Lección de teología a propósito del cura de Catadau Josep Miquel Bausset: "La Iglesia que coqueteará tan poco con la izquierda como con la derecha"

Iglesia de San Pedro Apóstol de Catadau
Iglesia de San Pedro Apóstol de Catadau

El joven Ratzinger decía, anticipándose al momento presente, en su libro "Fe y futuro", que esta Iglesia "conocerá formas ministeriales nuevas y ordenará sacerdotes, a cristianos probados que continúen la profesión"

El papa emérito soñaba con una Iglesia en la cual "se habrán de suprimir tanto la cerrada parcialidad sectaria, como la obstinación jactanciosa"

He recordado estas palabras del joven Ratzinger, por las polémicas declaraciones del cura párroco de la villa valenciana de Catadau, donde tengo buenos amigos, sobre el nuevo gobierno de España

Desgraciadamente, la Iglesia, y todavía más la valenciana, tiene una extraordinaria simpatía por la derecha, que no sabe disimular

Como decía el joven teólogo Ratziger, la Iglesia "no es un club cerrado" y por eso ningún partido político tiene la exclusiva sobre ella. Ni tampoco la Iglesia puede casarse con un partido

Estas palabras del teólogo Joseph Ratzinger (el futuro papa Benedicto XVI), son de su libro “Fe y futuro” (páginas 76-77), una obra publicada en 1973, donde el joven Ratzinger hablaba, anticipándose al momento presente, de una “Iglesia que habrá perdido mucho”. En este libro, Ratzinger decía también que esta Iglesia “conocerá formas ministeriales nuevas y ordenará sacerdotes, a cristianos probados que continúen la profesión”, es decir, hombres casados que serán ordenados, a pesar de reciente controversia promovida por el cardenal Sarah.

Pero sobre todo, Ratzinger apostaba por una Iglesia que a diferencia del nacionalcatolicismo, “no reclamará el mandato político y que coqueteará tan poco con la izquierda como con la derecha”. Ratzinger también soñaba con una Iglesia en la cual “se habrán de suprimir tanto la cerrada parcialidad sectaria, como la obstinación jactanciosa”.

He recordado estas palabras del joven Ratzinger, por las polémicas declaraciones del cura párroco de la villa valenciana de Catadau, donde tengo buenos amigos, sobre el nuevo gobierno de España. El cura de Catadau, Luis Hernado Ramírez Calderón, según los medios de comunicación (Levante, 14 de enero de 2020), dijo que “es una gran desgracia que lleguen al poder hombres comunistas y anarquistas. Pero es aún mayor desgracia que lleguen al poder con los votos de los católicos, ignorantes católicos que le compran al verdugo la cuerda con que han de ahorcarlos”. Por vía whatsapp, el sacerdote de Catadau decía también: “En esta jornada de reflexión, no quiero influir en Voxtro Voxto, solo decirox que Voxteis el que os dicte Voxtra consciencia y lo que creáis que es mejor para Voxsotros”. Posiblemente el cura de Catadau se defenderá arguyendo que este mensaje era una broma. Pero es que hay bromas y bromas.

Seguramente si un sacerdote de Borriana, de Agullent o de la Vila Joiosa hubiesen hecho un whatsapp en unos término semejantes al del cura de Catadau, pero, en vez de Vox, hubiesen jugado con las palabras PSOE, Compromís o Podemos, la jerarquía católica enseguida habría desautorizado al sacerdote responsable de aquel watsapp. Seguro que habría sido llamado al orden.

Pero desgraciadamente, la Iglesia, y todavía más la valenciana, tiene una extraordinaria simpatía por la derecha, que no sabe disimular. Y, seguramente, añorando el nacionalcatolicismo de la España de la dictadura, la Iglesia valenciana sueña con una relación de poder y de maridaje con partidos derechistas, totalmente en oposición al que decía el teólogo Ratzinger el 1973.

El futuro Benedicto XVI, decía también en otro libro suyo (Dios y el mundo. Una conversación con Peter Seewald), publicado el 2005: “Esta conciencia de no ser un club cerrado, sino de estar abiertos a la comunidad en conjunto, siempre ha sido un componente de ninguna manera suprimible en la Iglesia”. Ratzinger apostaba por “formas nuevas de obertura al exterior, modalidades nuevas de participación de aquellos que están fuera de la comunidad de los creyentes”.

Libro de Ratzinger

Las palabras del futuro Benedicto XVI, como también las palabras del papa Francisco, no son nunca de exclusión ni de condena, sino de obertura y de acogida de todos. De los que votan a Vox y también de los que votan al PSOE, Compromís, Podemos, ERC, Junt x Cat, Bildu, Cs o PP. Porque la misión de la Iglesia (y hace falta recordar al cardenal Tarancon) no es un maridaje con un partido, sino acoger a los cristianos, que se pueden encontrar en todos los partidos. Por eso la Iglesia, como nos recordaba el joven Ratzinger, ha de coquetear “tan poco con la izquierda como con la derecha”. Aunque la Iglesia valenciana se encontró tan satisfecha con los gobiernos del PP, a pesar de haberse demostrado que fueron unos gobiernos (y lo ha dicho la justicia) con tres expresidentes de la Generalitat (además de otros altos cargos que incluso han sido encarcelados) que han estado imputados por corrupción. Y además de ser Vox un partido de extremaderecha, como lo ha afirmado recientemente l’Osservatore Romano.

También cabe recordar que hace unos días (Catalunya Religió, 14 de enero de 2020), ante 5000 neopentecostales, Trump afirmó: “Creo que tenemos a Dios de nuestra parte”. Por eso este diario digital afirmaba que hay “un intento” (como hace el párroco de Catadau) “de secuestro del cristianismo por parte de la derecha más radical”. Pero como decía el joven teólogo Ratziger, la Iglesia “no es un club cerrado” y por eso ningún partido político tiene la exclusiva sobre ella. Ni tampoco la Iglesia puede casarse con un partido, como defendió el cardenal Tarancon, quando durante la Transición impidió que la Democracia Cristiana fuese el partido de la Iglesia.

Volver arriba