150 Aniversario de la Diócesis de Vitoria. Con la palabra PAZ

El pasado 20 de octubre se conocía el comunicado de ETA en el que expresaba su decisión irrevocable de abandonar la violencia. Esta gran noticia fue acogida y comentada al día siguiente por los obispos de Bilbao y Vitoria, más tarde lo haría el de San Sebastián.

Monseñor Iceta tenía un recuerdo para las víctimas y sus familiares y apuntaba que "todos, personas, organismos, asociaciones, instituciones, estamos llamados a colaborar y aunar esfuerzos en la construcción de una sociedad en paz y reconciliada".
Por su parte, monseñor Asurmendi, dijo: "He orado por los centenares de asesinados, también por otros que no fueron asesinados pero que han sufrido en su ser la violencia terrorista y por los familiares de las víctimas", y además aseguró que la Iglesia está dispuesta a "seguir trabajando para conseguir la pacificación y la reconciliación" en Euskadi.

Non solum sed etiam.

El 13 de enero de 2001 las campas de Armentia (Álava) acogían el clamor de ansias de PAZ de las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria y la de la diócesis de Pamplona-Tudela expresado en aquella pancarta que rezaba: “Entre todos PAZ para todos/ Guztion artean BAKEA Guztion alde”. En vísperas de comenzar los actos conmemorativos del 150 aniversario de la diócesis de Vitoria esa PAZ está más cerca.

Cuando se celebró el centenario de la creación de la Diócesis de Vitoria, la banda terrorista ETA comenzaba a dar “sus primeros pasos”, malos pasos, equivocados pasos.

A punto de celebrar medio siglo más, estamos a un paso de ser testigos del final de ETA.
Quizá, y teniendo como argumentos el momento histórico que estamos viviendo, el hecho que la Diócesis de Vitoria acogió en sus primeros cien años, aproximadamente, a las actuales de Bilbao y San Sebastián, el que el anuncio de ETA ha puesto en las primeras planas otra vez el papel de la Iglesia en el camino de la PAZ y la reconciliación, bien se podría, a lo largo del 2012, y en el marco de las acciones previstas por la efemérides, recuperar el espíritu pacifista y pacificador de Armentia. Quizá sea buena idea convocar una nueva concentración y bajo el mismo lema de “Entre todos PAZ para todos/ Guztion artean BAKEA Guztion alde”, orar y proyectar a la sociedad la apuesta por la PAZ de la Iglesia, y más diría yo, abrir la convocatoria a todo aquel que se sienta interpelado por Dios, bajo la advocación que sea, y hacer el espíritu de Armentia en sintonía con el espíritu de Asís. Al fin y al cabo la PAZ es un valor universal.
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