Un documento que abre la posibilidad de nuevos caminos Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonía, un nuevo paso de “un kairós para la Iglesia y el mundo”

El Instrumentum Laboris parte de la idea de que la Iglesia sea oyente, que escuche, algo que “no es nada fácil”, pero que debe generar “una respuesta concreta y reconciliadora”, por la que la Amazonía clama.

El clamor de la Tierra es el clamor de los pobres, que son quienes sufren las consecuencias de la destrucción extractivista

“En vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, se cambien los criterios para seleccionar y preparar los ministros autorizados para celebrarla

“Identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica”

"Que sea el Espíritu Santo quien conduzca y que nuestras respuestas y nuestros compromisos sean verdaderamente orientados a responder a los desafíos de la evangelización de esta porción del Pueblo de Dios"

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Un fruto de un largo recorrido, así se podría definir el Instrumentum Laborisdel Sínodo para la Amazonía que este lunes, 17 de junio, se ha presentado en el Vaticano. En él, como recoge la conclusión del documento, “se ha escuchado la voz de la Amazonía a la luz de la fe (I Parte) y se ha intentado responder al clamor del pueblo y del territorio amazónico por una ecología integral (II Parte) y por los nuevos caminos para una profética en la Amazonía (III Parte)”.

A partir de este momento la Iglesia, especialmente los padres sinodales, son interpelados “a dar una nueva respuesta a las diversas situaciones y a buscar nuevos caminos que posibilitan un kairós para la Iglesia y el mundo”. Tenemos por delante poco menos de cuatro meses para el inicio de la asamblea sinodal, que se reunirá en el Vaticano de 6 a 27 de octubre. En este tiempo, cabe a los padres sinodales, sobre todo los obispos de las jurisdicciones eclesiásticas de la Pan Amazonía, siempre llamados a conocer la realidad local y la vida de los pueblos a ellos confiados, a oler a oveja, ver hasta qué punto el documento recoge las necesidades de su Iglesia local.

No podemos olvidar que este documento, que sigue el método de la Iglesia latinoamericana, ver/escuchar, juzgar, actuar, todavía es un instrumento al servicio de un proceso mayor, que irá dando pasos sucesivos en los próximos meses. Desde esa perspectiva debemos entender que en el Instrumentum Laboris no vamos a encontrar recogidos todos y cada uno de los anhelos personales. Como decía unas semanas atrás Monseñor Mario Antonio da Silva, obispo de Roraima – Brasil, y segundo vicepresidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB, “el Sínodo ha de venir al encuentro, no de expectativas, sino de necesidades de las comunidades de la Amazonía”, algo que también se puede decir del Instrumento de Trabajo.

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Monseñor Roque Paloschi, arzobispo de Porto Velho, Rondonia, Brasil, y miembro del Consejo Presinodal, afirma que el Instrumentum Laboris, "nos va dando algunas posibilidades para también prepararnos con nuestros grupos de sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas, ministros, y el Pueblo de Dios en general, para algunas perspectivas". Él reconoce que "evidentemente que el documento nos va a provocar para pasos posibles para concretarlos pronto con la conclusión del Sínodo, otros pasos con los que vamos a hacer procesos y cosas que serán un horizonte hacia donde queremos caminar como Iglesia, Pueblo de Dios como Iglesia Pan-Amazónica".

Según el arzobispo de Porto Velho, "evidentemente que el Sínodo no va atrás de curiosidades, pero intenta responder cosas concretas que necesitamos afrontar aquí en nuestra región". Desde su condición de presidente del Consejo Indigenista Misionero - CIMI, de Brasil, él dice que "el Sínodo, desde su convocatoria, el Papa nos interpela por una relación diferenciada con los pueblos indígenas, con los pueblos originarios". Es por eso que "nosotros tenemos que preguntarnos qué pasos estamos dando en nuestras Iglesias para que verdaderamente, los primeros habitantes de estas tierras, sean oídos, respetados y acompañados en su lucha por la dignidad, por la justicia y, sobre todo, respeto a sus culturas, a sus espiritualidades, a sus ritos, a sus lenguas. Ellos tienen el derecho de ser indígenas en su integridad", afirma Mons. Roque Paloschi.

