Iglesia de Yucatán critica "torneos de lazo" donde se sacrifican animales Espectáculos sangrientos denigrantes de la creación

Espectáculos sangrientos denigrantes de la creación
Espectáculos sangrientos denigrantes de la creación

Magisterio pontificio condena maltrato de la creación de forma bárbara. Faenas y corridas de toros fueron prohibidas por Pío V, Benedicto XV y los Concilios Provinciales Mexicanos.

En honor a la Virgen de la Asunción… Esas fueron las peculiares faenas de toros en plazas de Yucatán que causaron indignación cuando, a través de las redes sociales, se difundieron sangrientas escenas de caballos escapando con las entrañas de fuera después de la embestida de un toro de lidia. La noble cabalgadura es “daño colateral” de los llamados torneos del lazo donde vaqueros realizan diversas suertes usando jamelgos como escudos para dominar a la bestia con ganancias en efectivo

Recientemente la Agencia Católica de Noticias dio cuenta de la indignación de la Iglesia de la arquidiócesis de Yucatán por estos torneos que generan lucrativas ganancias garantizando el sangriento espectáculo por el sufrimiento de un animal sacrificado para la complacencia del respetable en lidias en honor al santo patrono parroquial. La bendición tendría otros efectos, cuidar a los vaqueros de la furia del toro, multiplicar las ganancias de los empresarios y fortalecer las arcas municipales con alguna limosna a la parroquia.

La dedicación de la Iglesia para hacer conciencia del cuidado de la creación donde se realiza el misterio de la Providencia y el don de la redención es de las preocupaciones constantes del Papa Francisco quien ha dedicado el 1 de septiembre de cada año a la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. La Encíclica Laudato Si´,citando a san Juan Pablo II, afirma que “la destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad” (Laudato Si´ No. 5).

Sin embargo, el magisterio eclesiástico en torno a las lidias de toros, ha tenido peculiar condena que pocos conocen. Benedicto XVI, reconocido como el Papa Verde, en ocasión de la Jornada Mundial de la Paz de 2010, exhortó a tomar conciencia de una ecología humana responsable del cuidado de la naturaleza. El lema de esa Jornada, Si quieres promover la paz, protege la creación, enfatizó el respeto por toda la creación advirtiendo al ser humano de su responsabilidad y relación con todas las creaturas y los peligros causados por el descuido, e incluso por el abuso de los bienes naturales que Dios nos ha dado. Por este motivo, es indispensable que la humanidad renueve y refuerce esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos, decía en esa Jornada.

En 1990, Juan Pablo II señaló la amenaza a la paz por las agresiones a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro progresivo de la calidad de la vida. Esta situación provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo, acaparamiento y prevaricación”. Señalando la devastación, el uso y manejo inmoral de los bienes naturales y de las creaturas, Juan Pablo II no vaciló en decir que todo desorden introducido a la naturaleza es contradictorio con la integridad de la naturaleza, “Si el hombre no está en paz con Dios la tierra misma tampoco está en paz: «Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella habita, con las bestias del campo y las aves del cielo: y hasta los peces del mar desaparecen» (Os 4,3).

Juan Pablo II. Tierra en duelo.
Juan Pablo II. Tierra en duelo.

La enseñanza de los Pontífices hace meditar sobre esta relación de la naturaleza y la devastación de la creación por diversión, entretenimiento, esparcimiento y ganancias. La fiesta de los toros y las lidias sangrientas de Yucatán donde se pone en riesgo la vida de jinetes y animales para complacencia del pueblo en honor a sus santos y beneficio de empresarios, ocasiona choques entre aquellos que las defienden por ser parte de la idiosincrasia y generadora de beneficios económicos.

En 1567, san Pío V (1504-1572) reprobó cualquier espectáculo del maltrato a los animales por ser abominable y contrario a la piedad cristiana. La Bula De Salute Gregis condenó la agitatio taurorumen España, Italia, Francia, Portugal y sus posesiones ultramarinas. Esta Bula, ampliamente conocida por quienes pugnan por la abolición de las faenas, ha sido una especie de bandera que demuestra la doctrina perenne de los pontífices de la Iglesia rechazando estos espectáculos bajo pena de excomunión.

Pío V. Agitatio taurorum.
Pío V. Agitatio taurorum.

