Doris Wagner y Rocío Figueroa, líderes del #MeToo de las monjas en la Iglesia católica Cuatro de cada diez religiosas en el mundo han sufrido abusos sexuales a manos de curas y obispos

Monjas de todo el mundo se rebelan contra los abusos en la Iglesia
Monjas de todo el mundo se rebelan contra los abusos en la Iglesia

Asociación de Teólogas Españolas: "Abusar de otro, una mujer, a través del ejercicio del poder, es inaceptable y antievangélico"

"Mi superior entró en mi habitación y me desnudó. y, a pesar de que le dije que no tenía permiso para hacer esto, me tocó y finalmente me penetró", relata Doris

Doris (Wagner) Reisinger es una joven alemana que, siendo religiosa, sufrió abusos por parte de varios sacerdotes. Hoy, junto con Rocío Figueroa, es una de las mujeres que están dando voz a religiosas y ex religiosas que denuncian la violencia ejercida por parte de curas y obispos. Una violencia que esta semana ha sido reconocida por el mismísimo Papa Francisco.

A través de Voices of Faith, Wagner y Figueroa abanderan el particular #MeToo de las religiosas contra los abusos de poder, físicos y sexuales, en la Iglesia católica. Un movimiento al que se han sumado, entre otras, la Asociación de Teólogas Españolas.

En conversación con RD, Doris lamenta que el reconocimiento de los abusos por parte de Francisco "haya llegado muy tarde". Sin embargo, cree que a partir de este momento "muchas más religiosas que han sufrido abusos sexuales se den cuenta de que no están solas y se atreven a hablar", y confía en que, después de reconocer el problema, "el Papa también tome las medidas apropiadas" para un escándalo de proporciones brutales.

"Ha habido casos en los que los sacerdotes impregnaron a las monjas y luego las obligaron a abortar", denuncia Doris, que aporta datos de un informe, que apunta que "el 40% de las religiosas han sufrido abuso sexual, el 10% antes de unirse a la vida religiosa y el 30% después".

Doris empezó a sufrir abusos, primero espirituales, y desde 2008 sexuales. "Mi superior entró en mi habitación y me desnudó. y, a pesar de que le dije que no tenía permiso para hacer esto, me tocó y finalmente me penetró. Esta experiencia me destruyó completamente". Doris tardó dos años en denunciarlo, "y mis superiores decidieron no actuar". En 2011 abandonó la congregación.

Como activista por los derechos de la mujer en la Iglesia, Wagner defiende que las mujeres "deben ser reconocidas como iguales a los hombres". Especialmente en la vida religiosa: "mientras las monjas se vean obligadas a vivir de acuerdo con un ideal de perfecta abnegación y sumisión, y estén viviendo en completa dependencia espiritual y financiera, su vulnerabilidad debe ser reconocida", concluye.

Rocío Figueroa sufrió durante años abusos por parte del vicario del Sodalicio, German Doig, mientras era consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, de la que llegó a ser superiora. Hoy, esta teóloga peruana abandera, desde Voices of Faith, la lucha por la igualdad de las mujeres, religiosas y laicas, en la Iglesia.

En su opinión, "las mujeres en la Iglesia no tienen presencia institucional. La Iglesia católica está respirando solo con un pulmón y por eso se está ahogando (...). Este no es el verdadero rostro del pueblo de Dios".

Sobre las religiosas, lamenta que "siguen siendo consideradas por el clero como ciudadanas de segunda-clase. Y no sólo eso, han sido explotadas y usadas para perpetuar el clericalismo". "¿Cómo puede ser que en el siglo XXI tengamos congregaciones dedicadas a ser sirvientas de los sacerdotes? Las religiosas deben tener un rol fundamental en la renovación eclesial, ser líderes y participar de la toma de decisiones. Tienen que alzar su voz, como muchas lo están haciendo ya, contra un clericalismo que está aniquilando la belleza de nuestras comunidades eclesiales", denuncia.

"Las mujeres católicas estamos cansadas. ¡Basta ya de una Iglesia patriarcal, basta ya de una Iglesia que parece un club exclusivo de hombres donde las mujeres no cuentan", señala Rocío, que ve al Papa Francisco como "una oportunidad", un hombre que quiere "escuchar no sólo la voz de mujeres sino la voz de víctimas, que para mí son una voz profética para el futuro de la Iglesia".

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