Monseñor Rafael Cob, también miembro del Consejo Presinodal, y obispo del Vicariato Apostólico del Puyo, en Ecuador, destaca en el documento cuatro ejes estructurales, la escucha, el diálogo, la inculturación y la profecía, todo ello en torno al eje central, que es el rostro amazónico, y empapado de la ecología integral. El obispo del Puyo destaca el trasfondo de la Evangelii Gaudium, que nos llama a una conversión pastoral, de la Laudato Sí, que nos invita a una conversión ecológica, y de la Episcopalis Conmunio, haciendo realidad una Iglesia samaritana con sus desafíos y esperanzas.

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Cada una de las partes está dividida en capítulos, cuatro en la primera, que presenta “la realidad del territorio y de sus pueblos”, nueve en la segunda, que recoge “la problemática ecológica y pastoral”, y ocho en la tercera parte, que aborda “la problemática eclesiológica y pastoral”. En la segunda y tercera parte, al final de cada uno de los capítulos, se ofrecen sugerencias, todas ellas recogidas de  la escucha al territorio y pueblo de Dios, llamadas a incidir no sólo en la vida de la Iglesia como de la propia sociedad amazónica, teniendo siempre como actitud fundamental la defensa profética de la Amazonía y de sus pueblos.

El Instrumentum Laboris parte de la idea de que la Iglesia sea oyente, que escuche, algo que “no es nada fácil”, pero que debe generar “una respuesta concreta y reconciliadora”, por la que la Amazonía clama. No olvidemos que ésta es una “realidad contrastante”, que está “llena de vida y sabiduría”, pero que sufre las consecuencias de “la deforestación y la destrucción extractivista que reclama una conversión ecológica integral”. Todo ello debe llevar a un “encuentro con las culturas que inspiran los nuevos caminos, desafíos y esperanzas de una Iglesia que quiere ser samaritana y profética a través de una conversión pastoral”.

La vida es el fundamento del Sínodo para la Amazonía, que en esta región se identifica con el agua. Una vida en abundancia, expresada en el “buen vivir”, pero que “está amenazada por la destrucción y explotación ambiental, por la sistemática violación a los derechos humanos”, lo que exige una defensa y un cuidado, que “se opone a la cultura del descarte, de la mentira, de la explotación y de la opresión”. No se puede olvidar que “en la Amazonía, la vida está inserta, ligada e integrada al territorio”, donde todo está conectado y se descubre “la obra maestra de la creación del Dios de la Vida”.

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El Sínodo es un tiempo de gracia, de inculturación e interculturalidad, de desafíos graves y urgentes, pero también de esperanza. Al mismo tiempo, este evento eclesial quiere generar espacios de diálogo “que nos ayuden a salir de la senda de la autodestrucción de la actual crisis socio-ambiental”. Un diálogo que sea punto de partida para la misión y que tenga como interlocutores a los pueblos amazónicos, que provoque una dinámica de aprendizaje y resistencia.

El clamor de la Tierra es el clamor de los pobres, que son quienes sufren las consecuencias de la destrucción extractivista. Un clamor que viene de los pueblos de la Amazonía, a quienes no se les reconocen sus territorios y son afectados por los proyectos de “desarrollo” y la contaminación, lo que reclama con urgencia una ecología integral que paralice la destrucción de la Amazonía, algo que afecta especialmente a los Pueblos en Aislamiento Voluntario.

En la Amazonía también está muy presente el fenómeno mundial de la migración, que “ha contribuido a la desestabilización social en las comunidades amazónicas”. Eso ha hecho que la población amazónica se junte en las ciudades, donde vive entre el 70 y 80%, lo que requiere un cuidado eclesial, también de las familias y comunidades, cada vez más vulnerables. En muchos casos, eso es fruto de una corrupción que se hace presente en la región, “la que existe fuera de la ley y la que se ampara en una legislación que traiciona el bien común”, hasta el punto de que “grandes compañías y gobiernos han organizado sistemas de corrupción”. Todo esto afecta a la “salud integral” de los pueblos, “lo cual supone una armonía con lo que nos ofrece la madre tierra”, fuente de la medicina tradicional. Son conocimientos que deben ser abordados por una educación integral, que genera encuentro y aborda un mayor conocimiento sobre lo que es la ecología integral, para lo que es necesaria una conversión ecológica.

