La presidenta de Manos Unidas denuncia que "el hambre mata más que la malaria, el sida y la tuberculosis juntas" Clara Pardo: "Es una vergüenza que la gente se muera de hambre, y nosotros estemos tirando la comida"

(Jesús Bastante).- Clara Pardo es, desde hace unos meses, presidenta de Manos Unidas, la ONGD de la Iglesia española, que presenta su campaña Contra el Hambre, bajo el lema "El mundo no necesita más comida, sino más gente comprometida". Y es que, hoy más que nunca, "es posible acabar con el hambre en el mundo".

Todos los años, en febrero, Manos Unidas lanza su campaña contra el hambre. Es una cita que ya se tiene que establecer en el calendario, para todos los creyentes y para todos los que quieren construir un mundo mejor.

Creo que sí. Cuando era pequeña, no conocía Manos Unidas, pero sí sabía qué era el día del ayuno voluntario. Sabía que era un día para concienciarse, para saber lo que significa pasar hambre. Y que eso puede ayudar a los demás.

No solo por dejar de comer, sino que ese hambre que sientes sirva para tomar conciencia de que hay muchos millones de personas en el mundo que no tienen nada que llevarse a la boca todos los días.

Son casi 800 millones de personas. Es mucho.

Es el segundo país más poblado de la tierra, el de los hambrientos.

El hambre mata más que la malaria, el sida y la tuberculosis juntas.

Como decís en el lema, no es una falta de alimentos, o de que el mundo no produzca lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes, sino de injusticia y de mala distribución.

De mala distribución. Hay alimentos en el mundo (Juan Pablo II hablaba de la paradoja de la abundancia) para alimentar a 12.000 millones de personas.

Y somos 7.000 y pico.

Es, por tanto, una vergüenza que haya 800 que pasan hambre. Habiendo alimentos de sobra, es porque hay una mala distribución de esos alimentos.

Eso, que es una vergüenza, también tiene un lado positivo: se puede acabar con el hambre.

Se puede.

No es una quimera de unas mujeres que hace casi 60 años comenzaron a hacer sus campañas.

Esas mujeres tan visionarias, también decían que el único riesgo es la no conciencia de que podemos acabar con ello. Si la hubiera, entre todos podríamos acabar con el hambre.

¿Podemos decir, entonces, que es posible acabar con el hambre en el mundo?

Es posible, pero todos tenemos que poner nuestro granito de arena.

¿Qué podemos hacer?

Lo primero de todo, y en eso nosotros estamos muy involucrados, es sensibilizarnos. Los españoles somos muy solidarios, hay un terremoto o un tifón, y la gente se vuelca durante el tiempo en que aparece en los medios. Pero luego se olvida.

Entonces, hay que concienciarse de que una ayuda económica debe ser permanente. Luego, cambiar nuestra actitud de consumo de alimentos, que sea razonable.

Sabes que se desperdicia un tercio de la comida, entre la producción, el transporte, la manipulación, la apariencia...

Alimentos que son perfectamente válidos.

Perfectamente. Si el plátano está pocho, pues lo trituras y haces una papillla, que no pasa nada. Y los yogures caducados se pueden consumir, yo estoy harta de comerlos. Vamos a la compra sin hacer una lista, y nos juntamos con el doble de lo que podemos consumir antes de que caduque.

Tenemos que ser conscientes de que no debemos desperdiciar comida. Y además, dar ejemplo.

Los alimentos, en España, se desperdician.

En el mundo. No es un dato solo de España, es un dato de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

Y el problema no es solo de consumo. Se desperdicia muchísimo en la propia producción y en el transporte. Todos hemos oído hablar de los camiones de fruta que se tiraban por las guerras de precios.

Lo veíamos cuando no existía la UE, en la frontera con Francia.

Es una vergüenza que la gente se muera de hambre y nosotros tirando la comida.

Nos estamos acostumbrando a esa solidaridad de impulsos. A ver imágenes que nos duelen en el telediario, en internet, pero que después acabas como acostumbrándote...

Creo que sí. Son imágenes importantes que tenemos que ver para saber lo que sucede. Pero es cierto que al final, como vemos tantas de guerra, de los refugiados..., la imagen que vuelve a romper es cuando aparece el niño muerto en la playa. Cuando llevamos viendo refugiados en penosas condiciones mucho tiempo. Pero nos hemos acostumbrado. Desgraciadamente, la conciencia se acostumbra a todo.

Es cierto, hubo una gran movilización cuando se cerraron las fronteras. Pero hoy sigue habiendo gente pasándolo muy mal en estas fronteras.

Las fronteras de Europa. Y además, ha sido un invierno muy frío. Con la ola, ha habido una reacción pidiendo alimentos, ropa de abrigo. Hay muchas personas en los campos de refugiados.

Y parece que ha sido de repente. Pero no es eso, es que nos hemos acostumbrado. Y como ha habido una ola de frío, las noticias nos han contado que los aeropuertos están cerrados, los coches atascados, y además, los refugiados están pasando frío.

