Reseña de "La sociedad del escándalo" (RD/Desclée) Un autor que quiere contribuir a frenar el desastre

(Antonio Murcia, Noticias Obreras).- A martillazos publicados: Un mundo en quiebra (La Catarata, 211), No podéis servir a dos amos (Herder 2013), y otros, Bernardo Pérez Andreo va forjando una obra cuyo fin evidente es contribuir a frenar el desastre.

El hilo conductor de su último libro insiste en ese empeño por mirar la sociedad en su conjunto y alertarnos para buscar una praxis que la saque del callejón de la muerte en que la ha metido el sistema que la sustenta y somete. Su contenido podemos entenderlo como respuesta crítica a estas preguntas, que de alguna forma nos recuerdan las que formulara el metafísico Kant: ¿en qué mundo vivimos? ¿cómo se legitima? ¿qué actitud tomar? En cien páginas es lo que el lector va a encontrar en este libro, La sociedad del escándalo, escrito con un estilo casi televisivo.

A vueltas con la globalización, el autor no se retrae a la hora de emplear con precisión el término "capitalismo" y describir sus devastadores estragos en la tercera fase del mismo, en la que la astucia de su "espíritu" logra integrar toda crítica: el ecologismo, la diversidad sexual y el pluralismo religioso.

El resultado es un libro breve que nos pone en contacto con aportaciones de autores clásicos y actuales acerca de la interpretación de nuestro tiempo. Desde Max Weber, Karl Marx y Philip H. Wicksteed, pasando por Zygmun Baumann, Gilbert Keith Chesterton, Michael Reder, Guy Debord, Byung-Chul Hang, Karl Polanyi, Alan Sokal, hasta su admirado Slavoj Žižek, Bernardo pasa revista a unas cuantas obras que implementan su análisis de una sociedad dominada por el capitalismo del siglo XXI. El texto se parece al guión de un excelente documental televisivo de nuestro presente.

Escrito con estilo ágil, quizá demasiado veloz, hecho de flashes verbales e ideológicos. Pero si el discurso de Bernardo se mueve con velocidad de serpiente, su solidez le viene de atrás, sustentada en lecturas y reflexiones de alcance, junto a determinación ético-religiosa, además de lucidez perceptiva y creativa chispeante.

Todos necesitamos vitaminas epistemológicas y orientación lúcida y honrada para no dejarnos avasallar por la ramplonería político-cultural dominante ni por análisis legitimadores y sedantes, y este autor nos orienta y estimula en esa dirección. El suyo es un libro que, sin duda, puede interesarnos y ayudarnos a ver que no estamos solos a la hora de mirar y querer transformar, en clave de fe y esperanza cristianas, la realidad que nos ha tocado vivir.

Dedicado a la docencia, Bernardo sabe de lo que hable y acierta a decirlo con fluidez y contundencia. Lapidario nos repite: es un oxímoron ser cristiano y capitalista. Quienes coincidimos con él -a diferencia de aquellos atenienses que dejaron con la palabra en la boca a san Pablo- lo que sí nos queda es el deseo de seguir escuchando a Bernardo, hablándonos con más calma de la praxis consecuente con ese profetismo por el que se decanta en el epílogo. Quizá nos lo ofrezca en otro libro.

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