El Vicario General de la diócesis de El Tigre visita a los migrantes venezolanos en Brasil Andrés Arcila: "El mundo no tiene fronteras, las hemos puesto nosotros"

Andrés Arcila, Vicario General de la diócesis de El Tigre, Venezuela
Andrés Arcila, Vicario General de la diócesis de El Tigre, Venezuela

"En Boa Vista había algo así como que estuviéramos en África, algo que nunca soñó un venezolano, estar en un campo concentrado, tener que estar refugiado, e inclusive, al mismo tiempo enfrentado"

"Entre la Iglesia venezolana y el estado no hay ahorita una relación cercana, porque a todos los obispos les mira como enemigos"

"En mi localidad, en El Tigre, hay durar entre 24 y 48 horas para cargar combustible"

"Si creemos en Dios, sabemos que Dios nos ha creado a todos, todos somos hermanos y a mí me parece que esa es una hermosa condición que en este momento estamos recuperando"

El Padre Andrés Arcila es Vicario General de la diócesis de El Tigre, Venezuela, un país donde la migración se ha convertido en una realidad muy presente. Conocer la situación de los migrantes venezolanos en Brasil es lo que ha hecho que haya desplazado hasta el país vecino. En su visita ha ido descubriendo que en muchos casos la situación no es fácil, llegando a hablar de “una situación de depresión, de desespero”.

Ante esta realidad, la Iglesia venezolana intenta ayudar, tanto a los venezolanos que están fuera del país, como a los que están dentro, sobre todo ancianos y niños, víctimas de una situación que no tiene visos de solución inmediata. Son muchos los que se van y los que se quieren ir, dejando un país en una situación muy complicada. La Iglesia ha roto prácticamente relaciones con el gobierno, que la amenaza con cortar los recursos destinados a la educación en los colegios dependientes de la Iglesia.

Andrés Arcila agradece “a todas las Iglesias de toda Latinoamérica que han abierto no solamente sus fronteras, sino que se han dado la oportunidad de vivir las obras de misericordia a través de todos los gestos que han tenido”, también a “todas las personas que se han preocupado, con todas las personas que han visto esta necesidad”. 

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¿Qué es lo que le ha traído a Brasil?

Mi motivo de visita a la zona de Boa Vista, de Manaos, es aceptar una invitación de parte de la Pastoral de los Migrantes, por la misma Semana del Migrante, para venir a constatar, acompañar, conocer la situación en este momento de la diáspora del pueblo venezolano, que desde el año 2016, ante la situación política de Venezuela, tuvo la decisión de comenzar a vivir esta experiencia de emigración.

Considerando primero que no es parte de su cultura el emigrar, el venezolano es una persona que se siente muy cómoda con su familia, muy cómoda con los suyos, muchos lo han visto como una necesidad ante la imposibilidad de conseguir alimentos para la familia, al ver la situación de injusticia que se ha dado en muchos casos, por la misma condición política, han decidido emigrar. Esa es una de las realidades que en este momento estoy constatando, de lo que más me ha impactado es que, yo nunca he estado en un campo de guerra, pero por lo menos en Boa Vista había algo parecido, así como que estuviéramos en África, algo que nunca soñó un venezolano. Estar en un campo concentrado, tener que estar refugiado, e inclusive, al mismo tiempo enfrentado, porque aun cuando ha habido todo el buen deseo de abrir las fronteras al venezolano, se ha escapado, el número de personas es mayor que realmente la posibilidad de atención que se puede hacer. Y esto ha ido originando diferentes situaciones.

Ha ido originando situación de lucha por un puesto de trabajo, ha originado el que las personas, como familia se separen, porque cada uno quiere defender su propio grupo familiar. Hay algunos que han experimentado en el trato de la mujer, hay algunos que han experimentado la prostitución, y esto ha traído muchas consecuencias. Quizás los más vulnerables es la etnia indígena warao, que ya en Venezuela, ellos son de la zona del Tamacuro, habían emigrado hacia las ciudades y vivían de poder ayudarse con lo que la gente pudiera brindar. Me llamó la atención ver llegar un autobús completo a Boa Vista. Aquí en Manaos hay alrededor de 460 de la etnia warao.

