El Papa pide a sus nuevos purpurados “buscar a los descartados como buenos samaritanos" Bergoglio ata su sucesión con nuevos cardenales de frontera

Francisco, hoy, rodeado de cardenales
Francisco, hoy, rodeado de cardenales

"A expensas de lo que decida el Espíritu Santo, la primavera francisquista seguirá floreciendo tras la marcha o la eventual renuncia de su hacedor"

“Con los nuevos cardenales, Francisco asegura su sucesión, porque el pueblo santo de Dios no aceptaría un ‘Papa a contrario’”. Nos lo acaba de decir el cardenal alemán, Walter Kasper, uno de los asesores más fieles de Bergoglio. En números concretos: 67 de 120. La mayoría del colegio cardenalicio es ya bergogliana. A expensas de lo que decida el Espíritu Santo, la primavera francisquista seguirá floreciendo tras la marcha o la eventual renuncia de su hacedor.

Y se nota hasta en el ambiente que se respira en el Vaticano e, incluso, en el majestuoso interior de la Basílica de San Pedro. En varios gestos novedosos. Por ejemplo, el neocardenal español Ayuso entra en el templo flanqueado de dos imanes. O el Zaghareet (grito de las mujeres árabes) que suena amplificado con la potente acústica del primer templo de la cristiandad, cuando aparece revestido con sus capisayos púrpura el neocardenal español Cristobal López, arzobispo de Rabat. O el neocardenal jesuita Michael Czerny, subsecretario del dicasterio de migrantes y refugiados, con su pectoral de madera de una patera.

El flujo de cardenales y de coches oficiales de embajadores es continuo.

De los primeros en llegar,  cuatro cardenales españoles: Osoro, Omella. Blazquez y Sistach. Siempre sonriente y con su sempiterno sentido del humor, el arzobispo de Barcelona saluda al Padre Ángel:

-Tú también vas de cardenal con tu bufanda roja, le dice.

Y el cardenal Osoro, que está a su lado replica: 

-El la lleva siempre.

Huele a día grande. El gracias preceptivo por parte de los nuevos cardenales al Papa sonó en italiano pero con acento andaluz en boca del sevillano monseñor Ayuso, que prometió en nombre de todos los neocardenales lealtad a la Iglesia y al Papa hasta “la efusión de la sangre”, si fuese necesario. Y puso el ejemplo del cardenal Marcelo Spinola, titular de Sevilla allá por el año 1905 y conocido como “el arzobispo mendigo”.

El Papa impone el birrete cardenalicio a un neocardenal
El Papa impone el birrete cardenalicio a un neocardenal

Es decir, todo “cum Petro et sub Petro”, para con el Papa “construir un mundo nuevo de paz y fraternidad”. A lo que el Papa contestó pidiendo a sus nuevos purpurados “compasión, buscar a los descartados como buenos samaritanos y evitar ser funcionarios”. Todo un programa evangélico para servidores de los últimos, que no príncipes de otras épocas.

El colegio cardenalicio sigue siendo un poder eclesiástico e, incluso, temporal, a pesar de haber perdido muchas ínfulas y haber recortado honores y hasta el tamaño de la púrpura. 

Y eso que el Papa no quiere príncipes. Y se lo dice directamente a los nuevos cardenales: “El mayor honor es lavar los pies de los pobres”

Pero el colegio cardenalicio ha sido durante siglos la corte del Romano Pontífice. Queda mucho lastre. Se arrastra mucho polvo acumulado de la historia. Y la burocracia de los Altos funcionarios eclesiásticos se niega a morir. Y resiste con uñas y dientes a las ‘locuras’ De Francisco. 

Saben que Bergoglio, el Papa de la primavera, quiere cambiar también su senado cardenalicio. Pero la Iglesia no cambia a golpes. Y la corte recela los cambios. Y Francisco le busca las vueltas y está cambiando el colegio cardenalicio cambiando las reglas de elección de sus miembros. 

Desde que ha llegado al solio pontificio ha quebrado la regla de oro de la burocracia episcopal: las púrpuras no se asignan ya a las grandes archidiócesis del mundo, sino a las personas, sean altos prelados de las mejores diócesis o simples y desconocidos obispos de pequeñas y pobres diócesis, como el de Rabat, Yakarta, Congo o Guatemala, entre otras periferias.

Le falta dar un paso más, con el que posiblemente nos sorprenda en un futuro próximo: cambiar radicalmente el modelo. ¿Cómo? Sembrando el colegio cardenalicio de testigos

El Papa escucha hoy al neocardenal Ayuso
El Papa escucha hoy al neocardenal Ayuso

Si tienen que seguir existiendo los cardenales, para elegir al Papa, que pierdan todos sus honores y que los elegidos sean los mejores en santidad y ejemplaridad a los ojos del pueblo santo De Dios. Misioneros que se han dejado la piel en los infiernos del mundo. Laicos testigos de la ternura de Dios. Monjas que hayan entregado su vida entera por los demás. En definitiva, aquellos a los que el propio Papa llama “los santos de la puerta de al lado”.

¿Por qué no hacer cardenal al Padre Ángel, a la monja Dolores Aleixandre, a los teólogos Castillo, Pikaza, Gutiérrez, Queiruga o Sobrino? O laicos de consolidado prestigio, como Guzmán Carriquiry o Andrea Riccardi.

Y, si ya quisiese aplicar al colegio cardenalicio lo que suele predicar constantemente, entonces el Papa tendría que buscar sus purpurados entre los últimos, entre los pobres, en el universo de los sin techo, en las comunidades de base, en las parroquias de barrio o en los conventos de clausura. 

Busque, Santidad, modelos concretos de paz, misericordia, ternura, alegría, justicia, amor y alegría.

Abundan entre el pueblo santo y fiel. Y desmontaría, además, las clases en la Iglesia, dedicando los primeros puestos a los más humildes y a los que más se lo merecen. A los que mejor encarnan el Evangelio de la misericordia y la contagian con sus vidas. 

Un sueño que Francisco tiene al alcance de la mano. Que el Espíritu lo ilumine. 

El neocardenal jesuita Michael Czerny
El neocardenal jesuita Michael Czerny

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