Perdón... Acostumbrarnos a amar

Acostumbrarnos a amar
Acostumbrarnos a amar

El amor es una experiencia de cruz, es decir, hay que dar la vida para que otros vivan más, en el sentido amplio de la expresión. Nuestro sacrificio ha de dar fruto y fruto abundante, si no, no tiene sentido. Forma parte del amor, el perdón. Para perdonar necesitamos amar mucho y amar como lo haría Jesús, no a nuestra manera, ya que el rencor en ocasiones no nos deja abrazar a la otra persona “limpiamente”.

Suenan muchas veces las palabras que oímos, también suenan maneras de hacer y suena repetir cada día determinadas acciones que ya son automáticas. A veces, nos suenan tantas cosas que las identificamos en nuestra vida como algo nuestro, como aquello que forma parte. Asumimos incluso lo que no se debería de acoger porque nos dejamos llevar y es fácil. Pero la verdad de todo es que, aunque sí hay cosas que asumimos como nuestras, hay otras que deberíamos preguntarnos por qué entran en nuestra vida. Lo curioso es que la mayor parte de las ocasiones está lejos el asumir el perdón… y tal vez sea porque no es algo fácil, sino todo lo contrario, aquello que nos cuesta no lo queremos demasiado cerca.

El amor es una experiencia de cruz, es decir, hay que dar la vida para que otros vivan más, en el sentido amplio de la expresión. Nuestro sacrificio ha de dar fruto y fruto abundante, si no, no tiene sentido. Forma parte del amor, el perdón. Para perdonar necesitamos amar mucho y amar como lo haría Jesús, no a nuestra manera, ya que el rencor en ocasiones no nos deja abrazar a la otra persona “limpiamente”. Por eso, creo que nuestro mundo está sediento de en primer lugar de conocer al amor de verdad, y conociéndolo necesitamos amar, comunicarnos, relacionarnos con los demás para tener experiencia de interés por el otro, de preocupación, y, por supuesto, de perdón.

Volver arriba