Bien por Algora, el obispo social
Monseñor Algora hizo lo que debía: condenar una reforma laboral que atenta contra los débiles, contra la Doctrina social de la Iglesia y, por lo tanto, contra la dignidad de los trabajadores. Así de simple y sencillo. Pero, en medio de una jerarquía tan alineada con las tesis políticas y los favores de la "derecha", la pastoral del prelado manchego es casi revolucionaria.
Y no lo es, como digo, en sus contenidos, pero sí en el gesto. Porque Algora ha sido el único prelado que se ha atrevido a decir alto y claro lo que otros piensan. El único que se ha atrevido a desafiar la línea marcada por el Cardenal, desde Madrid, al prohibir que ni siquiera se leyese en las parroquias madrileñas el comunicado de la HOAC y de la JOC sobre el mismo tema. UN comunicado igual de ecuánime y basado en la DSI como la pastoral del titular de Ciudad Real.
Y es que a Algora le duele lo social. Es de los pocos obispos "sociales" que quedan, junto con el llamado "clan de Aragón", nacido a la sombra de Elías Yanes. Procedente de las Hermandades del Trabajo, siempre estuvo muy cercano a los movimientos especializados de la Iglesia (HOAC y JOC). Y eso se nota. Y por eso no pudo agunantar más y estalló con una pastoral que no sentará nada bien en Madrid ni en Añastro. Fundamentalmente, porque deja en evidencia a la Conferencia episcopal (incapaz de pronunciarse al respecto) y especialmente a su presidente, el cardenal Rouco.
Pero ni siquiera el todopoderoso cardenal de Madrid consiguió imponer su estrategia a toda la Iglesia española. Primero se le rebelaron los movimientos especializados de Acción Católica. Y después, varios obispos que permitieron a sus delegaciones de pastoral obrera salir a la palestra, para denunciar la reforma laboral del PP.
Desde obispos tan conservadores como Asenjo, el arzobispo de Sevilla, a otros más moderados, como el cardenal Sistach, arzobispo de Barcelona.
Y, ahora, Algora le da la puntilla. Y es que no valen estrategias ni prudencias ni silencios cómplices, cuando está en juego el sacrosanto principio de la dignidad de la persona humana. Enhorabuena, a monseñor Algora. Por su valentía personal y por lo que su gesto significa. Tanto ad intra como ad extra.
José Manuel Vidal