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La tercera parte del documento de trabajo aborda los desafíos y esperanzas de una Iglesia profética en la Amazonía, llamada a tener un rostro amazónico y misionero, “que sabe discernir y asumir sin miedos las diversas expresiones culturales de los pueblos”, una Iglesia participativa, acogedora, creativa y armoniosa, con rostro amazónico e indígena, que reconoce las “Semillas del Verbo” y busca “un mutuo enriquecimiento de las culturas en diálogo”. Eso se expresa en una liturgia incluturada, que asuma en el ritual litúrgico y sacramental “los ritos, símbolos y estilos celebrativos de las culturas indígenas”, haciendo lo posible para que los sacramentos sean “fuente de vida y remedio accesible a todos (cf. EG 47), especialmente a los pobres (cf. EG 200)”.

Para ello, sugiere que “en vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, se cambien los criterios para seleccionar y preparar los ministros autorizados para celebrarla”. El documento, sin cuestionar en ningún momento el celibato, sostiene que “para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana". Al mismo tiempo ve necesario “identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica”, aspectos éstos que realmente abren la posibilidad de buscar nuevos caminos para la Iglesia.

Al abordar el tema de la organización de las comunidades, cuestiona que “sería oportuno reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden”, un elemento decisivo que hace posible superar el clericalismo como instrumento de poder. Por eso, llama a “promover vocaciones autóctonas de varones y mujeres”, buscando “indígenas que prediquen a indígenas desde un profundo conocimiento de su cultura y de su lengua, capaces de comunicar el mensaje del evangelio con la fuerza y eficacia de quien tiene su bagaje cultural”. Al mismo tiempo, insiste en pasar de una “Iglesia que visita” a una “Iglesia que permanece”.

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Los últimos capítulos abordan el tema de la evangelización en las ciudades, intentando incluir en ella a los indígenas urbanos, fomentando el diálogo ecuménico e interreligioso. Como sucede en cualquier otro lugar, el papel de los medios en la Amazonía es fundamental. Por ello, “es importante que el empoderamiento de los medios de comunicación llegue a los mismos nativos”, creando resonancia que ayude “a la conversión ecológica de la Iglesia y del planeta”, a que “la realidad amazónica salga de la Amazonía y tenga repercusión planetaria”, a amazonizar el mundo y la Iglesia. El Sínodo puede ayudar a aumentar el rol profético de la Iglesia, que genera una promoción humana integral. Por eso, se propone una Iglesia en salida, en escucha, que se pone al servicio de los que cuestionan el poder, aunque eso lleve a sus miembros a arriesgar la vida, al martirio.  

No olvidemos que lo que debe mover al Sínodo para la Amazonía es ser “una expresión concreta de la sinodalidad de una Iglesia en salida, para que la vida plena que Jesús vino a traer al mundo (cf. Jn 10,10) llegue a todos, especialmente a los pobres”.  Al mismo tiempo, no podemos dejar de recordar lo que ya nos decía el Documento Preparatorio, donde se insistía en que “las reflexiones del Sínodo Especial superan el ámbito estrictamente eclesial amazónico, porque se enfocan a la Iglesia universal y también al futuro de todo el planeta”. Estamos ante un evento universal, que muchos consideran decisivo en el futuro de la Iglesia y de la humanidad.

Como afirma Mons. Roque Paloschi, "vamos a pedir que el Espíritu Santo nos conduzca y que nuestra Iglesia viva la alegría de buscar estos nuevos caminos, y que podamos, al final de este Sínodo, concluir como los seguidores y seguidoras de Jesús en aquel concilio de Jerusalén, el Espíritu Santo y nosotros decidimos. Que sea el Espíritu Santo quien conduzca y que nuestras respuestas y nuestros compromisos sean verdaderamente orientados a responder a los desafíos de la evangelización de esta porción del Pueblo de Dios".

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