Via Crucis Ayuda a la Iglesia Necesitada pone a los pies del Santo Cristo de Abetxuko a los Cristianos Perseguidos.

70 años de tradición y devoción a un Cristo que tuvo el Emperador Carlos V

El domingo 14 de abril, festividad de Domingo de Ramos, voluntarios y simpatizantes de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada por primera vez participaron en el tradicional Vía Crucis de Abetxuko que se inicia a las 17:30 horas y concluye con una misa en la ermita donde se venera la imagen de un Cristo Crucificado que goza desde siglos de una gran devoción popular. 

Via Crucis Abetxuko 2019 ACN

Devoción que hizo que en 1949 se inaugurase un Vía Crucis que reúne a numerosos fieles en los domingos de Cuaresma desde hace 70 años. Cada domingo de Cuaresma un colectivo se encarga de repasar los momentos de la Pasión de Cristo en esa práctica piadosa que divide en 14 estaciones el relato evangélico.

En torno a medio centenar de fieles siguieron las 14 estaciones con los comentarios encarnados en realidades muy actuales sobre la persecución religiosa en China, Irak, o Nigeria.

En algunas cruces se colocaron unos carteles con los datos del último Informe de Libertad Religiosa en el Mundo (ILR) que fue presentado en Vitoria-Gasteiz el pasado 8 de febrero y con motivo del cuál la fachada del Ayuntamiento se iluminó de rojo. Esos carteles fueron depositados al final del Vía Crucis a los pies del Cristo de Abetxuko mientras se rezaba la oración por los cristianos perseguidos.

El Cristo

Cristo de Abetxuko

Se trata de una talla del siglo XVI, de tamaño natural y una gran calidad artística. Presenta un aspecto sereno y tiene un tratamiento anatómico muy cuidado con la cabeza ligeramente inclinada con mechones de pelo colgando a ambos lados.

En 1997 esta imagen fue restaurada atendiendo especialmente al deterioro en su policromía.

En 1835 los agustinos del convento de Santa Catalina de Badaya, en Trespuentes, abandonaron el monasterio a causa de la desamortización de Mendizabal. Un año después, el general liberal Zurbano lo mandó quemar después de que un grupo de carlistas se hiciera fuerte en él. Según algunas crónicas, en 1840, una de las obras de arte más veneradas, un impresionante Cristo que se encontraba en el interior del convento fue llevada a la ermita románica del pueblo de Abetxuko.

Pero este Cristo alberga también una leyenda previa que le vincula al emperador Carlos V y que fue relatada en el nº 6 de la revista askegi en el 2012: “Dice la Leyenda que el emperador en su estancia en Flandes y Alemania siempre tenía en su despacho un Cristo al que profesaba gran devoción. Todas las mañanas al acudir a su despacho la primera mirada era para su Cristo, retorcido y doliente, colgado de la cruz. (…) decidió retirarse a Yuste, en Extremadura, y lo trajo (el Cristo) con él. Carlos V tuvo varios secretarios, pero uno alavés, que fue el más destacado, Juan Alonso de Gámiz.” El caso es que el Emperador Carlos V agradeció los servicios de su secretario dándole este Cristo que el bueno de Juan Alonso decidió entregar al monasterio de los Jerónimos de Sana Catalina, que gozaba de prestigio en aquellos años. Así es como fue que esta imagen llegó a tierras alavesas. Tras salvarse de los incendios y guerras varias acabaría en la ermita de Abechuco, y en su traslado también se cuenta una leyenda donde la tormenta que arreciaba aquel día no afectó a quienes a lomos de una burra portaban el Cristo hasta su nuevo destino.

El Vía Crucis.

El Via Crucis es relativamente reciente, se inauguró en 1949. Tiene su primera estación a la altura del cruce con la vieja carretera a Murguía y y discurre por la cuesta de la carretera rural hastga terminar en la loma donde se encuentra la ermita, cerca de lo que durante décadas estaba el acceso al C.I.R. de Araka Nº 11, el acuartelamiento militar.

Cruz Via Crucis Abetxuko

Tiene 16 cruces de piedra de sillería (las 14 estaciones más dos adicionales en la XIIª estación que recuerdan las cruces de los dos ladrones) que costó, cada una, unas 800 pesetas. En la base y de frente pone el motivo religioso de las diversas estaciones y, a su derecha, el que pagó la cruz. Fueron construidas por el industrial vitoriano Marcelino Vitoria. Sobre el número romano de la estación hay incrustada una crucecita de madera. Dicen que eran necesarias para ganar las indulgencias. Colaboraron en su pago diversas instituciones y particulares.

Hoy estas cruces están pendientes de una posible reubicación debido a que los terrenos en los que se instalaron han sido destinados a la construcción de viviendas. Responsables eclesiásticos y civiles trabajan en una solución que permita una digna recolocación de las cruces de manera que las viviendas no se vean afectadas y la devoción popular tampoco.

La Ermita del Santo Cristo.

El edificio original se remonta al siglo XIII que posteriormente ha ido incorporando espacios y arreglos hasta imagen que hoy tenemos. En los últimos años las mejoras han afectado a la calefacción del templo que mantiene su culto durante todo el año.

Entre los siglos XIV y XV se construye la capilla lateral izquierda, cubierta por una bóveda de cañón apuntada apeada en dos arcos fajones. Posterior sería la capilla lateral derecha (siglo XVI), con bóveda estrellada; la torre (aunque debió de existir una torre anterior medieval); y la capilla al lado izquierdo de la nave. En los esquinales de la espadaña y en la esquina sudoeste de la capilla lateral derecha aparecen reutilizados varios modillones y un capitel de la iglesia del siglo XIII.

Via Crucis Abetxuko inicio

Non solum sed etiam

Ha sido todo un orgullo participar en este Via Crucis cargado de tradición y devoción. Hacía muchos años que no me encontraba frente a ese Cristo crucificado. No me extraña que el emperador Carlos V lo tuviese como un tesoro en su despacho y le concediese la primera mirada de la mañana;  no me extraña que su secretario Juan Alonso de Gámiz lo recibiese con devoción y le diese un digno destino; no me extraña que tras las guerras y desamortizaciones las gentes del pueblo optasen por buscar un digno reposo a este Cristo; no me extraña que 70 años después de su inauguración se mantenga la devoción popular que si bien en esta ocasión rondaba el medio centenar de personas ha llegado a conocer el millar de fieles. Me alegro haber sido participe de una iniciativa que ha permitido acercar la realidad de tantos cristianos perseguidos en este siglo XXI y poder rezar por ellos y reconocer su testimonio de fe en público.

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