Se trata de un encuentro que se celebra cada cuatro años aprovechando el viaje a Europa de todos los presidentes y secretarios de las Cáritas Nacionales de América Latina y el Caribe con motivo de su asistencia a la Asamblea General de Cáritas Internationalis que tiene lugar en Roma.
140 directivos procedentes de 22 Cáritas nacionales latinoamericanas y de 35 Cáritas Diocesanas y Autonómicas españolas, celebran estas jornadas cuatrienales en la capital española convocadas bajo el lema “El Ejercicio de la Caridad y la Cultura del Encuentro”.
“El objetivo de este Congreso -señaló Vicente Martín- es responder a la llamada del Papa a crear cultura del encuentro, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, ya que para nuestra organización, trabajar por la cultura del encuentro es colaborar en el Reino de Dios y acoger la invitación universal a la santidad por la vía de la caridad".
Caridad: núcleo de la misión de la Iglesia
La sesión inaugural de este evento contó con las intervenciones del presidente de Cáritas Española, Manuel Bretón Romero; monseñor José Luis Azuaje, presidente de Cáritas América Latina y el Caribe; monseñor Atilano Rodríguez, presidente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española; y monseñor Jesús Fernández, obispo responsable de Cáritas en la CEPS.
Todos los interlocutores coincidieron a la hora de destacar "la importancia de ser testimonio de acogida para las personas empobrecidas", junto a la necesidad "de que la caridad esté en el núcleo de la misión de la Iglesia".
El encuentro nace del Evangelio
La ponencia marco de las jornadas fue presentada por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, quien reflexionó sobre el tema que pone lema al Congreso: “Cultura del encuentro y ejercicio de la Caridad”.
“Quien arriesgue la vida por construir la cultura del encuentro… ése es el testigo del encuentro con Dios”, subrayó el cardenal invitando a seguir trabajando en la misión de Cáritas, ya que - según señaló el purpurado- “la cultura del encuentro nace del Evangelio”.
Con relación al drama de la movilidad humana, íntimamente ligado a una cultura del encuentro fraterno basado en la acogida al otro, el arzobispo madrileño reivindicó “el derecho que tienen los hombres a pasearse por la tierra para contemplar las maravillas de la creación de Dios y más aún si lo hacen por necesidad”.
