquetipología simbólica no se inspira en el inconsciente colectivo de carácter psicológico, sino en la consciencia colectiva de carácter religioso, especialmente en las imágenes bíblicas y litúrgicas, como los iconos orientales. Para el autor ruso el símbolo es una realidad que es más que lo que es, manifestando indirectamente algo que no está presente directamente, algo escondido u oculto, enigmático o mistérico.

Diríamos que el símbolo es la configuración de algo no literal sino figurado, algo que no es sino que vale, en donde la simbología sería una axiología del sentido. Por cierto, ese sentido no solo tiene una significación cognoscitiva o racional (trascendental), a lo Kant, sino ontológica o radical (transcendental), ya que abre lo finito y temporal a lo transfinito e infinito, a lo transtemporal o eterno. El simbolismo accede así a una arquetipología no meramente trascendental o racional (kantiana), sino transcendental o nouménica (platónico-cristiana). Por eso en el símbolo florenskiano se da en el confín del mundo y de las cosas una especie de salto al vacío salvador, que es lo sagrado o divino, el infinito y la eternidad.

De este modo, Florenski piensa el símbolo no meramente como el límite o frontera de lo real frente a lo intra- o suprareal, sino como el “confín” del mundo inmanente que se vuelca ya en su horizonte abierto al intra- o trasmundo. Eso sí, es un confín inclusivo que se abre a la transcendencia desde la inmanencia, y de la trascendencia a la inmanencia, de acuerdo al susodicho platonismo cristiano y, por tanto, encarnatorio. El simbolismo florenskiano da cuenta así de la separación del mundo sensible o material y suprasensible o espiritual, así como de su unidad, sin llegar a una síntesis de opuestos, ni siquiera a la síntesis disyuntiva o paradójica en devenir propia de G.Deleuze. Andrea Oppo interpreta esta separación y reparación del mundo como una conjunción discontinua de contrarios, sin un tercero interpuesto que los constriña o reprima, lo que abre la puerta al simbolismo del amor.

2.- El simbolismo del amor

En el matrimonio son dos en un solo cuerpo:

en la amistad son dos en una sola alma (P.Florenski)

Según P.Florenski, los contrarios u opuestos no quedan paralizados, pero tampoco subsumidos en un tercero que los renegaría, sino que interactúan entre sí en lo que podemos llamar su mutuo confín, el cual es un confín sin confinamiento. Esa interacción de los contrarios, ejemplificados por la inmanencia y la trascendencia, incluye la antinomia y lo antinómico como símbolo que asume la contradicción sin superarla hegeliana o lógicamente, yo diría que “supurándola” en la encarnación cristiana y su consiguiente crucifixión existencial, aunque al final se proyecte una luz que trasciende la tiniebla del sinsentido.

Y es que el símbolo paradigmático es aquí el símbolo religioso cristiano, el cual es una ventana de nuestra realidad, una brecha en la existencia terrena, como la llama nuestro autor, así pues apertura no solo trascendental o abstracta sino transcendental, ontológica o radical. En este contexto hay que aducir que en la vida y obra de Florenski el símbolo del símbolo, o sea, el auténtico símbolo es el amor religador, acercándose así a su manera a Teilhard de Chardin. En efecto, el amor es el ejemplo florenskiano de un conocimiento circular o conjuntivo de carácter coimplicativo o sinergético, interaccional, cuya clave simbólica está en la apertura del tiempo a su eternidad.

Pavel Florenski distingue bien entre el amor agapeístico de signo fraternal y transcendental y el eros de signo erótico e inmanental, privilegiando empero el amor de amistad (filía), no solo a nivel teórico sino práxico. Y ahí está su gran amistad con el poeta simbolista Andrei Belyj, al que dedica el poema El mosaico escatológico, auténtico himno a la amistad, en la que sí que comparece entre los dos amigos un tercero -Dios- que no los niega o reprime, sino que funda su amor al coafirmar la identidad y la diferencia de los amigos, el yo y el tú en un nosotros abierto a los demás, que así se echan de menos.

El eros erótico resulta natural o pagano, mientras que el amor fraterno (agape) resulta sobrenatural o cristiano. Pues bien, en el amor de amistad (filía) encuentra nuestro filósofo y teólogo ruso la humanidad mediadora del auténtico amor interhumano. Este amor humano auténtico se encarna ahora  en el símbolo como reunión de diferentes, ya que la simbólica originaria es la simbólica de la amistad, tal y como se manifiesta en el antiguo signo del símbolo de hospitalidad (tessera hospitalis), por el que nuestros antepasados (por ejemplo entre nosotros los celtíberos) constituían el pacto de hospitalidad del que se hacen eco los romanos.

