DENUNCIO LA TEOLOGÍA

Nadie me puede quitar de la cabeza la idea de que, si tenemos que soportar la vergüenza de los escándalos de abusos sexuales de tantos clérigos, eso no se debe sólo a la fragilidad de la condición humana. Eso, por supuesto, es verdad. Pero el triste espectáculo, al que estamos asistiendo, no se explica sólo porque "somos humanos". Tampoco creo que la cosa se explique por el celibato de los curas. Y, menos aún, por la extravagante explicación que le ha buscado el cardenal Tarsicio Bertone: la homosexualidad.
A mí me parece que el problema de fondo está en la teología que, desde hace bastantes décadas, se viene enseñando en los seminarios y centros de estudios eclesiásticos. Me refiero a la teología que ha dado pie a los Catecismos que ha aprendido el pueblo cristiano. Y a la teología que subyace al Código de Derecho Canónico. Una teología que ha exaltado de tal manera la obediencia a la autoridad religiosa, que esa autoridad se ha sentido en el derecho de ocultar a los delincuentes. Y, lo que es peor, una teología que les ha metido en la cabeza a los jerarcas de la Iglesia el convencimiento de que ellos podían vivir al margen de las leyes civiles. Una teología que, quizá sin pretenderlo, en definitiva concede más importancia a la buena imagen de la Iglesia que a los derechos de las víctimas de esa misma Iglesia. O sea, una teología tan disparatada, que nada tiene que ver, en los asuntos indicados, con lo más elemental del sentido común y de las enseñanzas del Evangelio.
Y lo peor del caso es que me temo que la Iglesia no va a modificar fácilmente esta teología. Si Jesús dijo que "por sus frutos los conoceréis", está visto que los frutos que viene produciendo esta teología nos está dando a conocer unos frtuos que le sacan a uno los colores a la cara. ¿Por qué los clérigos le conceden tanta importancia al poder del papa, a la buena imagen del papa, a la sumisión a los obispos, al prestigio del clero.... y no le dan más importancia al cuidado extremo que hay que poner en la vida para no hacer daño a nadie, sobre todo a los más pequeños e indefensos de este mundo? No cabe duda: esta teología tiene lagunas muy serias, muy preocupantes. Y, además, el control de Roma sobre los teólgos es tan fuerte, que mucho me temo que esto va a seguir así por mucho tiempo. Hasta que terminemos, entre todos, por dejar a la Iglesia hecha un guiñapo despreciable. Por no hablar de lo más grave: el dolor y la humillación de los que menos culpa tienen.Teología sin censura

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