Sucede al cardenal Carlos Aguiar Retes Mons. José Antonio Fernández Hurtado toma posesión de arquidiócesis de Tlalnepantla

"El último obispo mexicano" nombrado por san Juan Pablo II. 

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 Hoy lunes 18 de marzo, el IV arzobispo de Tlalnepantla, Mons. José Antonio Fernández Hurtado toma posesión de la cátedra para suceder el cardenal Carlos Aguiar Retes. La arquidiócesis estaba vacante desde diciembre de 2017 y en enero, el Papa Francisco designó a Mons. Fernández Hurtado.

El nuevo arzobispo nació en Morelia en 1952 y se formó en el seminario de Montezuma; él mismo habría optado por ser sacerdote en una región necesitada del país escogiendo el seminario de Tula para terminar su formación sacerdotal y ser parte del clero de esa diócesis al ser ordenado en 1978 por la imposición de manos del primero obispo de Tula, Mons. Jesús Sahagún de la Parra, a la fecha obispo emérito de Ciudad Lázaro Cárdenas y quien es uno de los prelados más longevos de México al tener 97 años (1922).

Fernández Hurtado desempeñó cargos en la formación sacerdotal de Tula, en las pastorales juvenil y vocacional. Esto le impulsó a profundizar en los estudios de especialización que consumó en la Pontificia Universidad Salesiana.

Juan Pablo II lo designó como II obispo de Tuxtepec, Oaxaca, en 2005 hasta 2014 cuando Francisco lo nombra IX arzobispo de Durango. La organización pastoral de ese territorio diocesano se encaminó hacia la celebración de los 400 años de erección canónica de ese Iglesia del norte de México. En enero es llamado a ocupar la sede de la arquidiócesis de Tlalnepantla para suceder al actual arzobispo primado de México.

En un video de la comunicación social de la arquidiócesis de Tlalnepantla, Mons. Fernández Hurtado se considera “una persona alegre, que le gusta convivir con la gente y llevar a Cristo a los demás”. Deportista apasionado del fútbol, considera que el mérito principal del ministerio episcopal es el servicio a los demás.

La vocación, afirma, nace en familia. Desde muy pequeño ingresó al seminario menor para realizar los estudios de humanidades en Tula, invitado a estudiar en una “zona necesitada” corazón del valle del Mezquital del Estado de Hidalgo. Marcado por la experiencia de la formación teológica en comunidad parroquial, el nuevo arzobispo comprende la trascendencia de este proceso formativo para llevar el Evangelio a los demás.

Se considera el “último obispo mexicano” nombrado por san Juan Pablo II (febrero 2005). Tuxtepec queda en el recuerdo de Fernández Hurtado por ser una diócesis misionera donde pudo andar a caballo o lancha, subir a la montaña y evangelizar; en contraste, Durango ocupó su atención por ser muy extensa en territorio.

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Fernández Hurtado llega a “continuar los trabajos” de una arquidiócesis metropolitana con siete sufragáneas en el Valle de México. En esta visión, el nuevo pastor estima que su llegada tiene por principio el de mostrar una “actitud cercana a los sacerdotes, religiosas y laicos” además del deseo de trabajar con adolescentes y jóvenes por ser la gran riqueza de la Iglesia. En lugar de ruptura, Mons. Fernández apuesta por la continuidad de la pastoral en Tlalnepantla. En anuncio del Evangelio en este cambio de época requiere de “diagnóstico adecuados para responder a lo que la gente está viviendo… Hay un camino muy andado, pero yo vengo a impulsar y a poner mi sello y personalidad a este proyecto del Señor”.

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