En la Nueva España, el primer concilio provincial mexicano (1555) aprobó un decreto sobre la vida y honestidad de los clérigos que prohibió la asistencia a las lidias por ser contrario a la buena fama de los ministros. En 1585, el tercer concilio mexicano, reunido para poner en práctica las disposiciones conciliares de Trento, adoptó las instrucciones papales contra las corridas de toros vedando a los clérigos su participación por ser contrarios a la moral, atentar contra la honestidad de los consagrados y poner en peligro la vida de todos los que ahí intervienen; a pesar de lo anterior, en la Nueva España y la metrópoli, las corridas estaban arraigadísimas ignorando, en muchas ocasiones, los mandatos papales y tolerando las faenas en las festividades patronales.

Durante el papado de Benedicto XV (1914-1922), se reprobó la lidia según se observa en unas cartas publicadas en L’Osservatore Romano en 1922. Datan de 1920 y contienen las manifestaciones del Secretario de Estado de Benedicto XV y de Pío XI, cardenal Pietro Gasparri (1852-1934), contra la tauromaquia, condenando las corridas como actos sangrientos y vergonzosos, contrarios a los principios de los santos libros.

Cardenal Gasparri. Condena.
Cardenal Gasparri. Condena.

La sociedad critica duramente las faenas cuestionando su moralidad y licitud. Paradójicamente, mientras se debaten otros aspectos en torno a la vida humana, los activistas apelan a la conciencia social para impulsar avances legislativos que dejen a las plazas como recintos memoriales de una fiesta vetusta y bárbara de reminiscencias paganas sin cabida en este tiempo. Esto recuerda el enfrentamiento del cristianismo contra las prácticas idolátricas del mundo grecolatino sobre las peleas de bestias dedicadas a las divinidades del Pantheon y, de paso, para entretenimiento de la plebe y los patricios. La implantación de la nueva religión con el edicto de tolerancia del emperador Constantino, puso punto final a las costumbres tauriles ofrecidas a los dioses vencidos por el Dios del crucificado, cosa que se prolongó durante la era de los Padres de la Iglesia quienes afirmaron que no era sólo el dominio de la creación lo que estaba en tela de juicio, sino la exposición irracional de la vida de las personas por enfrentarse a las bestias embravecidas y provocadas para deleite de propios y extraños.

Cuando los padres de la Iglesia y los pontífices hablan del carácter bárbaro de las faenas atentando contra la creación, lo hacen en consonancia con la ley divina y las Escrituras sobre el bien y respeto que el ser humano debe reconocer en sí mismo y el cosmos. La ley de Dios es clara al respecto: No matarás, pero no se trata de aplicarlo a la vida de un toro; es, sin lugar a dudas, la relativización de la creación y la existencia haciendo secundario el carácter sagrado de la vida humana anulado en la faena para exaltar la fiereza de la bestia y la supuesta destreza del jinete para complacer a conocedores y villamelones ansiosos de la sangre del astado, de caballos destripados o ver volar por los aires al matador o jinetes a merced del toro de media tonelada.

La creación es un don de Dios. El todopoderoso la entregó a los seres humanos para hacer uso racional de ella y en orden a su subsistencia (Gn 2,15). Cualquier forma de devastación del medio ambiente pone en riesgo la seguridad de las personas. A los ojos de Dios, quienes causan la ruina de la Tierra, tejen su propia destrucción (Ap. 11, 18). Estos festivales de sangre son buen negocio; la tapadera para su defensa pende de argumentos difíciles de sostener, moralmente inadmisibles y obsoletos.

Estas lidias exhiben la voracidad que mercantiliza a los seres vivos y cosifica a los seres humanos, canalizando la pasión de una afición complaciente de empresarios que dejarían de ganar millones al decretar la abolición de las faenas; por lo pronto, es reprobable por ser un espectáculo irracional al enriquecer a pocos y enajenar a muchos porque, como afirmó el Papa Benedicto XVI en el mensaje para la celebración de la XLIII Jornada Mundial de la Paz, la revelación bíblica nos ha hecho comprender que la naturaleza es un don del creador, el cual ha escrito en ella su orden intrínseco para que el hombre pueda descubrir en él las orientaciones necesarias para cultivarla y guardarla… Todo lo que existe pertenece a Dios, que lo ha confiado a los hombres, pero no para que dispongan arbitrariamente de ello…

Benedicto XVI. Papa verde.
Benedicto XVI. Papa verde.

Un público enajenado con este espectáculo de sangre tiene responsables, laicos o religiosos, políticos o empresarios, al propiciar la arbitrariedad que atenta contra las creaturas y relativiza la vida y existencia de los seres humanos, especialmente en tiempos donde se hace apología del delito, maltrato y de la violencia como sucede en esos festivales que ya se repudian en la Iglesia de Yucatán.

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