¿Le tiene miedo el Papa a la Teología de la Liberación?

La pregunta es clara y directa. Pero el Papa, como buen torero dialéctico, la sortea y, tras una buena faena de aliño, se sale por la tanjente. La pregunta es sobre la Teología de la Liberación. Y la respuesta del Papa, a mi juicio, es un tanto timorata, miedosa. Como si tuviese miedo a nombrar la "bicha". Como si la mera mención de la Teología de la Liberación (que desautorizó por dos veces, siendo prefecto de Doctrina de la Fe)le quemase en el recuerdo.

Ésta es la pregunta:

"Usted ha dicho que quiere dirigir su mensaje a toda América Latina en el bicentenario de la independencia. América Latina, a pesar del desarrollo, sigue siendo una región de conflictos sociales, y de fuertes contrastes entre ricos y pobres. A veces parece que la Iglesia Católica no está suficientemente alentada en comprometerse en este campo. Se puede seguir hablando de "teología de la liberación" de una manera positiva, después que ciertos excesos -sobre el marxismo y la violencia- han sido corregidos?"


Y ésta la respuesta completa del Papa:

Por supuesto, la Iglesia siempre debe preguntarse si hace lo suficiente por la justicia social en este gran continente. Este es un asunto de conciencia, que constantemente hay que preguntarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia, que es lo que no puede y no debe hacer? La Iglesia no es un poder político, no es un partido, pero es una realidad moral, un poder moral. [...] Debe ser una realidad moral. Repito una vez más: el primer pensamiento de la Iglesia es la de educar las conciencias y crear así la responsabilidad necesaria. Educar las conciencias individuales y públicas. Tal vez, en América Latina, pero también en otros lugares, hay en muchos católicos, una cierta esquizofrenia entre la moral individual y la moral pública: individualmente, son creyentes católicos, pero en la vida pública siguen otros caminos que no responden a los grandes valores del Evangelio que son necesarios para el establecimiento de una sociedad justa. Es bueno educar para superar esta esquizofrenia, educar no sólo a una moral individual, sino a una moral pública. Y tratar de hacer esto con la doctrina social de la Iglesia, porque, naturalmente esta moral pública debe ser una moral razonable y compartida, compartida también por los no creyentes, una moral de la razón. Por supuesto, a la luz de la fe podemos ver mejor tantas cosas que también la razón puede ver. Y precisamente la fe sirve también para eliminar los falsos intereses y los intereses que oscurecen la razón,
Debemos trabajar para superar esta división social.


Una pregunta medida, respetuosa, razonable, que, a mi juicio, merecía una respuesta más clara, directa y precisa.

¿Por qué no reconocer que la TL, sin los excesos "del marxismo y de la violencia", es una teología no sólo buena, sino necesaria y enraizada en el corazón del Evangelio? ¿Por qué no dar carta de naturaleza a esta Teología de la Liberación renovada y purificada, que tanto necesita América latina y todo el mundo, ante la idolatría creciente de los mercados y la consiguiente esclavitud de cientos de millones de personas humanas? ¿Tan malos recuerdos le trae el tema de la TL al Papa Ratzinger?

Esperaba más, mucho más del Papa-teólogo en este tema de la TL. Me ha defraudado.

José Manuel Vidal
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