Argaya, Uriarte, Munilla tres Obispos Donostiarras

Crítica Constructiva


Argaya, Uriarte, Munilla tres Obispos Donostiarras

Cate


El primero, olvidado de muchos, fue un gran pastor de la diócesis de San Sebastián. El segundo y el tercero están hoy en el protagonismo eclesial. De estos dos hablan muchas maravillas; pero también se hacen comentarios con resentimiento o con recelo. Los ánimos aparecen un tanto enconados, pero casi siempre observamos educación y mesura, sin que la sangre llegue al río. Los humanos somos así, y por fortuna, creo, vamos aprendiendo las normas de convivencia.


En medio de este pequeño conflicto entre jerarquías, pueblo cristiano y críticas casi siempre llenas de madurez, pienso que hemos de fijarnos en lo necesario. Un Obispo y sus sacerdotes y seglares comprometidos de lleno en la causa del Evangelio, han de huir de todo cuanto suponga opción política, siempre y cuando en ella no se quiebren derechos fundamentales humanos y divinos, que debieran denunciar. Tomar parte por uno u otro bando puede ser fatal a la hora de predicar el amor pleno, la concordia, los derechos de Dios, el respeto pleno a opciones humanas legítimas.


En este sentido recuerdo con veneración a Mons. Jacinto Argaya; aquel gran obispo, casi ya olvidado. Vivió momentos duros en la diócesis: los comienzos del terrorismo: lo vimos sufrir, orar, buscar soluciones. Se me grabó en el alma un funeral de una de las víctimas del terrorismo, presidido por él. A todos nos puso el corazón en un puño de emoción por su valentía y amor. Con énfasis moderado pronunció estas palabras: “No matéis a nadie más. Si necesitáis una víctima, aquí me tenéis”. Fue una frase sencilla, humilde, valiente que denotaba el amor a todos, un amor como el de Jesús que ofreció la vida por nosotros.


Pienso que el obispo y el comprometido de veras con su fe habría de ir por esta línea de amor a Dios, entrega amor y justicia hacia sus semejantes. ¡Ved cómo se aman! Y siempre dentro de la concordia quienes han de asumir el diálogo de convivencia. Pero el obispo, a lo suyo: que el nombre de Dios sea conocido y honrado, que la fe y esperanza vayan en aumento, que el amor lo llene todo. Esta es la cuestión principal del compromiso cristiano. En concreto: a Uriarte y Setién se le tildó de que dejaba cuasi marginados a los que se sentían españoles; a Munilla se le tilda de intransigente, demasiado conservador, ultra. Aunque hace caso a los aberzales, le cuesta. Y tanto unos como otros son dignos del todo ante Dios, y son o pueden ser hijos de la Iglesia. Yo me fijo mucho en Argaña. Sí, eran otros tiempos, pero algo tenía que cautivaba.


José María Lorenzo Amelibia
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