Congreso sobre Ecología Integral y Sínodo Amazónico, en Quito Monseñor Rafael Cob: el Sínodo para la Amazonía “sólo tiene una finalidad, defender la vida”

Monseñor Rafael Cob, Obispo del Puyo y miembro del Consejo Presinodal
Monseñor Rafael Cob, Obispo del Puyo y miembro del Consejo Presinodal

“Los pueblos hemos estado al frente defendiendo la Amazonía, vemos la naturaleza como algo que da vida al Planeta

El Sínodo es “la voz del pueblo creyente que ha ido tejiendo redes

“Los políticos no tienen tiempo para escucharnos; los empresarios menos; pero el Papa Francisco sí tiene tiempo para escucharnos con gusto y atención

“Lo mejor está por venir”, será en el etapa postsinodal, “que nos va a cobrar un compromiso en nuestro actuar

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La Iglesia ecuatoriana ha reflexionado durante dos días sobre “Ecología Integral y Sínodo Amazónico, Retos y Desafíos para el Cuidado de la Casa Común en Ecuador”. Lo ha hecho a partir de sus obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos y laicas, que, en un número superior a 300 participantes, además de un buen grupo de estudiantes del centro, se han encontrado en la sede de Quito de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. 

El congreso ha servido para ser más conscientes de que en la defensa de la Casa Común existen experiencias en Ecuador que muestran por un lado situaciones preocupantes para el futuro del planeta, pero al mismo tiempo diferentes modos de hacer frente a estas agresiones. El congreso ha servido para conocer la realidad de los mecheros en la Amazonía, de las hidroeléctricas y la minería, el comercio justo y solidario, la explotación laboral y de la tierra, la estación científica en el Yasuni, una región de pueblos en aislamiento voluntario, las fuentes hídricas en la zona de la Sierra, la persecución y criminalización de los defensores de los Derechos Humanos y ambientales, las amenazas al equilibrio ambiental en el Archipiélago de Galápagos, la respuesta de los jóvenes a la crisis socio ambiental o la espiritualidad ecológica, elementos que pueden ayudar a avanzar en la toma de conciencia ante estas graves problemáticas.

En esa toma de conciencia “es importante que las voces de los pueblos indígenas sean escuchadas”, como señalaba Patricia Gualinga, pues “los pueblos hemos estado al frente defendiendo la Amazonía”, añadiendo que “los pueblos indígenas vemos la naturaleza como algo que da vida al Planeta”, una visión completamente diferente a la visión economicista. La líder indígena del pueblo Sarayaku denunciaba las consecuencias de la llegada de las grandes empresas, que producen “un impacto ecológico, social y de pensamiento terrible”.

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El Sínodo para la Amazonía nos desafía, según Mauricio López, a tres conversiones, pastoral, expresada en Evangelli Gaudium, con un nuevo modelo de la Iglesia estar en la realidad, a partir de la gente; ecológica, recogida en Laudato Sí, como consecuencia de una crisis ambiental, fruto del modelo de desarrollo imperante, que pone en juego el futuro del Planeta y que está por encima de sistemas políticos, como es el caso del socialismo boliviana o la extrema derecha brasileña; sinodal, contenida en Episcopalis Communio, con un desafío a caminar juntos desde los tropiezos y aprendizajes. De hecho, el Sínodo, según el Secretario Ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, es “la voz del pueblo creyente que ha ido tejiendo redes”.

Por eso, los ataques al Sínodo y al Papa Francisco, porque se ponen en juego los intereses de los poderosos, causantes de la crisis económica actual, motivada por el hecho de que las 26 familias más ricas del mundo disponen de los mismos recursos que el 50% más pobre. El Papa también molesta porque “llevó la periferia, lo descartable, al centro, para iluminar y purificar”, según Mauricio López, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se encontraba con realidades periféricas, con las mujeres. Pero “nuestras redes no tienen o tienen valor si no llegamos a dar un paso adelante para encontrar caminos en común”, y el kairós del Sínodo, “sólo será posible si caminamos juntos”.

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Ante la crisis ambiental, es necesario “entender que la naturaleza es mucho más que una fuente de recursos y un depósito donde podemos arrojar basura”, afirmaba Esperanza Martínez, de la ONG Acción Ecológica, que ha recorrido todo el país para ayudar a tomar conciencia de las consecuencias de las acciones de las empresas mineras, petroleras, agroindustria, represas y la realidad del mundo urbano, cada vez más contaminado. Ella definía su agenda como “el cuidado y protección de la naturaleza”, de la que decía que “está en nuestras manos defenderla o no”. Por eso destacaba la importancia de Laudato Sí, “un ejercicio poético de colocar a la naturaleza en un plano diferente”.

En la Amazonía el papel de las mujeres es fundamental, que son las más afectadas, junto con los niños, por la destrucción de la naturaleza, como reconocía Marisol Rodríguez, quien se preguntaba, “¿qué les duele a las mujeres amazónicas?”, enumerando una serie de situaciones que hoy sufren las mujeres en una Amazonía expoliada, lo que las convierte en víctimas de maltrato, redes de prostitución, trata, destrucción de sus casas, separación de sus familias, pérdida de autonomía y valores tradicionales e imposición de valores capitalistas. Pero también existen esperanzas, como ella resaltaba, entre ellas el hecho de que son las mujeres quienes generan vida biológica, espiritual y cultural, garantizan la soberanía alimentar, conectan los saberes, defienden los territorios, enseñan valores y dan afecto. Marisol las definía como sinchi warmi, mujeres fuertes hasta el final, a ejemplo de las mujeres que estuvieron al pie de la Cruz.