Somos muy de impulsos. Es bueno porque somos muy generosos, pero malo porque después se nos olvida. Y además de esta solidaridad de impulso, que como dices tiene su parte buena y su parte mala, hay instituciones como Manos Unidas que lleva casi 60 años trabajando con proyectos sostenidos en el tiempo, en los cinco continentes.

He tenido la suerte de visitar algunos en los últimos años y compruebas, primero, que el dinero llega, segundo, lo que se está haciendo y tercero, que no es "el hombre blanco que viene ayudar al negrito", sino que en estos proyectos es fundamental que sean las personas del entorno sus responsables, ya que son los que conocen lo está pasando y lo que necesitan.

Bueno, es que nosotros no ejecutamos proyectos directamente. Son siempre las contrapartes del sur las que te los ejecutan. Ellos nos los demandan, con lo cual además sabes que es una necesidad real. Porque tú no puedes llegar a un país y decidir lo que hace falta.

No puedes, por ejemplo, llegar a un lugar y decir, "aquí hace falta una escuela". Puede que si no hay una escuela ahí, es porque no debe estar. Normalmente ellos allí dicen: "tengo una escuela de dos aulas y está sobrepasada. O, se ha caído el techo, necesito una escuela más o ampliar dos aulas más".

Ellos nos la piden, y nosotros solo los ayudamos financieramente. Pero son ellos los que lo llevan cabo. Los que ponen de su parte. Aparte de algo económico, los padres de algunos, muchas veces ponen su propio trabajo. Aportan su pequeño granito.

Además, tienen que saber qué cuesta. Que a nosotros nos cuesta. Y cuando viajamos, les intentamos trasmitir que a nuestros donantes les supone un esfuerzo también. Que renuncian a cosas para dar el dinero a gente que lo necesita más.

Y ese dinero llega. Yo he estado en muchos proyectos, he viajado para ver los resultados y es una maravilla ver cómo llega el dinero y cómo cambia la vida de la gente. Comprobar que esa pequeña contribución ha cambiado un pueblo. Tener un pozo en un pueblo, les ha cambiado la vida. No ha solucionado todos los problemas de ese país, pero de ese pueblo, a lo mejor, sí. Es una maravilla.

Ahora eres presidenta de Manos Unidas, pero como dices, vienes de proyectos. De haber tocado, haber visto. De haber palpado la realidad sufriente en todo el mundo. ¿Cómo definirías ese trabajo de Manos Unidas por todo el mundo, tú que lo has visto sobre el terreno?

Estoy muy orgullosa. Me parece un trabajo maravilloso. No somos conscientes de lo mucho que podemos ayudar con un poco. De lo que cambia la vida a la gente.

Yo he visitado pueblos en los que había unos niños que asistían a unas clases de educación no formal y a otros que no, y había una gran diferencia. O que enseñar a las mujeres a leer y los derechos que tienen, cambia la vida no solo de ellas, sino que al final ellas son capaces de llegar a los órganos políticos, a nivel de pequeña comunidad. Son capaces, con esa formación, de acceder a ayudas que muchas veces hay pero que ellas no saben que existe. O que se quedan en el camino por la corrupción. Todo eso les cambia la vida.

Es gratificante. Yo, claramente, recibo mucho mucho más de lo que doy.

Percibir cómo se puede trasformar la realidad, eso tiene que ser fantástico.

Y además llegas allí y no imaginas cómo te reciben. A veces a mí me da un poco de vergüenza. Como en "Bienvenido Mr. Marshall". Porque no soy yo la que ha hecho eso, no somos nosotros. Son todos nuestros donantes. Toda la gente trabajando. Pero al final, tú también sientes gratitud al comprobar que les ha cambiado la vida. Para mí es maravilloso.

Manos Unidas colabora en centenares de proyectos.

Sí, 600 proyectos al año, más o menos. En América, África y Asia. En África es donde más trabajamos en este momento porque es donde más necesidad hay. Pero vamos, que apoyamos también en nuestros continentes.

Ayudáis independientemente de la filiación política, religiosa...

Por supuesto.

Pero sois una ONG católica.

Somos la ONG de la Iglesia Católica de España para el desarrollo.

¿Qué rasgo distintivo tiene la fe para el trabajo que se realiza? Porque hay mucha gente que sin esa motivación de fe también trabaja haciendo proyectos solidarios. Que también ayuda a construir este mundo nuevo en el que todos estamos llamados. Pero, ¿qué aporta la fe, que da la fe a quien trabaja en este sector?

Yo creo mucho en la parábola de los talentos, por ejemplo. Quizá es algo que hemos vivido. "Yo he recibido, pues voy a dar algo".

Hay mucha gente que no es católica o no es creyente y que por supuesto son igual de generosos. Aquí no hay distinciones.

Pero, quizá haberlo oído siempre, tener esas ganas y esa convicción de fe de que tú estás devolviendo al mundo algo que te han dado... A mí me aporta mucho esa visión religiosa.

Y como dices, nosotros no discriminamos nunca. De hecho, quizá nuestros beneficiaros católicos no sean muchos porque en la India no hay casi, y tenemos muchos proyectos. Pero sí muchas veces, nos apoyamos en órdenes religiosas, o en las congregaciones y en las diócesis porque ellos, los católicos, están donde no llega nadie. Y cuando ha habido una persecución, ahí siguen.