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Esto como Iglesia es un reto, porque hay personas que se sienten vulnerables, hay gente que está pasando por una situación de depresión, de desespero, e incluso me ha tocado ser puente, porque algunos feligreses que se enteraban que yo venía para acá, una de las cosas que han enviado son cartas a algunos familiares que hay en Boa Vista y en Manaos, porque no han podido tener mayor contacto. Estamos queriendo acompañar esta realidad, especialmente para también informar a las personas en Venezuela que no podemos decidir salir del país sin estructurarnos, sin saber a dónde vamos, porque estamos trayendo problemas.

Todos los países hacia donde se ha emigrado tienen ya sus propios problemas, tienen problemas sociales, políticos, económicos, y de alguna manera somos un riesgo, lamentablemente, para un grupo de personas, aunque también podemos ser una oportunidad de darnos cuenta de que el mundo no tiene fronteras, las hemos puesto nosotros. Pero mi intención primera es venir a acompañar, hacerles sentir que evidentemente también estamos con ellos. Que a los que dejaron allá les estamos tratando de acompañar, porque como ha sido una migración forzada, muchos de ellos han venido dejando a sus hijos, por no saber qué se iban a encontrar, con la esperanza de poder enviar a sus hijos algo, pero no es una realidad en todos los hogares.

Estamos en ese trabajo que hemos venido haciendo, viendo cómo Caritas de Brasil, cómo la gente de la Pastoral de Migrantes, cómo las voluntades políticas desde Brasil, en algunos casos, quieren apoyarse.  Insisto en que puede haber un momento de agotamiento por parte de todos los que hacen los esfuerzos, esperando que también en Venezuela se dé un proceso de esperanza y de cambio en la realidad que estamos viviendo.

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¿Cuál es la reacción que siente al encontrarse con los venezolanos, cuál es el sentimiento que percibe en ellos?

Lo que yo he vivido me parece muy duro, porque hay gente que está en situación de calle. Yo llamo situación de calle no al hecho de que no tengan un techo donde dormir, sino que no sienten seguridad con los que está viviendo. Algunos de ellos me han preguntado, ¿padre, usted se viene a quedar aquí ante la situación? Lamentablemente, también nosotros hemos sufrido la diáspora de sacerdotes, por el mismo hecho de la condición de salud. Tenemos un caso en concreto que el padre tuvo que migrar a Ecuador porque los medicamentos no los encontraba. Hay gente que pide, mándele saludos a mi familia, diga que estoy bien, sé que se están preocupando, porque hay gente que no ha tenido la posibilidad de un contacto directo. 

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Usted ha venido a conocer un poco la realidad y acompañar a los migrantes. ¿La Iglesia venezolana tiene algún plan en ese sentido, enviar sacerdotes a los países de América Latina donde están presentes los migrantes venezolanos?

Ya hay algunos que lo han hecho. En el caso nuestro, el sacerdote que se fue de la diócesis del Tigre, se le dio permiso con la condición de que él atendiera a la población venezolana donde él se encuentra, que es bastante grande. Hay otras diócesis que han cedido sacerdotes para que vayan a atender. A este lado de Brasil ha sido muy poco por la dificultad de la lengua, porque implica que el sacerdote que venga tiene que empezar de cero, tiene que venir preparado en el portugués, aunque venga a atender a la comunidad latina.

En la Conferencia Episcopal venezolana, la campaña de Caritas de este año trató del tema de los niños y los abuelos dejados atrás a causa de la migración forzada. Todo lo que se ha recogido este año se pretende utilizar en campañas, en información, en acompañamiento de estos abuelos que han tenido que asumir la educación de sus nietos y que evidentemente se encuentran ante un grave reto, porque la situación de la juventud y la infancia venezolana también está vulnerable. En 2017 una sola escuela perdió 14 maestros, porque emigraron. En este año, en la escuela donde yo estoy trabajando ahorita ya van por 9 maestros que han emigrado a la fecha de junio, realmente es preocupante.

La Iglesia está tratando de desarrollar ese tipo de acompañamiento, Caritas de Venezuela también tiene un apoyo a estas familias vulnerables que se han tenido que venir con un programa de asistencia en el caso de la desnutrición. Muchas familias de las que se han venido, una de las cosas que pasaba en Venezuela es que la gente estaba acostumbrada a no pagar ningún tipo de servicios, no se pagaba agua, luz, gas, la gasolina era muy económica. Aunque algunos han conseguido trabajo, a veces se les va lo que pueden conseguir en el pago de los servicios. Entonces, hay personas que están vulnerables porque no tienen quien les atienda.