El símbolo encuentra aquí su simbolización en la amistad, a la vez que esta se proyecta en el simbolismo de la hospitalidad, por el que nuestros ancestros pactaban ser huéspedes mutuos a través de una tessera o símbolo que, como el de las manos entrelazadas, siguen significando mutuo ligamento y reconocimiento. Véamoslo más de cerca.

3.- La relación de amistad

El amigo acoge al amigo

como una madre (P. Florenski).

El sistema de P.Florenski puede ser delineado así: la realidad configura una relación de contrarios, cuyo modelo es el símbolo como reunión de opuestos. Pero la relación simbólica de lo real acaba encontrando en la relación amical su paradigma. De esta manera, el conocimiento de la verdad se torna “conacimiento” del sentido, por cuanto la verdad se revela en el amor de amistad, en el diálogo con el amigo abierto a la fraternidad, al introducir el mero tiempo del devenir en la intrahistoria mistérica del ser. En el espacio-tiempo de la relación simbólica de amistad la anécdota se convierte en categoría y el tipo se vierte en arquetipo, porque como explica N. Valentini, la mutua comprensión y comunión del amor amical abre nuestra finitud al infinito, haciendo así participar a la razón propia en el ser transer. Pavel Florenski lo llama “tocar a Dios con nuestra carne viva a través del ánima del otro”, así pues a través del ánima o alma pero desde la carne.

Desde esta perspectiva abierta, el alma comparecería como símbolo espiritual del cuerpo, mientras que el cuerpo comparecería como el símbolo carnal del alma. La amistad de Florenski con su amigo estudiantil Sergei Troickij, luego su cuñado asesinado aún joven, vuelve a verificar y sensificar la amistad fraterna de nuestro autor de forma mística: “enciendo ante el icono de la madre de Dios otra candela de cera amarilla ámbar, que despide olor a miel, procedente de aquel lugar donde paseábamos juntos”, así pues, bajo un vaho de incienso litúrgico, como refiere él mismo. La relación de amistad revierte aquí en un diálogo inverso, en el que el tú es yo y viceversa, el yo es tú; la fórmula podría ser: yo eres, tú soy. Nuestro autor predica y practica la consustancialidad de los amigos, la cual simboliza a su vez la consustancialidad trinitaria, es decir, la “omousía” de la Trinidad cristiana.

La amistad es aquí un éxodo o salida perdedora y salvadora al otro, en donde abolir los confines del yo significa revelar el confín del otro y, por tanto, desvelar la verdad humana del humano hombre/mujer en este mundo (abierto en su confín). Abolir el propio confín en la amistad es confinar/confiar en el otro, hasta el punto de poder ofrendar la propia alma por el amigo, o sea, ofrecer la vida por amor, ya que solo salva el alma el que la da, y solo el que muere fructifica, según el Evangelio de Jesús. Todo ello encuentra su lugar más propio y aún propicio en su obra suprema La columna y el fundamento de la verdad.

Pero la columna y el fundamento de la verdad sería según lo dicho el amor, un amor de amistad y fraternidad que Florenski recorre a través del antiguo ritual eslavo precristiano del “hermanamiento”, consistente en hermanarse los amigos mediante el intercambio de la sangre, el nombre y la comida, juramentando la mutua fidelidad. Este hermanamiento pagano (adelphopoiesis) se asume en el posterior rito cristiano del hermanamiento espiritual, mediante la comunión eucarística en el cuerpo y la sangre de Cristo en cuanto Hermano y hermanador, un hermanamiento que en el ordo croata se llamaba el orden fraternal (Ordo ad fratres faciendum).

 Posteriormente este rito cristiano de hermanamiento quedará abolido en las iglesias ortodoxas, bizantinas y eslavas por problemas jurídicos, ya que representaba un cierto peligro o atentado contra la propiedad privada. Pero también pudo influir la connotación homoerótica de dicho hermanamiento, como ha mostrado J.Boswell, y que confirmaría la simbólica de las manos entrelazadas y los besos mutuos.

Conclusión

La amista es la consonancia

de la disonancia vital (P.Florenski).

