"Pocos símbolos de respeto entre religiones más visibles y autóctonos que aquel" "Monseñor Zornoza, lamento profundamente que Ganesh no vuelva a la Iglesia de África"

Imagen de Ganesh en la tradicional procesión de Ceuta
Imagen de Ganesh en la tradicional procesión de Ceuta

"Ayúdenos en su condición de obispo a que siga siendo rutinario que un Dios con forma de paquidermo entre en la iglesia principal, o que una barriada musulmana luzca sus mejores galas para que salga una imagen de Cristo"

(CeutaTV).- Conozco a Vijay Kumar desde que eramos niños. A mi nunca me hizo ilusión la idea de ponerme debajo de una trabajadera y levantar a un Cristo o una Virgen, por mucho que yo esté bautizado, comulgado y confirmado. El, de religión y familia hindú, es el costalero más veterano de la Semana Santa de Ceuta. Y a lo mejor a usted, monseñor Zornoza, no le gustaba que "ese dios con cabeza de elefante" como escribió alguno -Ganesh, tan sagrado para mil y pico millones de personas como el Sagrado Corazón de Jesús para otras tantas- entrase en la Iglesia, pero hete aquí que lleva entrando toda la vida. Porque Vijay, que tiene el apego por la Semana Mayor que a mi me falta, lleva veintitantos años colocando una estampa de esa deidad en el interior del paso de la Pollinica. De la misma manera que he visto a Premi Mirchandani  cargando con el Medinaceli durante años. Me duele el alma recordar a Arún Arjandas,  que se nos fue siendo un niño, pero en los 18 años que estuvo con nosotros le dio tiempo a sacar dos o tres pasos. En cada Semana Santa. Podría hablarle, también, de Miguel Angel Chellaram "Nini": uno de esos hermanos sin sangre en común que te pone la vida en el camino, hijo de hindú y cristiana, que lo mismo se metía debajo de la Esperanza que se cuela en cuartos de final del Falla con "Los del Ferry" o te recordaba que estabas invitado a la celebración del Jahnmastami.

Si, señor obispo: mi tierra es asi. Le puedo hablar también del orgullo con el que cientos de vecinos de Príncipe Alfonso se apostan en las calles de ese barrio, casi 100% musulmán y el más populoso de Ceuta, cada sábado santo en el traslado del Medinaceli. A usted lo han llevado alguna vez a la hora justa, pero no se si le habrá dado tiempo a ver como muchas de esas personas vigilan que estén limpias las calles adyacentes porque "hoy sale el Cristo de mi barrio". Ni se imagina usted la de veces que me llamó un amigo hebreo un año de lluvia, un Sábado Santo (sábado y hebreo, ojo) para preguntarme si salía el Cristo. "A este hay que sacarlo como sea", me decía apurado. A mi: que no soy capataz, ni cofrade, ni casi creyente...

No, la convivencia en Ceuta no es armónica ni perfecta. De hecho, ni siquiera se si es convivencia o coexistencia. De vez en cuando, tenemos conatos de radicalismo en más de un lado del tablero. Más veces de las que me gustaría admitir.  Las redes sociales, tristemente, no ayudan a serenar: más bien todo lo contrario. Los mensajes políticos tampoco.  Incluso uno tiene la sensación, entre los exaltados de aquí o allá, de que a los normales apenas nos queda aire para respirar entre tanta tormenta más o menos pasajera. Por eso lamento profundamente que Ganesh no vuelva a la Iglesia de África. Pocos símbolos de unión en la diferencia, de respeto entre religiones, más visibles y autóctonos que aquel, monseñor Zornoza. Ceuta, para lo bueno y lo malo, es peculiar. Ni somos Bagdad, ni somos el Edén soñado. Ayúdenos en su condición de obispo a que, dentro de la excepción a casi todo que es esta ciudad, siga siendo rutinario que un Dios con forma de paquidermo entre en la iglesia principal o que una barriada musulmana luzca sus mejores galas para que salga una imagen de Cristo.

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