Atrévase, señor cardenal

Mañana comienza la Plenaria del episcopado, que durará una semana. Una reunión que tiene cada vez menos repercusión pública. Lo único que suele salir a la opinión públicada es el discurso del presidente, cardenal Rouco, y, a veces, la rueda de prensa posterior del secretario, Martínez Camino. Sobre todo, si suelta alguna de sus "perlas" para titulares. Por eso, me atrevo a sugerirle al arzobispo de Madrid que, por una vez y sin que sirva de precedente, deje de estar "rouco" y aproveche la ocasión para mostrarse cercano al pueblo de Dios que sufre los latigazos cada vez más severos de la crisis y de los recortes.

Un pequeño gesto de que la Iglesia entiende, comparte y se solidariza con los sufrimientos de la gente. Porque, además, es verdad y lo hace a pié de obra de una manera eficaz y amable como ninguna otra organización. Unas palabras de aliento y de esperanza. Y, si se atreve, algo de denuncia profética.

Atrévase, señor cardenal, a decirle a Rajoy y al PP que hay ciertas líneas rojas que no se deben traspasar. Que la crisis no la pueden pagar sobre todo los que no la ocasionaron. Y que, commo acaba de decir el cardenal Maradiaga, no se toque a los pobres.

Y si esas denuncias y esas palabras de consuelo van acompañadas de algún gesto de esos que dan trigo, amén de predicar, la Iglesia ganaría muchos enteros en su debilitada credibilidad social. Por ejemplo, ofrezca usted la decisión de pagar el IBI, con lo que callaría muchas voces, que acusan a la institución eclesial de ser la única que no paga el pato de la crisis ni le afectan los recortes ni se aprieta el cinturón.

Algo, monseñor, algo. Aunque sea poco. No me atrevo a sugerirle, como pedía hace poco nuestro redactor jefe, Jesús Bastante, que aborde los temas que están en la agenda social: El Rey, la Monarquía, la reforma laboral, los recortes, los bebés robados (que amenaza con convertirse para la Iglesia española en algo parecido a la 'plaga de la pederastia' para la norteamericana o la irlandesa), o los homosexuales vapuleados por monseñor Reig, el obispo vecino de Alcalá.

No le pido tanto. Me conformo con menos. Pero diga algo, al menos algo, monseñor. Resalte las entrañas de misericordia de la Iglesia y su capacidad samaritana. De lo contrario, las Plenarias seguirán perdiendo incidencia social y se quedarán relegadas a meras reuniones internas. Sin sintonía social. Sin nada que ofrecer al pueblo de Dios. De usted, y sólo de usted, depende. Porque, en la Plenaria manda la Plenaria. Pero, en su discurso de apertura, manda usted. ¡Faltaría más!

José Manuel Vidal
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