Papa: Ni celibato opcional ni sacerdocio femenino

Somos hijos de nuestra historia. Nadie puede renunciar a ella. Ni el Papa. Benedicto XVI quizás no sea ya tan radicalmente conservador como lo era en sus tiempos de cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ha limado sus aristas, ha suavizado las formas, pero sigue manteniendo el mismo fondo. Algunos esperaban dos cosas de él. Como buen conocedor de la Curia, su reforma profunda, esa reforma que tanto necesita. Como buen teólogo, una mayor apertura hacia dos temas no dogmáticos: el celibato opcional y al sacerdocio femenino. Pues, vayan olvidando sus esperanzas.

En la solemne misa crismal, rodeado de más de 1.000 curas y frailes, el Papa no sólo desautorizó al movimiento de los curas austríacos (que piden, entre otras cosas, el celibato opcional y el sacerdocio de la mujer), sino que los tachó de "desobedientes" y de buscar por caminos equivocados la reforma de la Iglesia. Aunque no se atrevió a ir más lejos y a excomulgarlos, como le había aconsejado, recientemente, el cardenal Bradmuller.

Una vez más y para que nadie se llame a engaño, el Papa cierrra las puertas al celibato opcional y al sacerdocio de la mujer. Y si polémica es la negativa a admitir en el altar a hombres casados, más grave es la decisión de prohibirles el acceso a las mujeres. Y con el siguiente argumento: "En la cuestión sobre la ordenación de las mujeres, sobre la que el beato Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto". ¿se puede zanjar así este tema?

Pues, zanjado queda. Está claro que las mujeres tendrán que seguir esperando. Está claro que el escándalo de la marginación de la mujer en la Iglesia tampoco se resolverá en este pontificado. Habrá que esperar al siguiente.

O impulsarlo desde abajo, desde el pueblo de Dios. Porque vox populi, vox Dei. Los curas austríacos muestran el camino. Un camino que puede ser contagioso y, por eso, hasta el propio Papa ha arremetido contra ellos. ¿Acabará el 'anatema' papal con su movimiento o provocará su difusión por todo el mundo?

José Manuel Vidal
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