Papa Francisco, palabras y gestos




Mons. Nicola Girasoli, nuncio apostólico en Perú / El ComercioPodemos sintetizar todo el magisterio de nuestro Papa en una palabra: Francisco. En dos mil años de historia de la Iglesia por primera vez un Papa eligió llamarse Francisco, inspirándose en San Francisco de Asís con cercanía a los pobres, amor a la naturaleza y a la Madre Tierra (“Laudato si” en el Cántico de las Criaturas), la simplicidad de la vida y la salida de las ciudades para evangelizar y conquistar nuevas almas.

Desde el primer día de su elección al pontificado, el papa Francisco se presenta al mundo con palabras que siempre se expresan con gestos concretos. Decide no vivir en el Palacio Apostólico, eligiendo una casa de huéspedes en la Ciudad del Vaticano (Casa Santa Marta), usa automóviles muy sencillos y tiene una evidente cercanía al pueblo de Dios. El Papa vive en actitud de servicio y camina con la gente, cuidando la fragilidad del pueblo de Dios.

Muchas veces el papa Francisco repite una frase también querida por San Juan Pablo II: “Lo que necesita este siglo no son maestros sino testigos”. Y son los gestos y las actitudes coherentes con los que predica los que dan autoridad a la Iglesia.

Asimismo, al dirigirse a los altos dignatarios de la Iglesia (cardenales, obispos, funcionarios de la curia romana), el papa Francisco siempre pone en evidencia y con claridad las llagas que están presentes en ella y, lamentablemente, también en las actitudes de muchas de sus autoridades y fieles (Cf. Discurso a la curia romana del 21 de diciembre del 2017). A través de sus palabras y gestos, el papa Francisco nos invita a todos a reflexionar, a meditar y –ojalá– a cambiar de estilo de vida.

El papa Francisco propone una Iglesia en salida misionera hacia las periferias de las ciudades y del mundo. Sabemos por la historia que son las periferias las que cambian el centro. Así, desde que era arzobispo de Buenos Aires, el papa Francisco decía que el mejor obispo que tuvo América Latina fue Santo Toribio de Mogrovejo, que fue 22 años y medio arzobispo de Lima, de los cuales 18 años estuvo fuera de Lima, recorriendo toda la diócesis hasta la Capitanía de Chile. Por lo tanto, el papa Francisco invita a los obispos de la Iglesia a seguir el ejemplo de Santo Toribio, que salió hacia las periferias.

Con sus palabras y gestos, el papa Francisco nos invita a ir a lo esencial, viviendo el Evangelio. Debemos ir a lo que cuenta y tiene valor para la vida. Renunciando al cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. “Cambiar no quiere decir romper con todo, porque tampoco Jesús vino a abolir la ley sino a llevarla a su plenitud” (Cf. Mt 5,17). Hay que empezar siendo misericordiosos, y con una Iglesia en la que todos tienen un lugar, una Iglesia en la que nadie se sienta excluido.

El papa Francisco muy frecuentemente dice que tenemos que arriesgarnos, que debemos ensuciarnos las manos para lavar lo que está mal en nuestra vida y en nuestra sociedad y abandonar la actitud de juzgar quiénes van al infierno y quiénes al paraíso, porque eso le pertenece a Dios.
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