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¿Cuál es la relación actual entre la Iglesia venezolana y el gobierno?

Entre la Iglesia venezolana y el Estado no hay ahorita una relación cercana, porque a todos los obispos les mira como enemigos. El Estado solamente se permite conversar, bien con la nunciatura apostólica, bien con el Vaticano, pero del resto no quiere establecer ninguna conversación con los obispos, no permiten que sean mediadores, porque les consideran enemigos. El único obispo que quizás veían con cierto respeto, que era Monseñor Mario Moronta, que precisamente es obispo de frontera, porque es el obispo de San Cristobal, ante la grave situación de los migrantes hacia Colombia, Monseñor Mario ha sido la voz de ellos. A estas alturas no hay ningún tipo de relación entre Iglesia venezolana y estado venezolano oficial.

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¿Cómo repercute eso en la vida del día a día de la Iglesia?

Repercute en persecución, en que se ha planteado negarle a la Iglesia el subsidio para todo lo que tiene que ver con el servicio educativo, se ha aminorado el subsidio que la Iglesia recibía. La Iglesia en Venezuela cuenta con la Asociación Venezolana de Educación Católica, que recibe una subvención del gobierno para apoyar la obra educativa que la Iglesia lleva en las diferentes comunidades. Han comenzado trabas, ciertas restricciones. Se había logrado, por ejemplo, que el personal que saliera jubilado por todos sus años de servicio dentro de esta asociación recibiera la subvención económica como cualquier pensionado del estado.

El gobierno venezolano lo quitó, el nuevo ministro de educación decidió echar para atrás todo lo que un antecesor del mismo gobierno se había logrado. Porque se había demostrado la calidad de la educación que se estaban recibiendo y se le decía que si tenemos un personal a tiempo completo, nos diera la facilidad de poder ayudarlo en su jubilación. Pero ha roto ese tipo de relación.

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¿La migración en Venezuela es algo que tiene visos de parar o prevé un aumento en los próximos meses, años?

El tema de la migración en Venezuela no venía dando ningún viso de detenerse. En enero, ante el movimiento que se dio con el Presidente de la Asamblea, Guaidó, tuvo una pequeña disminución. Ante la situación que la gente no ve que todavía esas intenciones que ha tenido, hayan dado una respuesta contundente, han sido la tendencia. La gente ha estado en franco deseo de ir y venir. Hay cosas que han ido agravando.

En este momento, la migración, por lo menos en lo que va a ser dos meses, va a tener una pequeña estabilidad, pero no porque las personas no quieran emigrar, es que no hay combustible en Venezuela. En mi localidad, en El Tigre, hay durar entre 24 y 48 horas para cargar combustible, y dependiendo del tamaño del vehículo, depende la cantidad de gasolina que se le va a colocar. Los que vienen hacia la zona de Brasil, el pasaje era caro, lo han triplicado en este momento porque solamente pueden viajar con el contrabando de gasolina. Pero realmente se hace muy difícil.

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¿Alguna cosa más que haya ido descubriendo en estos días en Brasil?

Quisiera agradecer a todas las Iglesias de toda Latinoamérica que han abierto no solamente sus fronteras, sino que se han dado la oportunidad de vivir las obras de misericordia a través de todos los gestos que han tenido. Todas las personas que han sido capaces de sumarse. Pido perdón por los errores que pocos venezolanos, lamentablemente, han cometido y han hecho mirarles como unas personas de riesgo. Pero bien sabemos en el caso de Chile, o algunas otras naciones, en que la mano de obra venezolana es muy calificada.

Hay experiencias que han marcado, por ejemplo en Chile en cuanto a la medicina, porque se hizo un estudio y se vio que la manera del trato del médico venezolano es muy diferente del chileno, y no se trata que no tenga la calidad en cuanto a su profesión, pero la cercanía humana hizo que muchas personas buscaran a los médicos venezolanos por su manera de tratar. Todo lo tomamos a juego, todo lo tomamos a veces con cierta ligereza, y eso hace con que la manera de la conversación fluya y hemos visto buenos resultados. Pero realmente agradecido con todas las personas que se han preocupado, con todas las personas que han visto esta necesidad. Al fin y al cabo, si creemos en Dios, sabemos que Dios nos ha creado a todos, todos somos hermanos y a mí me parece que esa es una hermosa condición que en este momento estamos recuperando.

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