Acaba de fallecer a los 89 años de edad Evocación del Padre Urturi

Esquela de Urturi en El Norte de Castilla
Esquela de Urturi en El Norte de Castilla

Tenía razón Miguel de Unamuno: Cada profesor–educador se entierra en cada alumno, como una semilla de trigo en la tierra para florecer en una hermosa espiga

Así era reconocido y llamado por todos. Su nombre completo, Luis Antonio Sáenz de Urturi Puelles resultaba muy extenso y prolongado. Acaba de morir y su biografía se nos presenta como una vida intensa, pletórica de sencillez. 89 años, dedicados en su mayoría al oficio de profesor, labor anónima pero fecunda. Cada profesor – educador merece ser reconocido por su entrega callada, a fondo perdido. Tenía razón Miguel de Unamuno: Cada profesor – educador se entierra en cada alumno, como una semilla de trigo en la tierra para florecer en una hermosa espiga.

Nuestros colegios de Madrid, Ceuta y Seminario Menor de Palencia son testigos de su dedicación docente y su buen hacer profesional.

El P. Urturi acaba de fallecer el 14 de octubre y le acompañamos desde la esperanza, la oración y el sentimiento de haber perdido al mejor compañero y hermano en la casa de Agustín. Era una delicia compartir con él comunidad, por su cercanía, conversación fluida, visión humanista, inspiración agustiniana, proximidad a Jesús e implícitamente a los postulados renovadores del Concilio Vaticano II.

Destacaba por una dosis multiplicada de sentido común que aplicaba con sabiduría en el arte del buen y bien vivir. Siempre se inclinaba a la dimensión positiva, a lado bueno de la vida. Era suma y multiplicación y nunca resta ni división en la convivencia fraterna. Era grato y agradable vivir con “Urturi”.

Y evocar a Urturi, era evocar a Pedro Miguel, los dos únicos del curso, hombres buenos, esencialmente buenos, generosos, serviciales, agustinos de comunidad, agustinos de casta y raza, agustinos por vocación, humanos por opción y creyentes por convicción.

Como compañero y provincial suyo “nos encontramos”, conferimos, coincidíamos, nos queríamos, compartíamos ideas, sentimientos, proyectos, nos sentíamos mutuamente “reconocidos”, donde la vida se trasciende y adquiere sentido.

Te despedimos, con dolor y esperanza, querido Urturi, hombre de Dios, agustino de comunidad, profesional entregado, buen compañero de camino. Nos duele tu separación, rezamos y nos conforta la esperanza de que nos encontraremos en el Reino. Descansa en paz, amigo Urturi.

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