La audaz perspectiva antropológica de la obra teórica y práxica de Pavel Florenski se desvela en su revisión crítica de nuestra cultura fría y rígida, al proponer una cosmovisión experiencial y relacional de lo real a través de la mediación del simbolismo, y encarnada en la relación amorosa o de amistad interhumana. Como dice Pablo de Tarso en el Himno a la caridad (I Cor 13), pasará todo pero quedará el amor, y este es el tema no solo de nuestro tiempo sino de todos los tiempos y por tanto de la eternidad, tal y como lo intuyó el gran filósofo y teólogo ruso Pavel Florenski.

Su principal importancia y aportación radica pues en el delineamento de una filosofía del futuro, la cual solo puede proyectarse como una auténtica filosofía del amor. Se trataría de transitar entonces del amor a la sabiduría a una sabiduría del amor. Pero como preámbulo debemos recuperar la ínsita razón del amor, que es la razón del corazón como pedía Pascal. En donde el corazón funge como co-razón de nuestra propia razón.

Bibliografía mínima:

-Pavel Florenski, La columna y el fundamento de la verdad, Sígueme, Salamanca 2010.

-Varios, Il pensiero polifonico di Pavel Florenskij, PFTS University Press, Cagliari 2018.

-Andrea Oppo, Platone e Kant nell´epistemologia di PF, en: Varios, Il pensiero polifonico de PF.

-Natalino Valentino, Amicizia e liturgia in P. Florenskij, en: Varios, Il pensiero polifonico de PF.

-J. Boswelll, Same sex-unions in premodern Europa, Villard, New York 1994.

-A. Bray, The friend, University Chicago and London, 2003.

-Para el trasfondo, véase G.Tamassia, L´affratellamento, Fratelli Bocca, Roma 1886.

-Sócrates-Platón, El Banquete (Simposio), varias ediciones.

-Evangelio de Jesús de Nazaret, varias ediciones.

-A.Ortiz-Osés, Amor y sentido, Anthropos, Barcelona, 2003.

VIVENCIAS Y CONVIVENCIAS 39

---Se debe ser evangélico: pero no evangelical. 

---Abel representa la cultura hebrea pastoril, frente a la cultura agrícola pagana de Caín: por eso el Dios hebreo prefiere Abel a Caín. 

---Canonización de Teresa de Calcuta: era una santa que criticaba de Dios su profunda sordera. 

---Alguien achaca a Teresa de Calcuta cierto fundamentalismo: ser tanto o más amiga de la pobreza que de los pobres. 

---Grito nihilista: ni Dios ni amor ni sentido. 

---Grito radical: ni Dios ni amo ni anarquía. 

---Grito (contra)crítico: un poco de sentido, por amor de Dios. 

---Hemos visto fracasar, envejecer y morir a todo el mundo: pero nosotros pensamos sobrevivir. 

---Me dejarán solo: mas seré yo mismo. 

---La realidad es simbólica: y el símbolo surreal. 

---Hablante, hay lenguaje: que se rehace al hablar. 

---El deseo es la flor: su posesión marchita. 

---Malo es incumplir los deseos: cumplirlos puede ser peor. 

---El deseo es la irradiación de la vida: la búsqueda es radiante, el encuentro está radiado. 

---Según Ian McKellen, el homosexual es más viril porque asume la masculinidad doblemente: la propia y la ajena. 

---Que no se apropien nuestra alegría: que no expropien nuestra tristeza. 

---El soltero deseando ligarse o casarse: el casado deseando desligarse o soltarse. 

---En este mundo todo asunto es un trasunto del trasmundo. 

---Perder el camino trillado: para encontrar el sendero sembrado. 

---Leo que la vida es como el abrazo de un extraño: entrañable y extrañable. 

---Vaciarse para serlo todo: el todo-nada. 

---No banalizar ni sacralizar las cosas de la vida: respetarlas. 

---El hombre suele ser feliz porque desconoce su desgracia. 

---Grises funcionarios repintan de gris fachadas policromadas por artistas grafiteros. 

---El camino polvoriento de mi pueblo: mis sobrinos británicos pensaban que era niebla. 

---Ensueño al amanecer un paisaje romántico entre el Tirol y Baviera: arriba en la montaña cuelgan catedrales inacabadas de alabastro traslúcido, viejos palacetes góticos blanquísimos, ermitas abandonadas de mármoles policromados, abajo corre un río cristalino circundado de resquebrajados edificios venecianos de un gótico florido, capillas devoradas por la naturaleza, antiguos castillos luminosos del Rin y altas torres de Flandes: y yo en medio absorto bajo una luz en suspensión aérea. 

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