Por ejemplo, mi primer viaje fue a Sierra Leona. Acababa de salir de la guerra y los que seguían allí eran los sacerdotes españoles, a los que ayudamos.

Ellos, ven el ejemplo que dan los católicos. Que no tienen miedo, que no buscan nada, aparte de dar. Es un ejemplo evangelizador impresionante.

La nueva generación de la que habla el papa Francisco, que no es única y exclusivamente ese proselitismo, sino convencimiento de vida.

Sí.

Este día 9 de febrero se presenta a los medios la Campaña Contra el Hambre.

El 9 es el lanzamiento de campaña. El 10, día de ayuno voluntario. Y el 12, es la colecta en todas las iglesias de España.

¿Qué le dirías a quien nos esté viendo o leyendo para que colaboren, no solo ese día, pero específicamente en esta campaña?

Que recuerden el viernes, ese día de ayuno de voluntario, no tomar postre, por ejemplo. No solo que hagan el esfuerzo económico, sino el de pasar un poco de hambre. Y que piensen que hay 800 millones de personas en el mundo que pasan ese hambre todo el día. Que sufren porque no le pueden dar a sus hijos esa comida. Y que hagan un esfuerzo económico también, para colaborar. Que esa pequeña "gusa" que van a pasar ese día de ayuno les sirva para entender, solidarizarse y colaborar, para reducir un poquito esas cifras de hambre que tenemos en el mundo. Que en vez de 800 millones, sean 799.

Es una cifra brutal que siempre está rondado y que pensábamos que en el s XXI se iba a reducir mucho. Sin embargo, esa cifra es machacona.

La cifra, porcentualmente, se ha reducido.

También se ha reducido el número de personas.

Sí, pero además, afortunadamente se ha reducido. Aunque sigue siendo una cifra imposible de tolerar en un mundo como el de hoy, globalizado, y en el que la información llega.

No puede ser que de repente haya una hambruna por una sequía en el cuerno de África y no seamos capaces de llevar cosas allí. También, a veces, es muy difícil manejar esas ayudas de emergencia.

No es solo la solidaridad directa. También tienes que tener en cuenta los condicionantes políticos, económicos...

Sí. Y que se distribuya bien, que no se quede por allí perdido...

Hay mafias que aprovechan el caldo de cultivo de esas catástrofes.

Supongo. Pero nosotros no mandamos en abstracto. Nosotros mandamos cuando alguien nos pide, concretamente, que necesita "tanto" para repartir en unos campamentos de comida. Sabemos que eso va a llegar. Nosotros mandamos el dinero donde sabemos que ellos compran ese arroz o lo que sea, que luego nos justifican. Porque pedimos cuentas y visitamos los proyectos, para ver que se hacen tal y como nos han dicho que se harían. Para ver que tienen el impacto esperado. Hacemos un seguimiento concienzudo. Estamos antes de hacer un proyecto y visitamos después.

Yo me siento muy tranquila porque, como los he visitado muchas veces, sé que el dinero llega donde tiene que llegar.

La Iglesia Católica a la que representáis está orgullosa del trabajo de Manos Unidas.

Yo creo que sí. Tuvimos la suerte de tener aquí, antes de ayer, al cardenal Osoro. Fue una visita maravillosa en la que él nos agradeció ese trabajo que hacemos. Además, yo creo que todos aquí lo vivimos con ilusión. Con la ilusión de poner nuestra pequeña ayuda.

Esta ilusión de poder cambiar el mundo, que se nota cuando entrevistas a alguien que está feliz con lo que hace. El día 10 es el día de Ayuno Voluntario. El 12, la colecta en todas la parroquias. Pero también se puede donar durante todo el año en la sede de Manos Unidas que hay en todas las diócesis.

Sí. Estamos en todas la diócesis, con 71 delegaciones. Tenemos una web en la que se puede donar. También se puede donar online, mediante sms solidarios, y hacerse socio por supuesto. Hay muchas maneras de ayudar. Yo creo que es muy importante.

Y apuntar que el mensaje no es solo para nosotros. Es también para los jóvenes. Que sean capaces de comprender que ellos también pueden colaborar, muchos: con una copa menos que se tomen, no se dan cuenta de todo lo que pueden ayudar.

La palabra es "comprometerse". Gente comprometida. El "com-" es un prefijo que ayuda mucho, está en comunión, en comunicación, en compromiso. Es unirse.

Es "unirse con", como las Manos Unidas: que abrazan al mundo y son una negra y otra blanca, sin distinción. Todos abrazando al mundo, juntos. Pienso que es un logotipo precioso.

"El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida".

Muchas gracias, Clara Pardo, por acogernos en vuestra en vuestra casa, y por la labor que hacéis. Que la campaña sea un exitazo. Que pueda revertir en un montón de proyectos más, de ese mundo nuevo que se abraza con manos de distintos colores.

Muchas gracias a vosotros.


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