LOS DOS "ERRORES" SOBRE LA RELIGIÓN EN ESPAÑA

Sobre la religión puede haber - y de hecho hay - muchos errores por todas partes. Pero en Espeña, según yo veo las cosas, se destacan dos errores que me parecen especialmente significativos: 1) El error de los que piensan que la religión es un hecho puramente privado, que se ha de vivir en el ámbito de la vida privada de cada cual, sin presencia pública alguna, a no ser en las costumbres y tradiciones populares, como pueden ser las fiestas patronales de los pueblos y ciudades, las cofradías, las peregrinaciones y otros actos públicos de ese tipo, que no inciden en las leyes que rigen la vida pública, los derechos y los deberes de los ciudadanos. 2) El error de los que piensan que la religión solamente se puede vivir en la identificación total y en la sumisión acrítica con el "modelo oficial" de la religión; en el caso de España, la identificación sin fisuras con la Iglesia jerárquica, sus enseñanzas y sus pautas de conducta, sobre todo en cuanto se refiere a la vida pública, especialmente en el ámbito de la política.
El primer error ha sido característico de amplios sectores del PSOE, que, en no pocos casos, llega al extremo de pretender eliminar el hecho religioso de todo lo que sea el sector público, por ejemplo, eliminar los símbolos religiosos en actos y espacios públicos, en la enseñanza, en la vida ciudadana en general. El segundo error ha sido la idea que distingue e los grupos más integristas, tradicionales y fundamentalistas, que defienden a toda costa la sumisión acrítica al papa y a los obispos, hasta en asuntos que no pertenecen propiamente a la fe religiosa, sino que son cuestiones discutidas y discutibles, si se piensan desde los postulados de la teología mejor documentada.
El primer error es inaceptable porque la religión no ha sido nunca un hecho puramente privado. Desde que en el mundo hay religiones, el fenómeno religioso es, por supuesto, una decisión privada. Pero es una decisión sobre un hecho público, que no se puede reducir a la intimidad de las conciencias. De ahí que, al no reconcer el carácter público de la religión, los gobiernos del PSOE han provocado situaciones problemáticas o conflictivas. Y, en otros casos, han incurrido en manifiestas contradicciones, como es el hecho de dificultar la presencia pública de las religiones en la vida ciudadana, pero al mismo tiempo mantener los acuerdos de 1979 entre el Estado Español y la Santa Sede.
El segundo error es inaceptable porque el hecho religioso, por su misma naturaleza, no es uniforme. Lo que es lo mismo que afirmar que se trata de un hecho plural, que puede ser vivido en la unidad, pero dentro de un pluralismo de manifestaciones concretas, que no rompen la unidad necesaria de la fe. No es necesario identificarse con todo lo que dicen y hacen los obispos para ser buen católico. Entre otras razones, porque, como ahora sabemos, hay obispos que han ocultado a sacerdotes delincuentes en asuntos de abusos sexuales; o se han comportado de forma indebida, al ser más celosos de su propia imagen que de la defensa de los derechos de inmigrantes, mujeres, grupos marginales.... Por otra parte, tal como están las cosas ahora mismo en España, identificarse por completo con los obispos equivale a identificarse con las opciones más determinantes de la derecha política. Pero, como es lógico, en ninguna parte está escrito que para ser buen católico sea necesario identificarse con las decisiones y los intereses del PP.
Así las cosas, se impone, en el catolicismo español, re-pensar las actitudes y opciones más básicas, que cada cual ha asumido. Tales opciones y actitudes, ¿están basadas en la fe y en el Evangelio? ¿están fuertemente condicionadas por intereses políticos o por ideas que no están debidamente justificadas por la más y mejor documentada teología cristiana? He aquí la gran cuestión que los católicos españoles tendríamos que afrontar en este momento. Teología sin censura

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