Madurez y equilibrio




*Escalada de violencia contra religiosos

L´Osservatore Romano / El cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de México, ha anunciado que una serie de reformas en materia de formación sacerdotal pronto serán tomadas en la Iglesia en México. Lo anunció, en los días pasados, durante una misa celebrada en la catedral de Ciudad de México, en presencia de ocho obispos auxiliares, con ocasión de la renovación de las promesas sacerdotales.

El purpurado, en particular, hizo referencia a las «situaciones dolorosas como la pedofilia» que han visto la implicación de algunos sacerdotes. Dirigiéndose a los obispos y a los sacerdotes presentes, el cardenal preguntó: «¿quién decide hoy hacerse sacerdote?». La pregunta del purpurado es un estímulo dirigido a quienes, sintiéndose llamados al sacerdocio, proceden de experiencias de vida traumáticas. En este contexto, con el necesario equilibrio y evitando ciertamente toda estigmatización, el aspirante a sacerdote debe ser necesariamente ayudado para verificar la propia madurez afectiva. «¿Cuál es la experiencia que marca nuestra vida? Si hay vocación —subrayó el arzobispo de México— es necesario llevar las heridas y para esto está Jesús que las sana, pero es necesario saber regular la ordenación sacerdotal para que estas heridas sanen y poder ser así hombres con madurez afectiva» que puedan proteger de fenómenos dolorosos como el de la pedofilia. Por esto, «debemos repensar en cómo acompañar los procesos de crecimiento y de madurez en la persona» haciendo un seguimiento de los mismos con atención.

El arzobispo de México también recordó las problemáticas unidas a los jóvenes y a los peligros a los que se enfrentan religiosas y sacerdotes. México, con una población de 121 millones de habitantes, es el segundo estado más poblado de América Latina después de Brasil, y cerca de la mitad de los mexicanos tiene menos de veinte años. Entre los mayores problemas que afligen a los niños y los jóvenes figuran la evasión escolar, el trabajo infantil, el fenómeno de los niños en la calle, el consumo de droga desde pronta edad, la violencia y el narcotráfico, que capta jóvenes para las actividades criminales. Y es precisamente la criminalidad lo que en los últimos tiempos ha puesto en el punto de mira a los religiosos.

Cualquier voz de justicia o de tutela de la vida de la comunidad local se convierte en adversario de la criminalidad organizada, que quiere mandar sobre todos y sobre todo: de aquí el aumento de los homicidios y la escalada de violencia contra los religiosos.
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