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Desde el ámbito de la academia, el rector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, el jesuita Fernando Ponce, resaltaba que hay muchos “incendios” en la Amazonía, como es la pobreza, la falta de educación y sanidad, la mortalidad infantil, entre otros muchos. Ante esa realidad hay razones para la esperanza, “porque hay espacio para nuestra acción como universidad”, algo que se ha concretado en el anuncio de la creación de la PUCE Amazonas, con sede en Lago Agrio, capital de la provincia de Sucumbíos, fruto de una combinación de esfuerzos dirigida a los colectivos más vulnerables, a quienes se quiere ofrecer una “educación superior como bien público”.

En la misma línea, Catalina Vélez, Presidenta del Consejo de Educación Superior, admitía que el sistema de educación superior en Ecuador “conserva brechas, fruto de las desigualdades existentes”, algo que se incrementa en la Amazonía, donde existe gran dificultad para los estudios superiores, pues sólo dos de las seis provincias tienen centros de educación superior por falta de recursos. Por ello, afirmaba que “tenemos obligación de ofrecer una formación incluyente y de calidad, que responda a las expectativas”.

Hablar de Sínodo tiene que llevarnos a centrarnos en lo más importante, que según Mauricio López está recogido en Episcopalis Communio: “El Sínodo de los Obispos debe convertirse cada vez más en un instrumento privilegiado para escuchar al Pueblo de Dios: «Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama»”. No podemos olvidar que el Sínodo es un ejercicio de profundización para descubrir los anhelos, esperanzas y gritos de la realidad.

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Los pueblos indígenas amazónicos nos enseñan “a cuidar la vida, la tierra y el agua”, señalaba el Cardenal Barreto al hablar sobre el Sínodo, recordando las palabras del Papa Francisco en Laudato Sí, “nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los dos últimos siglos”. Sus palabras servían como reflexión sobre lo que es un Sínodo, por qué un Sínodo para la Amazonía y la razón de éste ser en el Vaticano. El cardenal peruano, frente a quienes se muestran contrarios al Sínodo, decía que “ellos están más preocupados por el contenido de la fe que por las personas que desean vivir el encuentro personal y comunitario con Cristo". Los ataques son de los mismos que atacaron a Jesús, que no se quedó callado, llamándoles hipócritas y sepulcros blanqueados, aquellos que detentan el poder económico, político, junto con el pequeño grupo de católicos que buscan “dejar fuera a Jesús de su misión de anunciar el Reino de Dios a los pobres y excluidos”.

El cardenal recordaba las palabras que escuchó recientemente a una indígena colombina: “los políticos no tienen tiempo para escucharnos; los empresarios menos; pero el Papa Francisco sí tiene tiempo para escucharnos con gusto y atención”, algo que tiene que ser visto como un signo de los tiempos, una señal de discernimiento. Según Barreto, “el Sínodo Amazónico se ha dado gracias al proceso de la REPAM en los últimos años. Sin REPAM no hay Sínodo, y no hay REPAM sin haber antes una red eclesial en Ecuador, que nació en Puyo”. En sus palabras, recordaba las figuras de Greta Thunberg y con ella las palabras de Laudato Sí: “los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y del sufrimiento de los excluidos”. También se refería a Monseñor Leónidas Proaño, lo que despertó una salva de aplausos entre los presentes, “el gran pastor que dio su vida por los hermanos indígenas, el gran profeta que está intercediendo por la Iglesia de Ecuador y por la Amazonía”. Y concluía con las palabras del Papa Francisco en Laudato Sí: “caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza”.

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Esa esperanza nos lleva a soñar, y “soñar juntos hace más fácil que los sueños se hagan realidad”, según Monseñor Rafael Cob, obispo del Vicariato del Puyo y miembro del Consejo Presinodal, quien decía que estamos en el sprint final del proceso preparatorio de un Sínodo que “sólo tiene una finalidad, defender la vida”, insistiendo una vez más en preparar este Sínodo entre todos, “en este escuchar al pueblo”, pues escuchar “es parte esencial de nuestro camino y metología”. Monseñor Cob resaltaba que “hemos escuchado los gritos de los pueblos y de la Madre Tierra”, yendo a contracorriente de quienes se oponen al Sínodo, ante lo que citaba las palabras del Quijote: “nos ladran Sancho, luego cabalgamos”.

Por eso el Sínodo tiene que llevarnos a hacer realidad el deseo del Papa Francisco, “promover una Iglesia con rostro amazónico e indígena”, a pasar de lo particular a lo universal, a la necesidad de ser misioneros, como elemento imprescindible en la vida de todo bautizado, a hacer realidad la inculturación y la interculturalidad, fruto de una reciprocidad entre culturas. El obispo del Puyo insistía, siguiendo otras voces que se han pronunciado en este sentido, que “lo mejor está por venir”, será en el etapa postsinodal, “que nos va a cobrar un compromiso en nuestro actuar”.

A partir de estas reflexiones y del Instrumentum Laboris, los participantes de congreso han profundizado en los contenidos del Sínodo, ofreciendo nuevas luces para los padres sinodales, especialmente para los obispos ecuatorianos que representarán a la Iglesia del país en la asamblea sinodal, que tendrá lugar en el Vaticano de 6 a 27 de octubre. Al mismo tiempo, se ha visto como pasar al plano del actuar, desde las diversas instituciones que han convocado el evento, centrándose en el tema del agua, el modelo de económico y paradigmas de globalización, el extractivismo, los derechos humanos, las ciudades y la ecología integral y academia y sostenibilidad.

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